Vol. 20 Núm. 220 (1943)
CON el gran empuje dado a lo que se llama un poco vagamente panamericanismo, los norteamericanos han puesto su cultura al alcance de nuestra mano. Existe el deseo—tácito y declarado—por parte de los norteamericanos de considerar que la cultura europea ha fenecido. Ante un hecho tal—que de ser verdadero tendría para nosotros latinoamericanos un aspecto trágico—hay que hacer surgir un concepto panamericano de cultura. Desgraciada o afortunadamente la cultura no es una institución que se pueda establecer de acuerdo con ciertas fórmulas más o menos patrióticas o de buena voluntad; la cultura es una fuerza avasalladora que transforma a los pueblos y cuyo cauce no puede ser desviado por intereses locales y transitorios.