Vol. 6 Núm. 56 (1929)
SIEMPRE tuvimos a Oña por un gran majadero. Ahora hemos debido allegarnos a él. Nos hemos acercado con la pesadumbre del navegante que enfila su prora hacia un mar muerto. . . Pero luego comenzó a parecemos que el hombre no carecía de interés. Un verso aquí, otro allá, solían saltar como peces luminosos desde el fondo del estanque letárgico. Allí había algo que vivía.
Publicado:
1929-08-30