INTRODUCCIÓN
El desarrollo exponencial de la Lingüística de corpus en las últimas décadas ha conllevado un aumento considerable de estudios y publicaciones dedicadas al proceso de adquisición del español como primera lengua (Fernández Pérez, 2011; Garrote Salazar, 2011; López-Ornat, 1994). Esta circunstancia ha permitido redu cir, en parte, la excesiva dependencia que existía en relación al ámbito académico anglosajón, algo especialmente evidente en el terreno de la sintaxis compleja (Se rra, Serrat, Solé, Bel y Aparici, 2000: 28), lo cual ha aportado nuevas evidencias en el debate teórico sobre el proceso de adquisición del lenguaje (Ambridge y Lieven, 2011). A pesar de estos avances, todavía en determinadas parcelas del desarrollo gramatical se toman como referencia los datos descriptivos recabados para otras lenguas, sobre todo del inglés, a la hora de configurar perfiles evolutivos. Esta situación ha contribuido a la difusión de ideas equivocadas, o por lo menos no debidamente contrastadas en la realidad empírica, sobre el proceso de adquisición de las construcciones complejas en lengua española.
El caso concreto de las estructuras condicionales, foco de interés del presente trabajo, es particularmente ilustrativo en este sentido. Las primeras investigaciones sobre su adquisición se llevaron a cabo en inglés, mediante una metodología de tipo experimental, y determinaron que los niños hacían un uso inadecuado o incorrecto de estas construcciones en edades tempranas (Kuczaj y Daly, 1979; Menyuk, 1979). Aunque estos resultados no tardaron en ser desmentidos en estudios basados en datos de conversación espontánea (McCabe, Evely, Abramovitch, Corter y Pepler, 1983; Reilly, 1986), se difundió en el campo la idea de que las condicionales, y el pensamiento deductivo en general plantean dificultades a los niños pequeños, de ahí que también en nuestro contexto se convirtieran en construcciones olvidadas por los especialistas, al menos en periodos evolutivos tempra nos. La escasa atención que ha recibido la conjunción si en el habla infantil, en comparación con otros nexos similares, se debe a esta idea preconcebida. Si bien ya en su momento algunos pioneros advirtieron de la necesidad de cuestionar la concepción de las condicionales como estructuras tardías en español (Gili Gaya, 1972), han sido las modernas investigaciones de corpus las que, al tener en con sideración un mayor número de datos, han puesto de manifiesto la urgencia de reconsiderar seriamente este planteamiento (Aparici, Capdevilla, Serrat y Serra, 2001; Enríquez Martínez, 2017).
Partiendo de esta circunstancia, el objetivo principal de la investigación que aquí se presenta es examinar el origen y las propiedades básicas de las estructuras condicionales en el habla infantil temprana. Para cumplirlo, hemos rastreado los usos del nexo si en diferentes corpus de conversación espontánea, con el fin de precisar cuándo aparece y con qué frecuencia se utiliza entre los 1;6 y los 5;0 años. Esto nos ha permitido, al tiempo, conformar una muestra de construcciones condicionales relativamente amplia, a partir de la cual determinar sus características básicas. En última instancia, y además de comprobar si es cierto que constituyen estructuras tardías, pretendemos aportar datos descriptivos que sirvan para establecer hitos evolutivos y descubrir el tipo de patrón de desarrollo gramatical mediante el cual evolucionan en nuestra lengua, con el fin de seguir profundizando en nuestro conocimiento del proceso de adquisición del lenguaje (Clark, 2017; Sedivy, 2019). Las implicaciones en ámbitos prácticos son particularmente relevantes, por cuanto las herramientas y materiales de tipo clínico o pedagógico no pueden fundamentarse, por motivos obvios, en ideas falsas. En definitiva, este trabajo pretende ofrecer una descripción de las primeras construcciones condicionales en el lenguaje infantil con el fin de que pueda resultar de utilidad en la creación de perfiles de desarrollo típico que sean tomados como referentes en la elaboración de manuales, tests de evaluación clínica, protocolos y currículos educativos (Aguado, 1995; Fernández Pérez, 2014; Fernández Vázquez y Aguado Alonso, 2007).
USOS DE SI Y ESTRUCTURAS CONDICIONALES EN EL HABLA IN- FANTIL: DATOS DISPONIBLES
El desarrollo temprano de los conectores es un tema de creciente interés en el cam po de la adquisición del lenguaje, por razones muy diversas (Jackson-Maldonado y Maldonado, 2016). Así, uno de los gramáticos más notables del ámbito hispá nico, Gili Gaya, insistía hace ya varias décadas en la importancia de “determinar cuándo aparece cada conjunción, e inventariar todas las conjunciones que un niño usa” (1972: 41). Conocer cuándo aparecen y cómo se utilizan, por ejemplo, re sulta clave en la configuración de perfiles evolutivos fiables para la actuación en el terreno clínico (Barako Arndt y Schuele, 2013; Fernández Vázquez y Aguado Alonso, 2007). Respondiendo a esta necesidad, hemos decidido centrarnos en una conjunción relativamente olvidada, al menos en el contexto académico hispano.
En la gramática adulta, si actúa como nexo prototípico en construcciones com plejas de tipo condicional, de tal modo que expresa una relación de hipótesis entre los dos miembros de la estructura: la prótasis -o condicionante-, oración subordi nada que expresa la condición, y la apódosis -o condicionado-, oración principal con la que se enuncia el resultado (Rojo y Jiménez Juliá, 1989: 136 y ss.; Veiga, 1991). Las construcciones condicionales han sido clasificadas en distintos tipos, a partir de criterios formales y semánticos: por un lado, las condicionales reales, con la prótasis codificada en indicativo, que vienen a expresar un hecho que se ha realizado o de cumplimiento posible, por lo que tienen carácter fáctico (Rivas, 1990); por otro, cuando la prótasis se codifica en modo subjuntivo, nos encontramos ante las condicionales potenciales (en Pretérito Imperfecto), de cumplimiento improbable, o con las condicionales irreales (en Pretérito Pluscuamperfecto), de cumplimiento imposible, de ahí que se caractericen por ser contrafácticas (Sánchez López, 2020). Así pues, semánticamente la cláusula que contiene el nexo expresa la condición o una acción que ha de efectuarse para que el evento de la cláusula principal se materialice. Junto a este uso en estructuras bipolares, si puede desempeñar otro tipo de funciones sintácticas, manifestando valores causales, con cesivos, distributivos, comparativos o completivos, introduciendo construcciones subordinadas o interrogativas indirectas (RAE, 2009: §4.3.54).
Junto a estas funciones puramente gramaticales, si puede desempeñar valores pragmáticos a nivel discursivo, como es habitual en los conectores (Van Dijk, 1979). En tal caso, suele iniciar una construcción independiente, como marca dor de condición, habitualmente para introducir réplicas conversacionales o para transmitir énfasis (protesta, enfado, sorpresa...) (Porroche Ballesteros, 1998: 233- 237). Su función, por tanto, es la de marcar una fuerza ilocutiva característica en las oraciones que encabeza y que responden a una modalidad expresiva o exclamativa, de ahí que haya sido calificado como “si refutativo” (Porroche Ballesteros, 1998) o “si adversativo” (RAE, 2009); cuando el verbo se codifica en Subjuntivo, en cambio, nos encontramos ante una modalidad desiderativa, con la que expresar deseos pocos probables o imposibles (Sánchez López, 2020).
A la hora de describir su papel en el habla infantil, sin embargo, hay que tener en cuenta que todavía desconocemos, en parte, las particularidades gramaticales y pragmáticas de si en la lengua adulta (Julián Mariscal, 2007). Esto se debe a que ha sido analizado, sobre todo, a partir de modelos escritos de estructuras condicionales, mientras que su uso en la lengua oral y el registro coloquial no ha recibido la misma atención (López García, 1994: §6). En un sentido parecido, es importante señalar que no es conveniente acudir a las categorías de la gramática adulta para describir el habla infantil, sino que debemos valorarla por sí misma, en sus propios términos y desde una perspectiva emergentista y gradual que dé cabida a sus particularidades y al papel desempeñado por las mismas en el pro ceso (Clark, 2017; Fernández Pérez, 2011; Goldberg, 2005; Tomasello, 2003). No obstante, parece evidente, a partir de lo expuesto hasta el momento sobre las propiedades del conector, que no existe “una relación biunívoca entre la conjunción si y la noción de condición, ya que no todas las oraciones introducidas por ese elemento son condicionales, ni todas las oraciones que transmiten ese sentido se construyen a partir de dicho nexo” (Julián Mariscal, 2007: 65). Por esta razón, para elaborar este estudio hemos decidido rastrear todos los usos tempranos de si, con independencia del tipo de esquema en que se detecte, si bien nos hemos centrado especialmente en su uso conjuntivo en estructuras condicionales, objeto de atención principal del trabajo.
Las primeras investigaciones sobre nexos condicionales en el habla infantil fue- ron realizadas, como ya hemos anticipado, sobre el inglés. Los trabajos clásicos de Kuczaj y Daly (1979) o Menyuk (1979), que recurrían a metodología experimental, situaron la aparición de if en periodos tardíos y, en todo caso, siempre en usos considerados “incorrectos”, por lo que en el periodo preescolar no deberíamos esperar su utilización en estructuras condicionales. Sin embargo, estudios posteriores, basados en datos de conversación espontánea, encontraron que, aunque es- casos, es posible detectar usos de if, perfectamente adecuados y sin errores, al me- nos desde los 3;6 años, de manera que los resultados previos estaban parcialmente adulterados por cuestiones metodológicas y de diseño de la tarea (Clancy, Jacobsen y Silva, 1976; French y Nelson, 1985; McCabe et al., 1983; Reilly, 1986). Ahora bien, en lo que sí existe cierto consenso es en la idea de que los conectores condicionales suelen ser, en relación a otros nexos, los últimos en aparecer (Bloom, Lahey, Hood, Lifter y Fliess, 1980; Clark, 2017: 88; Diessel, 2004: §7.4.2), hecho para el que se han aducido diferentes motivaciones: formales, pragmáticas y cog- nitivas (Bowerman, 1986).
Por tanto, los primeros estudios evolutivos sobre construcciones condicionales se enzarzaron en discusiones sobre el uso y la rentabilidad del nexo, con la intención de establecer una secuencia evolutiva fiable de las conjunciones, surgiendo de este modo las primeras discrepancias en torno a la edad de aparición del conector, debidas, fundamentalmente, a cuestiones de índole metodológica (Kail y Weissen born, 1991). La irrupción de los enfoques pragmáticos, a partir de los años 80, no conllevó, sorprendentemente, un interés por su utilización como marcador en el habla infantil, como sí ocurrió con otros nexos (cf. Sprott, 1992). Desde entonces, la mayor parte de los trabajos sobre conectores suelen adoptar, en mayor o menor medida, una perspectiva discursiva, en la línea iniciada por Halliday y Hassan (1976), que ha permitido comprobar que estos enlaces, precisamente por su doble función -sintáctica y pragmática- (Van Dijk, 1979), desempeñan un papel clave en el desarrollo de la complejidad sintáctica, gracias a que sirven para cohesionar las emisiones infantiles con las intervenciones adultas, ayudando así a los niños a iniciar su camino en el manejo del discurso multiproposicional (Clark, 2017: 1-19; Givón, 2009; Ochs, Schieffelin y Platt, 1979).
En este sentido, el estudio más completo hasta la fecha ha sido elaborado por Diessel (2004), que llevó a cabo un profundo análisis sobre las construcciones complejas en inglés, partiendo de datos de corpus. Aunque sitúa la aparición de if en torno a los 3;0 años, lo califica de “tardío”, teniendo en cuenta que ya antes los niños utilizan con frecuencia otros enlaces como and, but, so o because (2004:§7.4.2). Lo interesante es que, además, aporta una explicación al desarrollo de estas estructuras conjuntivas (conjoined clauses, en inglés), que evolucionarían a partir de la fusión de dos turnos, con la colaboración inicial de un adulto; sin embargo, las condicionales no parecen responder a este patrón de integración1, puesto que en este caso los niños no necesitan apoyarse inicialmente en las intervenciones adultas para producir la construcción compleja. Además, Diessel señala que las estructuras condicionales presentan, frente a otras construcciones complejas, un mayor grado de libertad en la colocación de ambas cláusulas, si bien la anteposición de la prótasis parece ser la opción más frecuente (2004: 165-169). En un trabajo posterior, defiende que, aunque entran en juego distintos factores, esta preferencia tiene que ver con cuestiones semánticas (Diessel, 2005).
A pesar de estos descubrimientos, se difundió en el área la concepción tradicio nal de las condicionales como estructuras tardías y complejas, idea que se trasladó a otros ámbitos idiomáticos. De este modo, en español se han infravalorado las habilidades infantiles en lo que respecta al desarrollo de estas estructuras, algo bas tante habitual en el campo: “los estudios evolutivos muestran con frecuencia que algunas de las capacidades que tradicionalmente se habían creído que se adquirían tarde en el desarrollo están presentes desde mucho antes, cuando se utilizan tareas apropiadas para ponerlas de manifiesto” (Rojas-Barahona, Moreno-Ríos, García-
Madruga y Zegers, 2008: 494). Los primeros trabajos descriptivos en lengua espa ñola, con diferentes metodologías y muestras de distinto tamaño, encuentran que es posible detectar usos de si en periodos tempranos, aunque con considerables discrepancias entre los autores a la hora de concretar su edad de aparición. Así, mientras Gili Gaya (1972) lo situaba después de los 4;0 años, Hernández-Pina (1984) reporta su primer uso ya en torno a los 2;0; a este respecto, Aguado (1995) no solo lo detecta en un periodo temprano (2;6 años), sino que observa que si, a diferencia de otras conjunciones, desempeña varias funciones sintácticas en el ha- bla infantil, como introductor de completivas o de interrogativas indirectas, sien- do la de nexo en oraciones condicionales, paradójicamente, la menos frecuente.
Los modernos estudios de corpus vinieron a corroborar este comportamiento particular de si en lo que respecta a sus funciones. Aparici et al. (2001), analizando el habla diez niños catalanes, elaboraron un estudio longitudinal clave para comprobar si la llamada “hipótesis de la dependencia” (Serra et al., 2000: 443-447) se cumple con las construcciones complejas del español. Encontraron que a los 3;0 años se utiliza si en estructuras condicionales, cuyo desarrollo parece cursar de forma diferente a otras construcciones con conectores, como adversativas y causales, pues, frente a estas, no parecen surgir y evolucionar en base al contexto conversacional, en co-construcción con el adulto. En esta misma dirección, Enríquez Martínez (2017), que también sitúa la aparición del nexo en torno a los 3;0 años, analizó 32 usos de si producidos por diez niños gallegos entre los 2;0 y los 4;0 años, 24 de ellos en estructuras condicionales. Básicamente, los niños recurren a estas estructuras para expresar una relación de “causalidad posible” entre dos eventos, de ahí que sean codificadas habitualmente en presente de indicativo. En ambos trabajos se sugiere que las condicionales no parecen evolucionar mediante integración, coincidiendo de este modo con los resultados obtenidos por Diessel (2004), pero el problema es que los datos analizados resultan insuficientes como para realizar afirmaciones rotundas y categóricas.
Estos dos estudios de corpus presentan, asimismo, coincidencias muy inte resantes con un trabajo pionero sobre la condicionalidad y el uso infantil de si, elaborado por Albano de Vázquez (1991). La autora analizó un total de 101 condicionales producidas espontáneamente por 42 niños argentinos, con edades entre los 3;11 y 5;11 años, y encontró un uso relativamente asentado del nexo a estas edades. De acuerdo con sus resultados, las condicionales surgen progresivamente y a los 4;0-5;0 años “los niños usan un sistema de dos miembros, que puede ca tegorizarse como acción (posible) - (no posible o contraria a la realidad)” (1991: 65). Las formas verbales se codifican fundamentalmente en presente (57,4%) y pretérito imperfecto (32,6%) de indicativo, mientras que el resto de correlaciones temporales no tienen apenas presencia en este periodo evolutivo2, siendo la opción más habitual la anteposición de la cláusula encabezada por si -otro aspecto coincidente con los resultados de Diessel (2004)-.
Así pues, distintos estudios, centrados en variedades dialectales diferentes, pre sentan resultados convergentes en lo que tiene que ver con las características básicas de las primeras construcciones condicionales. Todo ello apunta hacia lo que sería el nicho evolutivo en el que se originan estas estructuras en español; es decir, estas propiedades comunes, en diferentes muestras y en la producción individual de distintos participantes, apuntan hacia un origen basado en un esquema gramatical determinado: el modelo tradicional de condicionales reales (Narbona, 1990: 87-93; Rivas, 1990). Si esto es cierto, entonces las condicionales evolucionarían mediante la expansión a partir de un patrón concreto y específico, que gradualmente condu ciría hasta un patrón estructural general y abstracto (Goldberg, 2005), mostrando así interesantes coincidencias con el inglés (Diessel, 2004; Reilly, 1986). Como ya hemos comentado, una de las principales motivaciones para realizar el estudio que aquí se presenta es aportar nuevas evidencias descriptivas que contribuyan a determinar si esta ruta evolutiva es la que siguen las condicionales en español.
En definitiva, las escasas investigaciones sobre el desarrollo de las condicionales en nuestra lengua coinciden en defender de que no son estructuras de aparición tardía y apuntan tímidamente a que su ruta evolutiva podría responder a la expan sión a partir de un modelo un modelo originario o germinal. El problema prin cipal, no obstante, es que estos estudios se han elaborado con datos que resultan insuficientes para hacer afirmaciones sólidas en este sentido, debido sobre todo a la escasa frecuencia de si en edades tempranas; de ahí que los autores insistan siempre en la necesidad de aumentar la base empírica disponible. Como respuesta a esta demanda, hemos elaborado un estudio descriptivo que combina los datos proporcionados por distintos corpus de habla infantil, de diferente tamaño y metodología, lo que nos ha permitido confeccionar una muestra de construcciones condicionales relativamente amplia.
ORIGEN DE LOS DATOS Y CUESTIONES METODOLÓGICAS
Uno de los problemas en el estudio de las construcciones complejas es que han sido analizadas desde enfoques excesivamente formales y se ha desatendido, en parte, su uso espontáneo en periodos tempranos (Ambridge y Lieven, 2011: §7; Tomasello, 2003: 243-244). Por esta razón, hemos optado por la observación en situaciones naturales, rastreando usos de si entre los 1;6 y los 5;0 años en algunos de los principales corpus de habla hispana del repertorio CHILDES (MacWhinney y Snow, 1985). La convergencia de datos procedentes de distintas fuentes, y por tanto de contextos dialectales diferentes, puede aportar nuevas evidencias descriptivas que se sumen a las existentes, reforzando o corrigiendo parcialmente los descubrimientos previos. Además, sabemos que para estudiar el proceso de de sarrollo de las construcciones complejas es clave provocar discurso narrativo, dado que aumenta la presencia de los conectores en las muestras (Berman y Slobin, 1994; Steffani, 2007). Por esta razón, hemos decidido combinar corpus de con- versación espontánea con otros que recogen exclusivamente narrativas infantiles; para controlar esta diversidad en los contextos de producción, y comparar ambos tipos de corpus, recurriremos a pruebas básicas de estadística inferencial para poder interpretar adecuadamente los resultados obtenidos.
Las cuestiones principales a las que se ha pretendido dar respuesta con esta in vestigación son dos: (i) ¿a qué edad aparece y cuáles son las principales funciones de si en el habla infantil? y (ii) ¿qué características básicas presentan las primeras estructuras condicionales? De esta manera podremos determinar las circunstancias contextuales en que se originan, además de afinar las cifras relativas a la aparición y frecuencia del nexo, teniendo en cuenta las discrepancias anteriormente señala- das. En última instancia, al dar respuesta a estas preguntas pretendemos aportar nuevos datos descriptivos que ayuden a determinar si es cierto que las estructuras condicionales se desarrollan en español mediante expansión, a diferencia de otras construcciones complejas (Aparici et al., 2001; Enríquez Martínez, 2017). De este modo, se ha diseñado un estudio de corpus, de metodología mixta, con el que pretendemos seguir profundizando en nuestro conocimiento sobre la edad de aparición, frecuencia, propiedades semánticas y formales, origen y ruta evolutiva de las construcciones condicionales en español.
Corpus seleccionados y muestra de participantes
La selección de los corpus se ha fundamentado en un criterio básico: que el comportamiento comunicativo de los participantes haya sido registrado en algún momento entre los 1;6 y los 5;0 años. Aunque el sistema CHILDES contiene en torno a una veintena de corpus en español3, hemos escogido únicamente aquellos que cumplen con este requisito, con independencia del tipo de técnica observa cional utilizada para recoger las muestras: conversación puramente espontánea, discurso narrativo provocado o combinación de ambos tipos. Concretamente, se analizaron los datos procedentes de seis corpus distintos:
Como se ve en la Tabla I, cuatro bases de datos recogen producciones espontá neas, dado que los participantes han sido grabados en situaciones completamente naturales:
Corpus Linaza. Registra la producción de un niño madrileño de clase media, durante interacciones en el hogar familiar, entre los 1;6 y los 4;8 años, con su padre como interlocutor habitual.
Corpus Marrero. Recoge el seguimiento longitudinal de tres participantes canarios -dos niños y una niña-, entre los 1;8 y los 5;0 años, a lo largo de 12 sesiones de 45 minutos de duración, en sus propias casas.
Corpus Ornat. Conformado por 30 transcripciones que recogen las intervenciones de una niña madrileña de clase media cuyo seguimiento longitudinal abarca de los 1;7 a los 4;0 años. Su producción fue registrada quincenalmente, en sesiones de media hora de duración y durante conversaciones con sus padres en situaciones cotidianas como el baño, el juego o la hora de la comida.
Corpus Vila. Compuesto por 35 transcripciones de la producción lingüística de un niño catalán, hablante de español, seguido entre los 0;11 y los 4;8 años, durante diferentes conversaciones con sus padres o los investigadores.
Se han seleccionado, además, otros dos corpus que optan por una metodología parcialmente diferente, ya que recurren al discurso narrativo provocado, ya sean relatos ficticios a partir de la visualización de imágenes (Frog Story) o experiencias personales:
Corpus Díez-Itza. Formado por 20 transcripciones de interacciones diádicas entre los participantes -10 niñas y 10 niños- y los investigadores en el hogar familiar, en Asturias. El periodo evolutivo recogido abarca desde los 3;0 a los 3;11 años. Durante las sesiones, de 45 minutos de duración, los participantes tenían que contar una historia o se les preguntaba por alguna anécdota personal.
Corpus Fernández-Aguado. Recoge las intervenciones comunicativas de 47 niños de Pamplona (Navarra), equilibrados en cuanto al sexo, en contextos naturales (escuela infantil u hogar familiar) en tres momentos evolutivos: a los 3;0, 3;6 y 4;0 años. A diferencia del resto de corpus, pues, tiene carácter transversal. Las situaciones contextuales registradas son de tres tipos: momentos de juego con la madre, con otro niño y contando una historia a partir de la observación de viñetas.
En definitiva, se han analizado 530 transcripciones que recogen la producción de 73 participantes, de diferentes contextos dialectales -dentro del Estado español-, cuyo comportamiento comunicativo ha sido registrado en situaciones naturales diversas. Creemos que esta variabilidad puede considerarse una fortaleza me todológica, pues está encaminada a tratar de detectar el mayor número posible de usos de si en interacciones variadas, teniendo en cuenta que su aparición requiere de unos contextos relativamente específicos. De hecho, hemos realizado una com paración entre ambos tipos de corpus -narrativos y de conversación espontánea-, como explicamos a continuación, para tratar de determinar si el contexto influye, de algún modo, en la frecuencia y en la función desempeñada por el nexo.
Instrumentos y procedimiento de análisis
Los usos de si fueron rastreados y analizados con las herramientas proporciona- das por CLAN, el paquete de programas informáticos vinculado con el formato CHAT, que emplean todas las transcripciones del sistema CHILDES (MacWhinney, 2000). Una vez localizados mediante FREQ, fueron sometidos a un análisis de tipo mixto; así, además de aportar cifras cuantitativas sobre la edad de apari ción y la frecuencia de si, cada ocurrencia fue analizada desde el punto de vista cualitativo, a través del programa KWAL, para determinar las características de los contextos discursivos y gramaticales en que aparece (Díez-Itza, Snow y MacWhin ney, 1999). Estos instrumentos nos han permitido conformar, como veremos, una muestra relativamente amplia de construcciones condicionales.
Conviene destacar que se contabilizaron únicamente aquellos usos de si plenamente espontáneos y claramente identificables, por lo que se han excluido del recuento ocurrencias ambiguas, poco claras o ininteligibles, así como las imitaciones exactas, autorrepeticiones y usos en canciones. Asimismo, y dado que algunos de los participantes pertenecen a un contexto bilingüe, ha sido descartado cualquier enunciado en una lengua distinta del español. Tras localizar los usos de si en cada corpus y en la producción de cada participante, se estableció la edad de aparición mediante una media aritmética del primer uso. A continuación, se analizó individualmente cada ocurrencia y procedimos a realizar una codificación de diferentes características para calcular su distribución en las muestras4, empleando herramientas básicas de estadística descriptiva e inferencial5. Concretamente, este análisis cualitativo fue llevado a cabo a partir de cuatro propiedades básicas:
Función pragmática o sintáctica del nexo; en este caso, además, tipo de estruc tura: completiva o condicional.
Anteposición o posposición del miembro encabezado por el nexo.
Tiempo y modo de la forma verbal en la prótasis.
Tipo de significado expresado e intención comunicativa del enunciado.
Este análisis, que combina técnicas cuantitativas y cualitativas, permite obtener una descripción básica de los usos de si y de las construcciones en las que participa entre los 1;6 y los 5;0 años, por lo que los resultados obtenidos pueden ser útiles para rebatir o corroborar las conclusiones alcanzadas en trabajos precedentes. Específicamente, además de ajustar la edad de aparición de si, permite profundizar en los contextos en los que surgen las condicionales y conocer su patrón de desarrollo gramatical.
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Hemos localizado un total de 529 usos de si en los 530 archivos analizados, por lo que podemos afirmar que tiene una presencia relativamente escasa, con menos de una ocurrencia por transcripción. Ahora bien, existen considerables diferencias en función del corpus consultado, por razones vinculadas con el diseño, el número de participantes y el tipo de procedimiento empleado para recoger las muestras. En dos de ellos observamos que la frecuencia absoluta de si es mayor, el corpus Díez-Itza (86) y el corpus Fernández-Aguado (306), que son precisamente los que han recurrido a algún tipo de técnica para provocar la producción de narraciones.
Esta circunstancia es, hasta cierto punto, esperable, dado que, como ya se ha comentado, la presencia de conectores aumenta en este tipo de contextos (Berman y Slobin, 1994; Steffani, 2007).
También existen considerables diferencias entre los corpus en lo que respecta a la edad del primer uso del nexo, que oscila entre los 1;8 del corpus Vila y los 3;2 del corpus Díez-Itza (Tabla II). En todo caso, los datos indican que surge entre los 2;0 y los 3;0 años:
El primer uso de si se detecta, de media, sobre los 2;6 años (x̄ =2;6; σ=0;6.15; IC=1;11.15-3;0.15)6, cifra muy semejante a las que se han establecido para otros conectores y en diferentes contextos dialectales (Aparici et al., 2001; Enríquez Martínez, 2017; Jackson-Maldonado y Maldonado, 2016) e idiomáticos (Bloom et al., 1980; Diessel, 2004; Steffani, 2007). Atendiendo a cada corpus, en general observamos que este primer uso suele ser como conector sintáctico, aunque el cor pus Marrero, que queda fuera del intervalo de confianza (x̄ =2;9; σ=0;11; IC=1;10- 3;8), constituye una excepción en este sentido. Las diferencias, sin embargo, no parecen significativas con respecto a su primer uso como conector pragmático, dado que la edad media de aparición de ambas funciones ronda los 2;9 años, si bien en este último caso el intervalo de confianza es algo más reducido (x̄ =2;9; σ=0;3.15; IC=2;5.15-3;0.15). Este comportamiento aleja a si de otros conectores, como pero o porque, que surgen para actuar como marcadores discursivos y varios meses después empiezan a ser utilizados como conectores sintácticos (Enríquez Martínez, 2017). En el caso de si, en cambio, parece que ambas funciones están presentes desde el principio.
De hecho, no solamente se manifiestan ambos valores, sino que los sintácticos, en términos de frecuencia, prevalecen sobre los pragmáticos, particularidad de si que también lo aleja del resto de conectores. En concreto, más del 60% de los usos identificados constituyen casos en los que desempeña predominantemente funciones sintácticas, sea como nexo en estructuras condicionales, sea como intro ductor de una subordinada (completivas o interrogativas indirectas). Ahora bien, el corpus, y por tanto el tipo de situación contextual registrada -discurso narra tivo provocado frente a conversación espontánea-, influye en esta distribución, de acuerdo con la prueba exacta de Fisher (valor = 0.0315; p < 0.05), que apunta hacia una relación significativa entre la base de datos consultada y la distribución de funciones de si. Esto explicaría las diferencias en las frecuencias obtenidas en los corpus de habla espontánea, de carácter más interactivo y en los que existe una mayor variabilidad contextual, mientras que en los corpus de narrativas los datos son más homogéneos y próximos a la media:
El desequilibrio en las funciones del nexo sugiere que, al menos entre los 1;6 y los 5;0 años, si actúa en el habla infantil básicamente como conector sintáctico, y no como marcador. Esta es la función predominante en todos los corpus ana lizados, con excepción del corpus Marrero, si bien, insistimos, hemos de tener en cuenta la influencia del contexto de producción, que es clave en este sentido.
En términos generales, y al menos en las bases de datos consultadas, su principal función en las edades tempranas no parece ser la de conector pragmático, sino la de nexo gramatical (Van Dijk, 1979).
Centrándonos en los usos sintácticos, conviene recordar que debemos diferen ciar entre aquellos casos en los que actúa como nexo en estructuras condicionales y en los que actúa como introductor de subordinadas (Julián Mariscal, 2007; RAE, 2009: §4.3.54). En nuestros datos, la primera función es especialmente frecuente y, de hecho, este porcentaje supera con claridad el 70% en todas las bases consultadas, salvo en el corpus Vila, donde ambas funciones tienen una presencia equilibrada:
Mientras que el tipo de corpus parece influir en la distribución de las funciones del nexo, en este caso el test de Fisher indica que las diferencias no son significati vas y que, por consiguiente, el uso de si como conector en estructuras condiciona- les o en completivas no parece estar determinado por el contexto (valor = 0.3744; p < 0.05). Esto sugiere que la producción de discurso narrativo no influye en el tipo de estructura sintáctica codificada por el niño, como sí sucede, en cambio, con la frecuencia y el tipo de función desempeñada por el conector (Tabla III).
Por un lado, nos encontramos con que los participantes utilizan si para introducir una construcción subordinada, con una función completiva (1), de tal modo que puede consistir en una interrogativa indirecta (2):
Corpus: Fernández-Aguado. Transcripción: Ainhoa/030613b.cha. Edad: 3;6.13
*CHI: se baja y luego se fue <por aquí> [/] <por aquí> [/] <por aquí> [/] <por aquí> [/] <por aquí> [/] <por aquí> [/] por aquí y se fue aquí.
*CHI: luego bajó [/] bajó [/] bajó y luego cogió el catalejos para ver si venía alguien.
Corpus: Vila. Transcripción: 021108.cha. Edad: 2;11.08
*CHI: quieres abrirlo?
*JOS: cómo?
*CHI: si quieres.
*CHI: abrirlo.
*JOS: no.
No obstante, estos usos completivos tienen una escasa representación en los datos, pues apenas superan el 21% del total de usos sintácticos de si. La función más frecuente en todos los corpus consultados es la de nexo en construcciones condicionales, lo que contradice los resultados de Aguado (1995). En las muestras analizadas estos usos se aproximan al 80%, por lo que no solo es una función fre cuente, sino claramente su función principal en términos de frecuencia. La idea queda reforzada cuando consideramos todas las ocurrencias del nexo en conjunto, pues observamos que cerca de la mitad (48,96%) constituyen precisamente usos de si como enlace en construcciones condicionales:
Hay dos corpus que presentan, en comparación con el resto de bases de datos consultadas, dos porcentajes anómalos, de acuerdo con los intervalos de confianza (x̄ =49,52%; σ=14,9%; IC=39,62%-64.42%): el corpus Vila, donde apenas supera el 31%, y el corpus Ornat, en el que se supera el 70%. Se trata de dos corpus de conversación espontánea, por lo que las circunstancias de producción están menos controladas y, por consiguiente, la variabilidad contextual es mayor que en los corpus de narrativas, de tal modo que, de nuevo, hemos de tener en cuenta posibles efectos situacionales, así como diferencias en las técnicas de recogida de datos. Con independencia de estos dos casos, las cifras dan cuenta de la relevancia que si alcanza, en términos de frecuencia, como nexo condicional en periodos tempranos.
Centrándonos exclusivamente en su función predominante en las muestras, a continuación procedemos a desentrañar las propiedades fundamentales de las estructuras condicionales. En este sentido, lo primero que interesa señalar tiene que ver con la dislocación de las cláusulas, dado que, en las 259 construcciones que hemos detectado, observamos un notable desequilibrio entre las dos posibilidades existentes, de manera que la anteposición de la cláusula que contiene el nexo (prótasis) supera el 92%:
Con excepción del corpus Linaza, donde la distribución está más repartida, todos los corpus muestran una clara preferencia por la anteposición, con un porcentaje que ronda en todos los casos el 90%. Una vez más, detectamos una relación significativa entre los contextos registrados y las frecuencias obtenidas, según el test de Fisher (valor = 0.0169; p < 0.05), lo que podría explicar los resultados divergentes del corpus Linaza. Es posible, pues, que la frecuencia de la posposición aumente si el niño está inmerso en un contexto propicio para esta opción, pero está claro que, incluso en edades tempranas, pueden producir condicionales con la prótasis situada al final del enunciado, si bien parecen requerirse circunstancias situacionales concretas y específicas.
Con independencia de esta posibilidad, la dislocación de la prótasis, que es la opción más frecuente en nuestros datos, puede materializarse de dos formas. En primer lugar, situándose al comienzo del enunciado o de la intervención infantil, como en (3) y (4):
Corpus: Ornat. Transcripción: 030700a. Edad: 3;7
*CHI: Mamá, Mamita!
*MAD: qué?
*CHI: mira, si le das a este botón, esto suena.
Corpus: Díez-Itza. Transcripción 10dtz30f. Edad: 3;4.07
*INV: éstos quedaron!
*CHI: sí (.) pero éstos sí.
*CHI: éste tampoco quedó porque ayer &te (.) tenía pintura y esto tiene un poco.
*CHI:si le echas de éste tiene pintura.
*INV: claro ( y tienes dos.
O bien en medio del enunciado, y por tanto de un discurso más extenso, que suele presentar un carácter fuertemente narrativo:
Corpus: Fernández-Aguado. Transcripción: Ana\031121c. Edad: 3;11.21
*CHI: cuando se cae éste al agua y se da [*] una pupu@f (.) y se va al médico.
*CHI: pero eso no se toca porque si nos lleva al hospital nos hace daño.
En cambio, la posposición de la cláusula subordinada, la que contiene el nexo, es realmente extraña en los datos, con una frecuencia que apenas supera el 7%:
Corpus: Ornat. Transcripción: 021100c. Edad: 2;11
*CHI: pero, pero Irene se puede venir conmigo si quiere.
*PAD: claro pues díselo.
Esta características ya habían sido apuntadas en trabajos precedentes (Albano de Vázquez, 1991), e incluso reportadas en otros contextos idiomáticos (Diessel, 2004; French y Nelson, 1985). Se han aportado explicaciones, vinculadas con el tipo de significado expresado por el nexo (Diessel, 2005) o con una mayor faci lidad de procesamiento cognitivo, ya que resulta más simple, desde un punto de vista lógico, situar la condición en primer lugar, puesto que se respeta así la temporalidad expresada en la secuencia: “si p, entonces q” (Bowerman, 1986).
Hay, de hecho, otro aspecto cuantitativo que es coherente con esta circunstancia y que tiene que ver con la morfología verbal de la prótasis, un aspecto que es clave para entender el tipo de significado expresado a través de la construcción. En este caso, además, al comparar los resultados entre los corpus de narrativas y los corpus de habla espontánea, comprobamos que el tipo de situación contextual no parece determinar el modo verbal seleccionado, de acuerdo con la prueba de Fisher (valor = 1; p < 0.05):
Sucede que, en nuestros datos, más del 68% de las cláusulas con si están codifi cadas con formas verbales en presente de indicativo, lo que coincide, una vez más, con los resultados de Albano de Vázquez (1991: 65):
Corpus: Marrero. Transcripción: 040626. Edad: 4;6.26
*MJO: porque ella lo conduce, a que sí?
*CHI: claro, si tú lo conduces [*] será [/] será tuyo.
Corpus: Linaza. Transcripción: 4030600d.cha. Edad: 3;6.0
*PAD: como un árbol te vas a hacer de grande.
*CHI: sí (.) yo un árbol si está muy largo es un árbol.
La segunda opción más frecuente es la elipsis, esto es, que se omitan las formas verbales. En este caso, se trata de construcciones con carácter negativo en las que se ha optado por elidir el verbo (si no), como en (9) y (10):
Corpus: Díez-Itza. Transcripción: 01dtz30m. Edad: 3;2.09
*INV: de verdad ?
*CHI: sí de verdad (.) voy <a ver> [//] a decir una cosa a mi madre (.) porque si no (.) pues (.) se enfada !
Corpus: Fernández-Aguado. Transcripción: Asier\030005b. Edad: 3;0.05
*CHI: mamá.
*MOT: qué?
*CHI: <qué si no> [//] (.) mamá (.) me acercas esto que si no no puedo.
Las condicionales que codifican los verbos de la prótasis en subjuntivo son prácticamente anecdóticas, pues se reducen a tres casos (1,16%), y además pare- cen plantear dificultades al niño a la hora de flexionar adecuadamente el verbo de la apódosis, como sucede en (11):
Corpus: Ornat. Archivo: 031000d. Edad: 3;10
*PAD: si yo te quitara el lápiz, podrías escribir?
*CHI: no.
*PAD: sí?
*CHI: si me quitaran el lápiz no podía escribir.
Este notable desequilibrio entre los tiempos y modos verbales está relacionado con el tipo de significado y con la intención comunicativa del hablante a la hora de producir estas construcciones, puesto que las formas en subjuntivo, propias de las condicionales irreales, expresan una “causa imposible o improbable”; en cambio, y al menos hasta los 5;0 años, los niños utilizan las condicionales para vehicular un significado relacionado con una causa posible o de realización probable, es decir, muestran preferencia por las condicionales fácticas. Además, hay que destacar, en contra de lo establecido en los primeros estudios experimentales en inglés (Kuczaj y Daly, 1979, Menyuk, 1969), que los niños no parecen tener problemas a la hora de producir estructuras condicionales, pues, en líneas generales, no presentan errores y son utilizadas en contextos interaccionales y discursivos donde son perfectamente esperables y coherentes.
Así, en concreto, en nuestros datos los participantes recurren a las condicionales para referirse a situaciones futuras cuya realización implica la consecuente materialización de la acción expresada en la cláusula principal, de tal modo que suelen utilizarlas para hacer predicciones sobre eventos futuros. Por ejemplo, es habitual que las usen para realizar advertencias, órdenes veladas o amenazas, de manera indirecta, evitando así resultar demasiado impositivos:
Corpus: Fernández-Aguado. Transcripción: 030609b.cha. Edad: 3;6.09
*AIN: esto era la cárcel.
*CHI: pues porque si alguno se porta mal (.) pues lo metíamos a la cárcel.
Corpus: Marrero. Transcripción: 040416.cha. Edad: 4;4.16
*MJO: las latas hacia aquí vienen?
*CHI: sí, es que si abres esto vienen todas las latas!
Por este motivo, una opción recurrente en las muestras analizadas es la de las condicionales negativas, que se ajustan perfectamente a este carácter directivo. El siguiente ejemplo es particularmente ilustrativo, puesto que la niña está jugando con su padre a que ella desempeña el papel de hermana mayor que, a su vez, cuida de su hermano pequeño (papel representado por el adulto), de ahí que use condicionales para dar órdenes y lanzar advertencias:
Corpus: Ornat. Archivo: 020800a.cha. Edad: 2;8
*CHI: 0 [% Mamá entra y sale] Mamá ya te he hecho un café.
*CHI: ahora cuando venga Mamá +...
*CHI: este es pa(ra) ti, eh?
*CHI: te lo vas a tomar entero, porque si no te lo tomas entero, no vamos a la calle con el Pego [: perro] , eh?
*CHI: y con Mamá.
*CHI: si no se toma tu &caf (.) si no te tomas tu caf , no vamos a la calle.
*PAD: no?
En el caso de las condicionales en negativo, sin embargo, lo habitual es que se omita la forma verbal de la cláusula subordinada, como ya hemos comentado:
Corpus: Díez-Itza. Transcripción: 01dtz30m.cha. Edad: 3;2.09
*INV: oye pero (.) me lo vas a contar?
*CHI: sí pero xxx.
*INV: de verdad?
*CHI: sí de verdad (.) voy <a ver> [//] a decir una cosa a mi madre (.) porque si no (.) pues (.) se enfada!
Así pues, el conector si manifiesta una relación de condicionalidad entre dos miembros, de tal modo que el nexo encabeza la cláusula que expresa la condición o el evento probable, pero que no ha sucedido, y que, en caso de materializar se, tiene como consecuencia la realización del evento de la cláusula principal. El miembro encabezado por si, por consiguiente, actúa como causa desencadenante de los hechos denotados en el miembro principal, que remiten a la consecuencia o el efecto de la acción. Debido, precisamente, a estas propiedades semánticas y pragmáticas, los niños suelen emplear construcciones condicionales también en contextos descriptivos, como en (16), en el que se le explica al adulto en qué consiste un determinado juego:
Corpus: Díez-Itza. Transcripción: 12dtz36m.cha. Edad: 3;07.02
*INV: a_ver (.) en qué consiste el juego?
*CHI: eh (.) eh (.) de &d de +...
*INV: yo (.) qué tengo que hacer?
*CHI: cinco y cinco (.) y dices (.) de por ejemplo (.) de (.) eh (.) copas (.) y si hay copas (.) las llevas.
*INV: pero (.) qué tengo que hacer?
*CHI: si son los números iguales (.) eh (.) tienes que eh (.) eh (.) si es copa y copa tienes que llevártelas.
Observamos que el niño presenta a su interlocutor determinadas situaciones hipotéticas, que pueden tener lugar durante el transcurso del juego, de ahí que, en apenas dos intervenciones, aparezcan hasta tres estructuras condicionales. Se trata de un contexto especialmente propicio para hablar de eventos futuros y probables, para comunicar acciones posibles y sus consecuencias. Algo semejante sucede en el siguiente intercambio, en el que el niño describe al adulto el funcionamiento de una máquina de café de juguete:
Corpus: Marrero. Archivo: 040416.cha. Edad: 4;4.16
*CHI: oye, espera, sabes qué?
*MJO: qué?
*CHI: que el vaso cae, pone la azúcar [*] uno [//] &po [//] cae la azúcar [*], cae la leche y si le das [//] y si le doy al [/] al botón de azúcar [*] le sale azúcar [*].
*MJO: qué estupendo, es una máquina estupenda, eh?
Esto supone que, por el tipo de significado expresado y el tipo de intención comunicativa que los niños vehiculan con estas construcciones, el si condicional parece requerir de unas situaciones contextuales específicas y concretas, habitual mente de carácter directivo: descripciones, explicaciones, amenazas, mandatos, advertencias, instrucciones. En concreto, los discursos narrativos, por su espíritu descriptivo, son especialmente propicios y no es extraño encontrar en las muestras intervenciones infantiles extensas, en el marco de una narración, que incluyen una o varias condicionales:
Corpus: Ornat. Transcripción: 020500f.cha. Edad: 2;05
*MAD: la chaqueta sí porque si no qué pasa?
*CHI: no sé.
*MAD: que coges frío.
*CHI: si me la quito cojo f(r)ío y me caigo y cojo a tambor y cuando cojo al osito Wily se se choca con un t(r)anvía y vienen los bomberos y viene la policía.
Los ejemplos observados sugieren, por tanto, que las condicionales en eda des tempranas se emplean para plantear hipótesis fácticas, esto es, para expresar una relación lógica de tipo causal-consecutiva entre dos eventos, frecuentemente “para describir posibilidades y las consecuencias que estos hechos desencadenan si finalmente suceden” (Enríquez Martínez, 2017: 172). Este significado, que es coherente con la frecuencia de los tiempos y modos verbales que hemos detectado en nuestros datos (Tabla VII), está claramente vinculado con la expresión de la causalidad en un mundo posible, y no tanto con el de acciones en el mundo real, para lo cual los niños disponen de las construcciones causales con porque. Por tanto, las construcciones condicionales tienen efectos comunicativos diferentes a los asociados con estas últimas.
En definitiva, los usos de si analizados en este estudio muestran que distin tos participantes, en diferentes contextos dialectales y en situaciones contextuales diversas -narraciones espontáneas, narraciones provocadas, habla espontánea durante el juego, etc.-, presentan interesantes coincidencias en lo que respecta a las propiedades formales, semánticas y pragmáticas de las construcciones condicionales entre los 1;6 y los 5;0 años. De acuerdo con los resultados obtenidos, el “prototipo” de construcción condicional en el habla infantil en las edades tempra nas parece responder al siguiente modelo:
Los resultados de nuestra investigación sugieren que el esquema construccional más frecuente de las estructuras condicionales responde al modelo de las condicio nales reales de la gramática adulta y se caracteriza por situar en primera posición a la cláusula encabezada por el nexo, con el verbo conjugado en presente de indica tivo, si bien puede suceder que se omita, especialmente en contextos de condicionalidad negativa (si no). Los niños recurren a estas construcciones para expresar una relación de causalidad posible entre dos eventos, en el que uno de ellos supone una condición necesaria para que el otro se materialice.
CONCLUSIONES: ORIGEN Y PATRÓN DE DESARROLLO
Las ideas establecidas en el campo de la adquisición de la lengua sobre el desarrollo de las construcciones condicionales en español se han asentado sobre datos rela tivamente escasos, así como provenientes de otros contextos idiomáticos (Clark, 2017: 88). El estudio de corpus que hemos llevado a cabo, basado en datos ob servacionales, apunta a la necesidad de desterrar definitivamente algunas ideas y aporta datos descriptivos que pueden servir para establecer hitos evolutivos sobre su proceso de desarrollo en nuestra lengua. En primer lugar, hemos detectado en las muestras analizadas que si es un nexo poco frecuente en edades tempranas, pero no tan tardío como se suele creer, puesto que aparece en torno a los 2;6 años, fun damentalmente para actuar como conector sintáctico. Al contrario de lo estableci do en algunos estudios precedentes (Aguado, 1995), la función con más presencia en nuestros datos es la de conector sintáctico en estructuras condicionales. Por consiguiente, podemos afirmar que nuestro trabajo sugiere que antes de los 5;0 años el nexo se emplea prototípicamente para actuar como enlace en estructuras complejas, lo que vincula la emergencia de si con la expresión de la condicionali- dad. En concreto, el nexo manifiesta una relación de causalidad posible entre dos eventos, de ahí que sean utilizadas por los niños para hacer predicciones sobre he- chos futuros: advertencias, amenazas, descripción de posibilidades o hipótesis, etc. Por otra parte, hemos analizado un total de 259 construcciones condicionales, producidas por diferentes participantes, de distintas bases de datos y en situacio nes contextuales diversas, y hemos observado que, además de su carácter fáctico, presentan una serie de características comunes, algunas ya reportadas por la biblio- grafía especializada: estructuras multiproposicionales, emitidas individualmente por el niño en una misma intervención, con la anteposición de la prótasis y el verbo conjugado en presente de indicativo (Albano de Vázquez, 1991). Todo ello apunta hacia la emergencia de las condicionales a partir de un esquema concreto, claramente definido en la gramática adulta: las condicionales reales (Narbona, 1990: 87-93; Rivas, 1990). Si bien es deseable ampliar las evidencias en futuras investigaciones, aumentando la muestra de participantes, los datos descriptivos aportados sugieren que los niños adquieren si en unas circunstancias comunicativas y gramaticales específicas y que, mediante estrategias de análisis, extienden su uso a otros modelos, como las condicionales irreales o potenciales, todavía ex trañas en este periodo evolutivo, hasta finalmente configurar el esquema general y abstracto de “construcciones condicionales” (Goldberg, 2005). De este modo, su proceso de desarrollo, que comienza entre los 2;0 y los 3;0 años, es gradual y progresivo, pero no se origina en la fusión de dos turnos emitidos por hablantes diferentes (proceso de integración), como sucede con otras estructuras complejas de tipo conjuntivo -como causales o adversativas- (Aparici et al., 2001; Enríquez Martínez, 2017), sino en la producción individual de un esquema concreto en contextos determinados que, posteriormente, se extiende a otros moldes formales a través de un proceso de expansión (Diessel, 2004: 4; Givón, 2009: 128). Sería interesante que esta hipótesis fuera corroborada en investigaciones posteriores, especialmente de carácter longitudinal, y en contextos dialectales diversos.
Los resultados obtenidos apuntan hacia una serie de diferencias de si frente a otros conectores tempranos, que han de ser consideradas por parte de los teóricos y estudiosos del lenguaje infantil. Para empezar, si no parece ser un conector tardío, si bien tiene, frente a otros enlaces, una baja rentabilidad en las edades tempranas, dado que, por su significado, presenta una alta dependencia contextual. Otra di ferencia importante tiene que ver con sus funciones, puesto que actúa desde que aparece como conector sintáctico, lo cual difiere del comportamiento de otros en- laces, sea en español (Gili Gaya, 1972; Hernández-Pina, 1984) o en otras lenguas (Bloom et al., 1980; Clancy et al., 1976; French y Nelson, 1985; Steffani, 2007), que inicialmente se emplean fundamentalmente como marcadores discursivos. En consecuencia, las estructuras condicionales en realidad se encuentran entre las pri meras estructuras sintácticas avanzadas en ser emitidas de forma completamente autónoma por el niño, sin el apoyo adulto7. No solo, pues, debemos replantearnos su concepción como estructuras tardías, sino que incluso, desde este punto de vis ta, podría considerarse que son las primeras construcciones complejas en aparecer, al menos de manera “completa”, con su producción dependiendo exclusivamente del niño, puesto que el proceso de desarrollo de otras construcciones complejas es más dilatado y parece requerir de una mayor intervención del interlocutor adulto (Aparici et al., 2001: 22; Enríquez Martínez, 2017: 196-197).
Estos descubrimientos tienen importantes consecuencias en terrenos teóricos y prácticos, por su carácter descriptivo. Por un lado, las particularidades identifica- das en la ruta evolutiva de las condicionales frente a otras construcciones comple jas constituyen evidencias que han de ser consideradas no solo por los investigadores interesados en la adquisición del lenguaje, sino también en el debate teórico que sigue existiendo en cuanto a su clasificación en la gramática adulta como parte de la misma categoría: las oraciones bipolares (Rojo y Jiménez Juliá, 1989). Por otro, es necesario que los materiales clínicos y pedagógicos tengan en cuenta los datos descriptivos aportados y actualicen los perfiles evolutivos en relación al uso de estas construcciones complejas en edades preescolares, de manera que las evaluaciones y las intervenciones planificadas se ajusten a la realidad empírica del español (Barako y Schuele, 2013; Fernández Pérez, 2014; Fernández Vázquez y Aguado Alonso, 2007). Esto supone, en definitiva, reconsiderar la idea de que las condicionales son estructuras tardías y cognitivamente demasiado complejas, desde el punto de vista lógico, para los niños en edades tempranas.