v. 24 n. 265 (1947)
ESTE mes de julio es pródigo en días de gloria que prestigian y elevan la condición humana, tan desacreditada en estos últimos tiempos. Tiempos en que el odio y el rencor han arrasado con todos los principios de solidaridad que el hombre necesitó cultivar, para hacer florecer en el mundo los más altos atributos de su inteligencia. La humanidad que ha pasado por horas aciagas, que ha sufrido el vendaval de todas las pasiones y el huracán de los odios y de la metralla que derrumbó soberbias y naciones constituidas, que tiene sin embargo su blasón y su gloria más alta en todos aquellos movimientos que florecieron generosos en el espíritu de los hombres dispuestos a conquistar la libertad, la justicia y el derecho.