Amie L. Thomasson. Ontology made easy. Oxford: Oxford University Press, 2015, 345 pp.
Abstract
Quine, con la publicación de ‘On what there is’, determinó en gran medida la forma en que se practica hoy la ontología de raigambre analítica. No sólo restituyó parte de su respetabilidad, sino que también fijó su objetivo y su metodología. El objetivo: responder la que para Quine es la pregunta ontológica: ‘¿qué existe?’. Y como la respuesta correcta es trivial pero poco informativa—i. e., ‘todo’—, contestar la pregunta supone explicitar lo que hay tras ese ‘todo’, es decir, determinar un dominio de cuantificación irrestricta, un conjunto o lista de objetos. La metodología: tomar nuestra mejor teoría científica, regimentar formalmente sus enunciados y extraer sus compromisos ontológicos siguiendo la siguiente máxima: ser es ser el valor de una variable ligada. Esto nos da
la ontología a la cual la teoría nos compromete si es que creemos en su verdad; el resto es ‘ideología’ o poder expresivo de la teoría. No es raro entonces que buena parte de los debates metafísicos contemporáneos puedan ser etiquetados como neo-quineanos: ¿Hay propiedades? ¿Hay números? ¿Hay sumas mereológicas? ¿Hay objetos ordinarios? Estos son todos debates en torno a si acaso ciertos Fs existen. Sí es raro en cambio que el enfoque mismo dentro del cual se desarrollan estas disputas sea puesto en duda. Aparte de ciertas quejas y rechazos puramente intuitivos e inarticulados en contra de la actividad del metafísico, basados más en prejuicios que en argumentos, y salvo algunas honrosas excepciones (p. ej., Putnam), son extraños los cuestionamientos claramente razonados sobre la legitimidad del marco mismo.