Núm. 479 (1999)
Cuando en 1499, o quizá un año antes, el primer lector abrió las páginas de La Celestina seguramente escuchó voces que le recordaban una vieja historia bíblica: Así debió reconocer que “todas las cosas son creadas a manera de contienda o batalla”, dice aquel gran sabio Heráclito en este modo: “Omnia secundum litem fiunt”. Sentencia a mi ver digna de perpetua y recordable memoria; y como sea cierto que toda palabra del hombre sciente está preñada, de ésta se puede decir que de muy hinchada y llena quiere reventar, echando de sí tan crecidos ramos y hojas, que del menor pimpollo se sacaría harto fruto entre personas discretas. (…) Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador y poeta laureado, Francisco Petrarca, diciendo: “Sine lite arque offensione nihil genuit natura parens”. “Sin lid y ofensión ninguna cosa engendró la natura, madre de todo”. (…) “En verdad así es, y así todas las cosas de esto dan testimonio: las estrellas se encuentran en el arrebatado firmamento del cielo, los adversos elementos unos con otros rompen pelea, tremen las tierras, ondean los mares, el aire se sacude, suenan las llamas, los vientos contienden entre sí, traen perpetua guerra, los tiempos con tiempos contienden y litigan entre sí, uno a uno y todos contra nosotros”. El verano vemos que nos aqueja con calor demasiado, el invierno con frío y aspereza.