v. 25 n. 281-282 (1948)

DELGADO, apacible, T. S. Eliot eleva su extraordinaria figura al recibir. en feliz justicia crítica, la alta distinción que envuelve el Premio Nobel de Literatura. Sin duda, la personalidad universal de Eliot. aislada de lo cotidiano, expuesta en un molde de órbita incalculable por sus características finas y resonantes, que, a la vez, hacen pensar en una elaboración a base de culturas yuxtapuestas, señala el caso de un intelectual llamado a servir, por medio de su obra, como documento responsable de su tiempo. Ni Kipling, Galsworthy, y Shaw, predecesores ingleses del autor de «Los Hombres Huecos» en la obtención del Premio Nobel, obligan a una meditación más severa que la que nos ofrece el mundo creado por Thomas Sterne Eliot en la muestra de una civilización en decadencia exhausta, sin fuerza, de rígidos pensamientos.

Publicado: 1948-12-31

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