Vol. 29 No. 324 (1952)

UN ritmo de decisiones y apetencias remueve más cada día el codicioso destino del hombre. Es la instintiva ley de la evolución. Tanto el profesional como el asalariado, el comerciante como el labriego, y aun el pordiosero, tienen hoy por hoy ordenadamente trazado un rumbo económico-social: es cuestión de alcanzar la meta. Para ello, perfeccionan y organizan, cada cuál en su sentido, sus conocimientos y sus fuerzas; y se agrupan en sociedades, en cámaras o consorcios; y se sindican en gremios; y hasta el mendigo tiene su técnica y su escondida organización.

Published: 1952-06-27

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