LA REFLEXIÓN COTIDIANA EN LA OBRA DE ADOLFO MARTINEZ
Resumo
Producir el sentido de lo que está ahí, diariamente viéndonos, mir´ándonos, desde su anonimato. Detener el tiempo y producir su relato. Salir a la calle, caminar, buscar, encontrar. Romper la rutina, desviarse, extraviarse, así se va inscribiendo la actual obra de Adolfo Martínez. Es en el contexto rural donde Martínez recupera objetos, materialidades, textos, relatos, imágenes y situaciones, que desde su precariedad visual y alto contenido identitario permiten reflexionar acerca de las marcas que han ido mermando un territorio, para el artista, endémico. También la calle adquiere para Martínez una lectura reflexiva, por cuanto en su permanente transitar, ésta se ha vuelto forma y límite. Límite, en el sentido en que la definió Humberto Giannini: “límite de lo cotidiano: permanente tentación de romper con las normas, con los itinerarios de una vida programada”(2004: 38-39).
Es en el devenir de la experiencia donde Martínez irrumpe para abrir una posibilidad; posibilidad de transgredir la rutina (ruta), posibilidad de generar el accidente, posibilidad de quebrar la inercia del presente continuo para pasar desde el territorio de circulación al territorio del acontecimiento. Para Martínez no se trata, no obstante, de poner en tensión lo ordinario v/s lo extraordinario, sino de una particular manera de mirar-traducir el espacio circundante, de una reflexi´ón desde el propio lugar, de una especie de volcamiento hacia el interior de la habitual rutina, para “rescatar” de su anonimato situaciones que le permiten problematizar las tramas que entretejen las relaciones entre hombre y mundo. Martínez propone así, un arte que se “contamina” de la propia contingencia que lo produce, para conformar una obra-relato que trascurre, en muchos casos, no como representación, sino como demostración de lo que está ahí.
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