UNA CONVERSACIÓN
Resumen
Los interiores de las casas que se imaginaba Natalia Ginzburg en Las pequeñas virtudes parecían de lo más normales, llenos de jarrones con flores; pero esas mismas casas, jarrones y flores, nunca volverían a ser iguales para su generación, según la escritora italiana, después de vivir, de experimentar la guerra de cerca: “una vez que se ha sufrido, la experiencia del mal no se olvida”. Y tampoco lo serían lo exteriores: las ciudades devastadas. Por eso concluía: “no nos curaremos de esta guerra”. Acabo de leer un poema de Juan Zapata, que entendía muy bien esa relación Interiores/Exteriores, en el mismo tono: “Desde arriba / los techos de la ciudad / son una ciudad muerta”.
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