Vol. 7 Núm. 63 (1930)
JOSE CARLOS MARIATEGUI. Por el año de 1837 Peñalver escribía en El Mundo, diario madrileño, un Mosaico. El día 15 de Febrero del año dicho, la firma de Peñalver apareció al pie de sólo ocho líneas en que se daba cuenta de la muerte de Larra, que se había sucidado dos días antes. Y luego se leía una nota, cuya trágica simplicidad ahorraba todo comentario: Hoy no sabemos ni podemos escribir el Mosaico. Nada más; pero también nada menos. El vuelo de la fantasía roto bruscamente por la muerte del compañero querido. El ocio de la imaginación vuelto al divagar obstinado en torno a una idea fija. La literatura española había perdido un continente entero con la muerte de ese hombre. Llórenle las letras, las ciencias y la amistad-decía Peñalver. Y todavía le lloran porque era irreemplazable.