Vol. 36 Núm. 383 (1959)

Cuando me trajeron la noticia de que Samuel Lillo acababa de morir, se agolparon en mi memoria los fieles recuerdos de esa fecunda existencia, toda consagrada a las letras chilenas. Su inspiración poética nunca desertó de los derroteros que le impuso su amor por esta tierra, su pasión por hacer perdurar en sus líricas estrofas las esencias de la raza y las bellezas de su suelo.

Publicado: 1959-03-31

BIBLIOGRAFÍA