Vol. 29 Núm. 319-320 (1952)
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Tardía ha sido la justicia para con Lastarria. Mucho después del medio siglo de su muerte, ocurrida en 1888, se le ha perpetuado en el bronce. Cada vez que en el Parlamento se agitó la idea de legislar para consagrar su imagen en un monumento erigido por suscripción popular, la iniciativa fue malograda por los partidos políticos que recibieron su crítica tremenda. Merece distinguirse entre el escritor de poderosas convicciones, el fervoroso impulsor de nuestra cultura en el siglo XIX, y el político reformista, rebelde al medio ambiente, acusador tajante de los vicios de nuestra sociedad.