Vol. 15 Núm. 159 (1938)
CINCUENTENARIO DE SARMIENTO. La ciudad deprimida que era Santiago de 1842 despertó con el tumulto de la palabra airada de Sarmiento, que trajo en ella fervor,' decisión y lucha. Sarmiento decía con rudeza lo que era preciso decir aún cuando su áspero acento incomodara la somnolencia de la capital. No había en su mente silencio o culpabilidad de conciencia. Se sentía lleno de acometividad y de amor por la dignidad humana. Las almas bravias y silenciosas de los chilenos se convertían en aristas filudas, igual que la de sus cerros, cuando el gaucho estallaba en coléricos gritos de indignación. Su voz se dulcificaba, en cambio, cuando advertía que la comprensión o la simpatía abrían un ancho cauce para la entrada de sus desnudos pensamientos.