PROYECTO DE DESARROLLO TERRITORIAL PDT-NARIÑO:

ENFOQUE, APUESTAS Y APRENDIZAJES PARA TEJER LA PAZ

Territorial Development Project PDT- Nariño: Approach, Commitments, and Lessons Learned for building Peace

Resumen

El presente artículo analiza la contribución del Proyecto de Desarrollo Territorial en Condiciones de Paz PDT-Nariño al proceso de territorialización de la paz en una zona históricamente afectada por el conflicto armado en el suroccidente de Colombia. Este proyecto fue ejecutado entre 2016-2023 con el apoyo técnico y financiero de la Agencia Española de Cooperación (AECID) y la Unión Europea en alianza con la gobernación de Nariño y las alcaldías de Pasto, Ipiales y Tumaco.  La revisión teórica articula la categoría de la construcción de paz territorial desde la gobernanza.  La investigación adopta un enfoque metodológico cualitativo sustentado en la sistematización de experiencias y se apoya en un análisis temático inductivo, asistido por NVivo, que permitió codificar y categorizar unidades de sentido para configurar un macrorrelato integrador en tres aristas: 1) El enfoque de intervención del proyecto, alineación y concertación de la estrategia de cooperación internacional territorializada, 2) Las formas de gestión territorial y comunarias como alternativas integrales de vida y bienestar duradero; y 3) La identificación de lecciones aprendidas con potencial de réplica.  Se sostiene como tesis que el PDT-Nariño contribuyó a territorializar la paz al fortalecer capacidades locales, proponer la articulación de actores desde las agendas públicas y promover culturas técnicas sostenibles con enfoque diferencial.  Las conclusiones destacan los principales hallazgos y sugieren nuevas agendas investigativas para la acción transformadora (praxeología de la paz).

Palabras clave: Capacidades; Territorio; Sostenibilidad local; Saberes populares.

Recibido 30 de abril de 2025 - Aceptado 31 de mayo de 2025

* Magíster en Ciencias Sociales con énfasis en Desarrollo Local y Territorial, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales - FLACSO, Quito (Ecuador). Docente e Investigador Escuela Superior de Administración Pública - ESAP- Colombia. Correo: harvey.criollo@esap.edu.co, ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7170-0050.

Harvey Criollo Manchabajoy*

Abstract

This article analyzes the contribution of the Territorial Development Project in Conditions of Peace PDT- Nariño to the process of territorialization of peace in an area historically affected by the armed conflict in the southwest of Colombia. This project was implemented between 2016-2023 with the technical and financial support of the Spanish Cooperation Agency (AECID) and the European Union in alliance with the Governorate of Nariño and the Mayors’ Offices of Pasto, Ipiales, and Tumaco. The theoretical review articulates the category of territorial peacebuilding from the perspective of governance. The research adopts a qualitative methodological approach based on the systematization of experiences and is supported by an inductive thematic analysis, assisted by NVivo, which allowed codifying and categorizing units of meaning to configure an integrating macro narrative in three aspects: 1) The intervention approach of the project, alignment, and agreement of the territorialized international cooperation strategy, 2) The forms of territorial and community management as integral alternatives of life and lasting wellbeing and 3) The identification of lessons learned with potential for replication. The thesis is that the PDT-Nariño contributed to territorializing peace by strengthening local capacities, proposing the articulation of actors from public agendas, and promoting sustainable technical cultures with a differential approach. The conclusions highlight the main findings and suggest new research agendas for transformative action (praxeology of peace).

Keyword: Capacities; Territory; Local sustainability; Folk knowledge

1.- Introducción

Colombia ha sufrido una larga historia de conflicto armado y violencia política, también tiene una historia de más de cuatro décadas de búsqueda incesante de la paz. En varias de sus regiones, existen nuevas dinámicas de conflicto que reflejan un camino no lineal hacia la paz, por ello la construcción de una paz estable y duradera es necesaria e impostergable. En los últimos años, se ha posicionado el concepto de “construcción de paz territorial” (peacebuilding), y a la luz de este, los territorios, institucionalidad, organizaciones sociales, gremios, cooperación internacional etc, imaginan e implementan iniciativas transformadoras. Sus herramientas analíticas y praxeológicas están enraizadas en los profundos retos cotidianos de las violencias donde los procesos construidos desde las bases de la sociedad, el contexto situado, la participación y el consenso de los diversos actores, determinan en gran medida su alcance, sentido y resultados como contribución al rompimiento de los patrones y ciclos destructivos de la violencia (Galtung, 1976).

El territorio como concepto analítico, ha sido utilizado desde la geografía como un sinónimo del espacio y desde la economía como visión productiva de los recursos y la organización (Martínez, 2012). Sin embargo, en los últimos años complementariamente se observa que, existe una exhaustiva revisión por la sociología y la antropología en relación con el mismo concepto, de este modo, emerge la noción de territorio como un proceso de “construcción social”. En este contexto, cobran un papel destacado las dimensiones económicas, sociales, culturales, medioambientales, geográficas y organizativas que desempeñan un papel fundamental en la configuración del territorio (Baudelle et al., 2011). El axioma, en palabras de Aguilar (2003) es el siguiente: “La sostenibilidad del todo,-en este caso del territorio-, solamente puede estar fundada en la sostenibilidad combinada de sus partes y es un bien cualitativamente mayor que la suma de las mismas” (2003, p.3).

La paz y desarrollo en dinámicas locales son posibles desde prácticas, costumbres, instituciones y formas de gobernanza propias. “Tejer paz” como enfoque territorial es un proceso complejo forjado tanto desde una perspectiva institucional como comunitaria. Surge de una agenda gubernamental, pero también endógenamente se nutre de las necesidades percibidas por la sociedad civil. En este contexto, el diálogo emerge como una herramienta esencial tanto para la negociación, el fomento del empoderamiento y la sostenibilidad (Salas-Salazar, 2016).

La Cooperación Española, en el Marco de Asociación País MAP (2015 -2019) estableció favorecer procesos de desarrollo y gestión territorial en áreas remotas de la nación colombiana, con altos índices de pobreza extrema e históricamente afectadas por el conflicto armado como son los departamentos de Nariño y Chocó. Ambos territorios son ricos en recursos naturales y diversidad étnica y cultural, pero con un crecimiento de su desarrollo económico y humano lento, explicado por la persistencia de problemas sociales profundos, desigualdad, baja productividad y poca inversión social. En suma, la violencia directa en los territorios no está disociada de la violencia estructural.

El Departamento de Nariño está ubicado al Suroccidente de Colombia. Limita al norte con el Departamento del Cauca, al occidente con el Océano Pacífico, al oriente con el Departamento del Putumayo y al Sur está situada el área de confluencia y frontera con la República del Ecuador. De este modo, su ubicación geopolítica es privilegiada al encontrarse en un corredor andino, amazónico y pacífico.

Durante los últimos 25 años, el accionar de grupos armados ilegales (guerrillas, paramilitares y bandas criminales) han generado una disputa por el control territorial, las rutas del narcotráfico y otros intereses ilegales. Según datos de la Unidad para las Víctimas 619.417 (36.34%) de la población nariñense son víctimas directas del conflicto armado (Gobernación de Nariño, 2024). A las demandas históricas asociadas con las necesidades de infraestructura vial, educativa, de salud, de ingresos económicos y de servicios públicos, se suman una serie de reivindicaciones de seguridad humana, sociales, étnicas y comunitarias, que exigen la ejecución de procesos duraderos orientados a transformar dignamente las críticas condiciones de vida.

La Constituyente por Nariño , los cabildos abiertos, El programa ART REDES (PNUD,) el CONPES Agropecuario, la Agenda de Paz de Nariño, el Proyecto de Desarrollo Territorial PDT-Nariño y, desde el año 2023, los diálogos regionales vinculantes para la formulación del Plan Desarrollo Nacional y los Diálogos de Paz con grupos armados ilegales entre ellos, el Frente Comuneros del sur (escisión del ELN) y La segunda Marquetalia (disidencia de las FARC) en el marco de la política de paz total, son algunos procesos e intentos a favor de la co-construcción de la paz.

El Proyecto Desarrollo Territorial en el departamento de Nariño (PDT- Nariño), como estrategia de cooperación internacional, inicia su etapa exploratoria en el año 2016 y su fase de alistamiento anticipa un apoyo a la implementación del Acuerdo de Paz prontamente a firmarse entre el Gobierno Colombiano con las FARC-EP resultado de los diálogos de paz llevados a cabo en la Habana, Cuba.

La pregunta orientadora central que ayudó a explorar la presente investigación fue: ¿De qué manera la implementación del Proyecto de Desarrollo Territorial PDT-Nariño (2016-2023) ha contribuido al proceso de territorialización de la paz en el departamento de Nariño?. Para dar razón de este interrogante fue imprescindible abordar de manera interrelacionada al menos dos conjeturas: ¿cuáles son los principios y componentes que estructuran el enfoque de intervención del PDT-Nariño? En los territorios priorizados para su implementación ¿qué formas de gestión territorial y comunitaria emergen como alternativas integrales orientadas a la paz territorial? Se trata, en suma, de un intento por indagar y construir saberes contextualizados a partir de una experiencia de construcción social y territorial de paz, mediante el estudio de un enfoque de intervención y su relación interdependiente con la gestión de acciones transformadoras en perspectiva de sostenibilidad local.

La selección de este caso responde a su relevancia contextual, praxeológica y a su potencial para generar aprendizajes replicables en otros territorios. Los resultados de la investigación se vinculan con la reconstrucción e interpretación de una serie de aprendizajes y transformaciones situadas no solo materiales sino por la capacidad colectiva en la generación de confianza, cohesión social, legitimidad institucional, identidad y apropiación territorial. Se espera lograr un aporte al debate académico acerca del fortalecimiento de políticas públicas de paz con enfoque territorial y su articulación efectiva a los diseños y facilitación que desde la Cooperación internacional pueden generarse.

2. Metodología

La metodología utilizada en el desarrollo de la presente investigación es cualitativa, enfocándose en la “sistematización de buenas prácticas”. La sistematización es reconocida como una modalidad de investigación que surge como un esfuerzo consciente por capturar, documentar y reflexionar críticamente sobre una práctica concreta y sus resultados. Implica adelantar lecturas organizadas de la experiencia, teorización y cuestionamientos contextualizados con el propósito de comunicar el conocimiento producido. De este modo, la sistematización busca reconstruir e interpretar las experiencias, privilegiando los saberes y el punto de vista de los participantes (Barragán y Torres, 2017). Las lecciones se aprenden en determinadas circunstancias y contextos, pero tienen el potencial para ser ampliadas sus dimensiones a situaciones y contextos más extensos.

El periodo en la que se llevó a cabo el presente estudio fue el año 2023. La fase previa de planificación del proceso investigativo con la coordinación del PDT-Nariño y su equipo de profesionales, resultó un papel fundamental pues en ella se identificaron con precisión los objetivos, las preguntas de investigación, las fuentes de información, quiénes participan y cómo llevar a cabo la recopilación de datos

En cada línea estratégica del PDT-Nariño, se seleccionaron y documentaron buenas prácticas. A partir de una ruta de trabajo investigativa colaborativa y dialógica entre el investigador principal y el equipo técnico del proyecto, se lograron documentos de sistematización por cada una de ellas, los cuales posteriormente fueron insumos analíticos para la presente investigación.

La selección de actores se realizó mediante muestreo intencional y estratégico, con base en su participación en las distintas fases e involucramiento directo en las buenas prácticas del proyecto, experiencia en el tema o por desempeñar cargos en las dependencias u oficinas con las cuales PDT-Nariño tuvo interacción continua. Es así como fueron identificados perfiles de interés entre lideresas y lideres comunitarios, integrantes de organizaciones sociales y funcionarios públicos; lo anterior garantizando representatividad equilibrada en tres municipios de intervención: Pasto, Ipiales y Tumaco. En esta fase se aplicaron un total de doce (12) entrevistas semiestructuradas, cuatro grupos focales y siete visitas a campo.

En la tabla N° 2 se logra visualizar las preguntas guías y temáticas del proceso de sistematización; en ella también se establecen los aspectos centrales y alguna recomendaciones, permitiendo que la buena práctica especifica una vez documentada pueda ser comprendida desde la perspectiva analítica concreta.

La Interpretación de la experiencia se construyó a partir de un análisis fundamentado en ejes temáticos, definidos como nudos problemáticos y sentidos emergentes. Estos fueron identificados mediante el reconocimiento de tópicos recurrentes que surgieron tanto en los relatos de los diferentes actores como en el análisis transversal de la experiencia sistematizada. El proceso buscó realizar una reconstrucción ordenada y reflexiva de lo acontecido en las experiencias seleccionadas en diálogo constante con las condiciones contextuales intrínsecas y extrínsecas que influyeron en su orientación y desarrollo.

El presente artículo se inscribe en la fase de potencialización de la experiencia. Para ello se tomó como base analítica la sistematización las siete buenas prácticas priorizadas. En simultaneidad, fue necesario la revisión de informes y documentos técnicos (planes de acción anuales, actas de concertación), publicaciones, fuentes visuales y audiovisuales, todos ellos producidos al interior del proyecto PDT-Nariño.

En esta fase, el procesamiento y triangulación de la información se realizó mediante un análisis temático inductivo, apoyado en el sofware Nvivo 14, lo que permitió la organización y codificación de las unidades de sentido en categorías emergentes. La finalidad en esta fase fue la producción de un macro-relato consensuado. Aquí se acude tanto a la capacidad interpretativa, desde referentes políticos y epistémicos, como al aporte de referentes conceptuales provenientes de los campos de conocimiento que aportan a una interpretación más profunda en cada uno de los tópicos.

Se trata, por tanto, de una forma de conocer a partir de prácticas concretas con el propósito de construir conocimiento “desde el proceso vivido” y hacer accesible una comprensión práctica, reflexiva y situada.

3. Resultados

La combinación de niveles de análisis en la presente investigación ofrece resultados en tres campos fundamentales articulados a la naturaleza e implementación del PDT-Nariño: el enfoque de intervención, las formas de gestión territorial y comunarias como alternativas integrales de vida, bienestar duradero y paz territorial y las lecciones aprendidas.

El enfoque de intervención

En el Acuerdo de Paz finalmente firmado entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP, en septiembre de 2016, se utiliza el término “Paz Territorial” para enunciar entre otros criterios, que todas las medidas que se implementen deben ser proyectadas desde los lugares en los que la violencia tiene presencia directa. La paz no se logra con la simple firma de los acuerdos derivados de los diálogos de paz, ni con el silenciamiento de las armas.

El PDT-Nariño, en atención a los planteamientos derivados del Acuerdo de Paz, así como a los énfasis transversales prioritarios por Marco de Apoyo a la Paz -MAP-, estuvo orientado a fortalecer las capacidades (institucionales y de la sociedad civil) de gobernanza del territorio, específicamente a la aceleración del ritmo de implementación del Acuerdo, buscando asegurar que las principales medidas tengan concreción sostenible en el territorio, garantizando los enfoques transversales de Derechos Humanos, la igualdad de género, étnico y territorial.

Alinear la estrategia de actuación general del PDT- Nariño con las dinámicas territoriales en términos de desarrollo y paz , implicó articular las prioridades expresadas en el MAP, los Planes de Desarrollo Municipales, Departamental y Nacional, reconociendo y vinculando las demandas emergentes de las organizaciones sociales, gobiernos locales, organizaciones de mujeres, víctimas y productores rurales.

¿Qué actores no violentos en Nariño están impulsando dinámicas no violentas (agropecuarias, ambientales, políticas, de movilización social, institucionales, de gobernabilidad, de control territorial) que pueden ser útiles para enfrentar los mismos problemas generadores del conflicto armado?.

Uno de los factores orientadores residió en la progresiva adopción de una visión territorial del conflicto armado y en sus respectivas dinámicas pacíficas que permita actuar de forma local y directa sobre las poblaciones afectadas. LLas dinámicas de violencia, los actores armados y causas del conflicto (primer triangulo) generan amenazas y riesgos en los territorios. Los actores no violentos, las dinámicas no violentas (segundo triangulo) generan capacidades para el tejido de paz (Ver figura No 2). Identificar, reconocer y desarrollar los activos y capacidades de paz se convierte en la estrategia fundamental en los procesos de la construcción de paz (Paladini, 2018).

Entre las capacidades territoriales existentes que fueron tenidas en cuenta en la dinamización del PDT Nariño, en su generalidad, es posible destacar cinco aspectos fundamentales:

- La construcción de visión prospectiva y sostenible del territorio: las agendas estratégicas (planes, estrategias, políticas) coadyuvan a que las poblaciones focalizadas portadoras de intereses comunes y horizontes compartidos, deriven concreciones discursivas, axiológicas; esto es, produzcan una sensibilidad específica hacia temas, preocupaciones y valores centrales. Principalmente las propias comunidades locales cuentan con unos imaginarios, unas visiones de futuro, mediante las cuales se demuestra una idea de porvenir posible: El “Buen vivir”, la “Sostenibilidad Regional”, el “Desarrollo humano sostenible”, el “Wat Usán” (Pueblo Awá), “Vivir sabroso” (Comunidades Afro). Su significado es profundo: en general se refiere a la realización ideal y hermosa del planeta tierra y la posibilidad que las personas puedan tener una vida digna, en plenitud, en equilibrio y armonía. Es entender la importancia del “bien común” como guía para la acción social, política, económica, cultural, ambiental e incluso espiritual de los pueblos.

- Estructura y red de relaciones (Multiactor, Multinivel, Multisector): aprovechar la red de alianzas locales entre los diversos actores de la región (instituciones locales y a multinivel, organizaciones sociales, comunitarias, grupos étnicos, etc). El PDT contribuye a la construcción de capital social desde dos dimensiones centrales: a) la fortaleza interna de las organizaciones de base, asociaciones productivas, mesas de trabajo u otras formas de organización de la población local y, b) las redes y alianzas formadas hacia: con los gobiernos locales, con los procesos de encadenamiento a la producción y comercialización dentro o fuera del territorio, con el diseño e implementación de políticas públicas.

- Acción estratégica y transformadora: La estrategia es una suma de acciones que confluyen para resolver una complejidad social y avanzar progresivamente en la generación de condiciones (Victorias tempranas) para pasar a un estado de transformación. Las estrategias no son soluciones anticipadas o asistencialistas, sino un marco de trabajo creativo para que la experiencia se vuelva asertiva y eficaz; para ello fue necesario ubicar acciones institucionales que generen el mayor impacto y consistencia posible, lo mismo que sugerir concertaciones interinstitucionales en un contexto más amplio y estratégico.

- Raíces: Repensar el territorio desde la historia y la memoria, caminar por su pasado, reconocer la costumbre, la tradición y todos los elementos que interactúan endógenamente como reflejo de la vida cotidiana de las personas y los pueblos.

- Apropiación: estos procesos se desarrollan con un alto nivel de participación, liderazgo, autonomía o representación de la comunidad. El impulso de agendas políticas, territoriales, sectoriales y poblacionales a corto, medio y largo plazo, y la voluntad y exigencia a los actores nacionales e internacionales se sumen a estas dinámicas dirigidas desde lo local.

El marco de actuación estratégico conjunto (Marco lógico) del PDT- Nariño, se resume en los siguientes objetivos:

Objetivo General: Contribuir al desarrollo territorial para la paz en el Departamento de Nariño.

Objetivo Específico 1: Estimular el acceso a medios dignos de vida.

Objetivo Específico 2: Reforzar la presencia del estado y restaurar el tejido social en áreas remotas en conflicto en el contexto del desarrollo rural con enfoque territorial.

El plan operativo del PDT- Nariño, establecido como bitácora técnica, política y financiera, incorpora cinco resultados los cuales pueden visualizarse en la figura N°3

El PDT-Nariño presenta cuatro principios orientadores:

Cómo se concibe y cómo se implementa la gestión para el desarrollo: es un proceso dinámico y a largo plazo que requiere un compromiso continuado, sostenible y adaptable; una mayor inclusión y el reparto de responsabilidades para el bien común.

Cómo los actores externos trabajan con los actores locales: mediante una auténtica co-creación de soluciones en beneficio por la población local y basadas en relaciones de respeto y reciprocidad.

Cómo los procesos de gestión para el desarrollo reconfiguran las relaciones entre el Estado y la sociedad: mediante la responsabilidad conjunta (pero diferenciada) de las partes para trabajar por el bien común, mediante una gobernanza sostenible e inclusiva fundamentada en líneas claras de acción y sinergia.

Cómo interactúan los grupos sociales: utilizando como base la «participación» para lograr resultados verdaderamente pluralistas e inclusivos.

Las formas de gestión territorial y comunarias como alternativas integrales de vida y bienestar duradero.

El PDT – Nariño a lo largo del tiempo de implementación benefició a un total de 19.003 personas, de las cuales el 55.4% fueron mujeres, el 11.5% fueron jóvenes. Desde lo étnico el 31.3% población afrocolombiana, el 21.5% indígenas y el 47.2% pertenecían a otras etnias. Logró interacción con cerca de 222 actores en sus 5 líneas de acción. Sin embargo, es importante precisar que debido a que un actor, puede tener más de una posición estratégica, y puede interactuar en más de un resultado, como lo hacen los entes territoriales, la realidad es que se han podido identificar 179 actores. Estas cifras indican un capital relacional clave, quienes asumieron diversos roles, situación que evidencia como fortaleza del PDT-Nariño, su alta flexibilidad y adaptabilidad a las condiciones organizativas, étnicas, territoriales e institucionales. El 70% de los actores mapeados se clasifican como beneficiarios, lo cual refleja la alta capacidad de atención y cobertura. Sin embargo, el hecho que sólo el 25% sean aliados y un 5% socios se interpreta la prevalencia de una estructura de gobernanza donde, pese a los esfuerzos, pocos actores toman decisiones o disponen de capacidad operativa del proyecto.

El resultado número 1, vinculado a mayores oportunidades económicas y productivas en áreas rurales, concentra el mayor número de actores lo que refleja mayor apoyo financiero para potencializar las vocaciones y usos del suelo en relación directa con la sustitución de cultivos de uso ilícito y el fortalecimiento de cadenas productivas.

En general el mapeo de actores del PDT-Nariño muestra una intervención altamente territorializada, con fuerte énfasis en lo comunitario, aspecto que redunda en la legitimidad social.

La implementación del PDT-Nariño durante seis años continuos (2016-2023) en los Municipios de Pasto, Ipiales y Tumaco, obtuvo resultados en las siguientes líneas estratégicas: 1) Oportunidades económicas y productivas en áreas rurales; 2) Acceso a servicios sostenibles de agua y saneamiento; 3) Incremento de capacidades de gobiernos subnacionales y otras instancias relacionadas con la intervención en los territorios 4) Participación civil en la gobernanza y 5) Resiliencia, protección y participación de las mujeres.

En relación con el fortalecimiento de la competitividad en las cadenas productivas, se impactó a un total de 3.243 beneficiarios quienes experimentaron mejoras notables en diversas áreas que abarcaron desde el mejoramiento de la infraestructura hasta la consolidación de capacidades administrativas y organizativas, así como la optimización de los procesos de comercialización, el enriquecimiento de la oferta turística, un aumento en las medidas fitosanitarias en el cultivo del coco, una mejora en la productividad y calidad del cacao, y un incremento en la generación de ingresos. El proyecto también abogó por la certificación de 15 propiedades en la cadena hortofrutícola mediante la implementación de Buenas Prácticas Agrícolas.

Por otro lado, el fomento de la cultura de emprendimiento en la educación mediante el desarrollo habilidades y competencias emprendedoras en niños, niñas y jóvenes, se llevó a cabo mediante proyectos educativos como “Emprender en mi Escuela (EME)”, “Jóvenes Emprendedores (JES)”, “La igualdad lleva A -LILA- y Tribu exploradora”. Estos proyectos se enlazaron con las directrices y metodologías nacionales del Ministerio de Educación Nacional, que establecen la incorporación de la Cátedra de Paz y Emprendimiento en las instituciones educativas en Colombia.

El turismo comunitario tuvo un impacto significativo en el bienestar de las comunidades locales, donde 669 personas se favorecieron por esta línea productiva, siendo indígenas (42%), los afrodescendientes (11%) y los campesinos (47%). Fue alentador constatar que, además de un enfoque claro en la diversidad étnica y rural, se hizo hincapié en la inclusión de mujeres, quienes representaron el 52% del total de beneficiarios.

Las organizaciones involucradas en turismo comunitario lograron avances significativos en la diversificación productiva, el fortalecimiento de redes de trabajo, una mayor y mejor articulación de actores, la promoción de la autogestión y la resolución de conflictos.

En el segundo componente de agua y saneamiento, se apoyaron diferentes acciones para mejorar el acceso sostenible a servicios de agua y saneamiento en zonas rurales de los tres municipios priorizados. Se mejoraron condiciones de 5.428 titulares de derechos, donde el 70.4% representa población afrocolombiana. Efectivamente se logró un aumento en la cobertura del servicio de acueducto en la zona rural del distrito de Tumaco, pasando del 6.84% al 8.37%.

En relación con el fortalecimiento de capacidades locales para la gobernanza territorial, a través del PDT, se brindó apoyo a los procesos de gestión institucional vinculados con la planificación, las finanzas y la cooperación internacional. Estas acciones de fortalecimiento a los gobiernos subnacionales, permitió un desempeño institucional más eficaz, optimizando la respuesta a los problemas sociales a través de la implementación de políticas públicas apropiadas.

Desde la perspectiva étnica, se destacan los procesos de formación política a través de las Escuelas de Derecho Propio, la implementación de acciones de los planes de vida y planes de etnodesarrollo, la recuperación cultural, la defensa del territorio, la protección y pervivencia física, el bienestar colectivo, el tejido social, las estrategias de resiliencia y la equidad de género.

Se destaca la articulación con Ipiales y Tumaco en procesos de fortalecimiento de Juntas comunales en la actualización normativa y de gestión (Ley 743 de 2002), así como los procesos de apoyo para la construcción de la política de participación ciudadana, el apalancamiento de la estrategia de internacionalización y de Rendición Pública de cuentas en Pasto. Desde este resultado se acompañaron igualmente las estrategias de los planes de trabajo en las Mesas Municipales de Víctimas: el reconocimiento de la Ley de Victimas, el fomento de la cultura de paz, los procesos de construcción de memoria, acciones que les permitieron avanzar en promedio cerca del 9.8% en sus planes de trabajo.

El PDT Nariño, además de los enfoques étnico, territorial, de paz, de derechos y de sostenibilidad, priorizó el enfoque de género para la incorporación transversal en los diferentes resultados con el fin de fortalecer procesos de empoderamiento y participación política, prevención de violencias, la promoción de los derechos de las mujeres y el fortalecimiento de actores garantes de derechos.

En relación con la atención en casos de Violencia Basada en Género (VBG) se dio respuesta a las necesidades de mejoramiento de infraestructura de la casa albergue, se apoyó procesos de acompañamiento psicosocial y jurídico a través de las duplas naranja y violetas y se mejoró protocolos y rutas de atención de mujeres víctimas de violencia, siendo estas acciones que contribuyen al propósito de una vida libre de miedo y de violencias de Género. Asimismo, mediante la estrategia de formación política (escuelas de derecho), se proporcionaron herramientas a las instancias representación (mesas de mujeres) con el fin de incrementar su influencia en las decisiones políticas, económicas y sociales de sus comunidades.

Lecciones aprendidas

Las lecciones aprendidas son un conocimiento validado de transformación social, en tanto se derivan y adquieren en una experiencia a través de la reflexión, el análisis crítico y / o la evaluación. Son experiencias cuyos éxitos o fracasos han sido validados en contextos determinados, que fortalecen el mejoramiento de los procesos, se han consolidado como parte de la cultura de las organizaciones y son susceptibles de ser socializados.

El análisis integral y sistemático a la implementación del PDT-Nariño permite identificar un conjunto de lecciones relevantes y con potencial de réplica. No solamente recogen los aciertos metodológicos, estratégicos y organizativos del proceso, sino también desafíos en la relación binaria del desarrollo y la paz.

Los memorandos de entendimiento firmados durante la ejecución entre el PDT- Nariño con los cuatro entes territoriales (Gobernación de Nariño y las Alcaldías de Pasto, Tumaco e Ipiales) en los diferentes períodos de gobierno, fueron instrumentos formales que reflejan no solamente la voluntad de la partes, sino y ante todo el alcance de las acciones en las cinco líneas de acción que conforman el proyecto.

Alinear la estrategia de actuación general del PDT-Nariño con las agendas territoriales, permitió identificar los ejes y metas específicas de los planes de desarrollo departamental y municipales que se acompañaron, identificando acciones a través de las cuales se pudo complementar recursos financieros y técnicos para una acción más eficaz y coherente en terreno, evitando duplicidad de esfuerzos y fragmentación social.

La solidaridad va más allá de la mera actuación conjunta o la cooperación al desarrollo, conlleva a reconocer la interdependencia de las acciones, así como la necesidad de compartir las responsabilidades, los recursos y la división del trabajo, reconociendo, al mismo tiempo, las responsabilidades comunes y diferenciadas.

Una buena comprensión del territorio implica no solo disponer de una planeación ex-ante, sino también en simultánea conocer cuáles son los actores comprometidos en la ejecución de las acciones estratégicas y cuál es el nivel de organización que disponen, en definitiva, determinar cuál es el grado de capital político existente en el territorio.

Las alianzas con las organizaciones sociales de base tuvieron un carácter informal, a través de las cuales fue posible el agrupamiento alrededor de intereses comunes y convergentes en cada una de las líneas estratégicas.

Las capacidades locales de paz se ven como parte de los activos que existen en los territorios para la gestión constructiva: hay que identificar y fortalecer capacidades existentes para conectar, dialogar, realizar acuerdos, establecer retos, liderar el propio proceso y reforzar el tejido social.

Al frente del conocimiento técnico e implementación de procesos en las diversas líneas al interior del PDT Nariño, estuvo un equipo técnico interdisciplinario (Sociología, Ingeniería Ambiental, Agronomía, Economía, Comunicación) altamente cualificado y que estableció relaciones dialógicas y siempre respetuosas con las comunidades, organizaciones e instituciones. El conocimiento técnico integrado al saber popular fue capaz de configurar culturas técnicas. Las culturas técnicas constituyen un conjunto de saberes prácticos, habilidades, memorias y condiciones del saber hacer, mediante las cuales las comunidades y organizaciones enfrentan y resuelven problemas sensibles de la vida cotidiana. Estas culturas están arraigadas en la dimensión lo histórico-social de los grupos humanos y expresan formas particulares al momento de abordar dilemas, tensiones, conflictos, desafíos para una vida querida. Lejos de ser únicamente funcionales, las culturas técnicas articulan realidades afectivas y cognitivas y entrelazan -como un tejido vivo- procesos senti-pensantes profundamente ligadas al territorio y a las experiencias cotidianas como: mingas de pensamiento, participación, diálogos horizontales y juntanza creativa.

Se valora positivamente que el PDT fue un proyecto que dialogó con el territorio, generando una acción más sinérgica, endógena y eficiente hacia las comunidades y sus necesidades sentidas. Asumió la perspectiva del desarrollo rural y territorial con fundamento en la armonización coherentes de intereses y propósitos en el orden de la identidad y pertenecía cultural, crecimiento económico, inclusión social y política y sostenibilidad del medio natural.

En el proceso de planificación, diseño de la intervención e implementación del PDT, es importante destacar los cambios permanentes de factores externos e internos que ocurrieron en el contexto y la necesidad de adaptación continua a las condiciones del territorio, la capacidad de flexibilizar las acciones específicas sin perder el horizonte planificado. El seguimiento continuo y acompañamiento a los actores con el fin de verificar avances e implementar estrategias conjuntas frente a reprogramaciones, permitió la toma de decisiones tempranas frente a problemáticas que pudieron afectar los marcos de actuación previamente concertados.

Más allá de contar con instrumentos para el reporte de metas e indicadores que son necesarios para control de las acciones, el seguimiento y evaluación se realizó de manera continua al proceso de implementación, permitiendo generar curvas de aprendizaje hasta convertirse en lecciones y buenas prácticas para acciones subsiguientes de intervención del mismo proyecto.

4. Discusión

La construcción de Estados y sociedades pacíficos en el siglo XXI demanda una evolución fundamental y exhaustiva del pensamiento y de los enfoques de todos los participantes en los procesos de construcción de la paz: los gobiernos, los grupos de la comunidad local y de la sociedad civil, los organismos internacionales y los países donantes, entre otros sectores. No obstante, en el campo científico todavía hay un debate pendiente sobre las políticas públicas para la construcción de paz, específicamente desde la aplicabilidad concreta y operativa con las dinámicas del desarrollo en perspectiva territorial.

Diferentes autores han desarrollado investigaciones en diversos contextos de violencia como Colombia, Sierra Leona, México, Filipinas y Uganda, demostrado como civiles y comunidades no son agentes pasivos respecto al dominio que intentan imponer los grupos armados ilegales, sino que responden a ellos de maneras creativas implementado estrategias de supervivencia y adaptación (Aunta y Barrera, 2016). En los diversos territorios que componen la complejidad de Colombia, afirma Bautista (2017), históricamente y desde el mismo momento en que inició la guerra se han construidos relaciones sociales, dinámicas de apropiación, de vivir y sentir, base para edificar la paz. Luego, si “La paz se construye desde el territorio y con la gente”, entonces se trata de una paz diferencial y desde las regiones; las realidades subjetivas y empíricas determinan las necesidades y expectativas de las personas (Lederach, 2007, citado por Maldonado, 2016). Esta perspectiva incorpora inicialmente la necesidad de crear estructuras híbridas, en un intento por fusionar los sistemas y valores locales tradicionales con los de un estado weberiano moderno, una economía de mercado globalizada y una democracia electoral.

La «paz territorial» significa «institucionalizar el territorio o instalar la institucionalidad en el territorio» para regular la vida pública y producir bienestar (Jaramillo, 2014). Efectivamente, de las acciones propias al finalizar el siglo XX relacionadas con el desarme, reintegración de excombatientes, asistencia humanitaria, supervisión de procesos electorales, apoyo al estado de derecho, seguridad y fortalecimiento institucional, actualmente en Colombia se transita a un entendimiento que la construcción de paz pasa por reconocer las territorialidades construidas en el marco del conflicto. La “sensibilidad hacia el contexto local” subraya Mateos (2011), integra la necesidad de evitar la aplicación de un mismo patrón para todas las intervenciones para dar lugar al desarrollo de estrategias que se ajusten a cada uno de los contextos conforme a las propias particularidades.

Los modelos críticos también han aportado perspectivas como las “paces cotidianas” y “las paces híbridas”. Estas perspectivas, a criterio de Brown (2018) logran concentrar su análisis en la producción cotidiana de la vida y menos en las élites, sin desconocer que estas últimas sean actores clave en el eslabonamiento y conexiones. El valor de la cotidianeidad de la construcción de paz (everyday peacebuilding) según plantea Richmond (2014), está presente al entenderse como un espacio en el que las personas y sus comunidades viven y reproducen estrategias políticas en su contexto local hacia el Estado y hacia los modelos de orden internacionales. Esta realidad está relacionada con las necesidades, derechos o tradiciones muchas veces ocultas o considerada como marginal para las visiones hegemónicas y dominantes.

Por lo tanto, el territorio no es simplemente un contenedor físico que habrá de “vaciarse” de la presencia de la insurgencia y demás grupos armados ilegales para que el Estado pase a llenarlo. El diseño de las instituciones “correctas” debe superar la idea de establecer un conjunto de instituciones apropiadas, como receta institucional única, sin tomar en cuenta el contexto y las interacciones entre reglas formales y reglas informales (Uribe López, 2018).

En los esfuerzos de construcción de paz, resultan ineficientes las recetas generales, por esta razón es necesario acumular un conocimiento sistémico y detallado de cada contexto y movilizar a los actores (públicos, cooperación internacional, sociedad civil, gremios, etc) hacia una juntanza constructiva y cooperante a partir de los recursos endógenos existentes, contando solo con los apoyos externos, como acompañantes y aliados –pero no como líderes– de los procesos de transformación (Paladini, 2018).

El PDT-Nariño intenta asemejarse a lo planteado por los estudios críticos. Los procesos enmarcadores hacen referencia a los esfuerzos estratégicos conscientes realizados con los actores del territorio en orden a forjar formas compartidas de considerar las políticas públicas, demandas, contextos y así mismos, que legitiman y generan confianza en función de la Gobernanza Territorial. Significa diferenciar primeramente para cada ámbito entre nación y territorios priorizados, cuáles serían las agendas estratégicas y conjugar los intereses comunes.

Justamente, el énfasis de lo local aparece en los estudios críticos como un medio para neutralizar dos grandes problemas presentes en la construcción de paz: su sostenibilidad y su legitimación (Mateos, 2011).

La sostenibilidad de la paz, según Benavides Vanegas (2010), hace referencia a la consolidación de un proceso con capacidad de producir por sí mismo paz y desarrollo, así como la guerra ha ocasionado por sí misma violencia y pobreza. Se hace posible desde una comprensión de la complejidad de las relaciones en las que se insertan los procesos participativos y la solución de los problemas estructurales de la región y la población. La sostenibilidad comprendida desde el PDT-Nariño, tiene al menos la interactuación de cuatro elementos: i) la articulación de las dimensiones de la sostenibilidad (económica, ambiental, cultural, social y política) de tal manera que sirva de referente al momento de configurar dinámicas integrales para la creación de alternativas de vida y sociedad; ii) evitar los procesos de fuga y la pérdida de impacto de esfuerzos temáticos desarticulados, acciones dispersas o asistencialistas; iii) conformación de un capital social que genere confianza iii) victorias tempranas y resultados visibles para las poblaciones beneficiarias.

Hacer efectivos enfoques transversales para la acción del PDT-Nariño (construcción de paz, enfoque de derechos; enfoque de género; enfoque étnico; enfoque territorial) exige un diálogo permanente que se traduzca en acciones concretas y evidenciables para su propia legitimación:

Articulación: La contribución a la generación de ambientes y condiciones que afiancen la acción autónoma de las comunidades y el fortalecimiento del tejido social en la comunidad y con los demás actores estratégicos para el desarrollo territorial.

Incidencia: El reconocimiento de agendas locales, planes de desarrollo y fortalecimiento de políticas públicas.

Colectivización: El impulso a la articulación de actores y la generación de trabajo en red y sinérgico con la institucionalidad local y regional, así como la complementariedad de recursos para eficiencia de procesos acompañados.

Concertación: El fortalecimiento de capacidades institucionales y comunitarias.

Gestión: La disponibilidad y movilidad de recursos (los talentos humanos, saberes propios, conocimiento y los recursos tecnológicos y financieros) para dinamizar el proceso y evitar duplicidad de esfuerzos.

5. Conclusiones

Este estudio analizó la contribución del Proyecto de Desarrollo Territorial en condiciones de paz (PDT- Nariño) al proceso de territorialización de la paz. La investigación permitió constatar que esta destacada iniciativa de cooperación y desde un enfoque de intervención multiactor, diferencial y situado, en tres municipios del departamento de Nariño, históricamente afectados por el conflicto armado y el abandono estatal, se dinamizaron diversas acciones estratégicas para fomentar el desarrollo productivo, el fortalecimiento institucional, la inclusión de género y la participación ciudadana, como aportes la construcción de paz en la región sur colombiana.

La recuperación de culturas técnicas y saberes locales enriquecieron la sostenibilidad y la gestión participativa. Si hay un horizonte en el cual se pueden mirar de forma más aguda y clara las diferencias culturales que distinguen a los pueblos étnicos, es en el horizonte de la concepción y entendimiento del territorio. Los procesos e historias particulares que vinculan los pasos ancestrales de las comunidades al espacio-mundo, determinan un papel primordial para la definición de sus culturas, sus economías, sus ecologías, en fin, sus memorias y cosmovisiones.

En simultanea y como reflejo de ese pasado, también se cuenta con unas visiones de futuro mediante el cual se demuestra un “ideal”, visiones, idearios, prospectivas (Buen vivir, Desarrollo Humano, etc). El Marco de construcción de paz desde el territorio sugiere aprovechar estas energías, para que las acciones a emprenderse de transformación territorial posibiliten a largo plazo alcanzar esos horizontes de sentido o ideales de futuro.

Los fines, intereses, bienes públicos se constituyen en apuestas en común de organizaciones, gremios y todas las formas de organización del tejido social. Los fines discurren como horizontes últimos que brindan y dotan sentido a la acción; los intereses configuran conexiones pragmáticas con beneficios en el mundo de la vida, las aspiraciones de un colectivo social particular; en cambio los propósitos son materialidad de horizontes concretos e intereses para una “vida querida”. Aprender a tramitar y poner en común fines, intereses y bienes públicos, en diálogos constructivos, permiten acuerdos y concertaciones eficaces, enriquecen la construcción de ciudadanía y la democracia en la vida de las poblaciones históricamente excluidas.

Si los procesos de planificación territorial procuran un reconocimiento del interés general, el uso y disfrute de los bienes colectivos, la cooperación al desarrollo tiene la obligatoriedad de articularse a dichos lineamientos de política existentes, de lo contrario generaría duplicidad de esfuerzos y fragmentación del tejido social e institucional. La gestión para el desarrollo y la paz territorial trata entonces de la sinergia de aquellos actores cuyas decisiones y acciones inciden cualitativamente y/o cuantitativamente sobre el territorio y que, a su vez, son influenciados por los cambios inducidos en él.

Esta nueva visión de paz supone a mediano y largo plazo una transformación institucional y una cultural que hagan posible dotar a los territorios afectados por los conflictos, de instituciones democráticas y el trabajo con una sociedad civil democrática (Benavides Vanegas, 2010, p. 143). Deriva en un proceso donde es posible evidenciar en base a cómo se alcanzan los acuerdos, quién estuvo involucrado/a en forjar esa paz (legitimidad del proceso), qué aporta a las comunidades y organizaciones (legitimidad del resultado), y qué tipo de relaciones encarnan.

Si bien en la implementación del PDT-Nariño, es evidente acciones y concertaciones en un contexto más amplio y estratégico a favor de una paz estable y duradera, el reto principal para futuras intervenciones, es equilibrar la relación entre beneficiarios, aliados y socios, avanzando hacia un modelo de gobernanza más distribuido, corresponsable, complementariedad de recursos (técnicos, logísticos y financieros) y continuidad en la implementación de las acciones priorizadas.

En términos de proyecciones del tema investigado, uno de los desafíos centrales que emerge es el relacionado con el concepto de “Apropiación local”, si bien ha sido promovido como principio orientador en los procesos de construcción de paz y desarrollo territorial, no está exento de tensiones. Tal y como lo advierte Vitón (2024), este concepto no resuelve del todo las divergencias que surgen al preguntar quienes deben liderear dicha apropiación, como debe implementarse, en qué momento y con qué objetivo. En los territorios afectados por el conflicto armado, existen lógicas socio-culturales y políticas diversas, lo que con frecuencia en principio da lugar a relaciones de desconfianza mutua.

La anterior situación evidencia la necesidad de precisar y profundizar en mecanismos que no solo fortalezcan capacidades locales, sino que generen condiciones reales para una apropiación legitima con un engranaje del ejercicio de gobierno multinivel (local, departamental y el nacional).

“La paz y desarrollo en dinámicas locales son posibles desde prácticas, costumbres, instituciones y formas de gobernanza propias. “Tejer paz” como enfoque territorial es un proceso complejo forjado tanto desde una perspectiva institucional como comunitaria.”

Mapa N° 1: Ubicación Geográfica del Departamento de Nariño

Fuente: Universidad Nacional de Colombia (sf)

Figura N° 1. PDT Nariño. Proceso de sistematización de la Buenas Prácticas (BP)

Fuente: Elaboración propia

Resultado PDT

Nombre de la Buena Práctica

Resultado No 1

BP_1: Turismo comunitario, una herramienta de gestión territorial.

BP_2: Impulsando la productividad del cacao: Experiencia de parcelas demostrativas y la estrategia de agricultores calificados en Tumaco.

BP_3: Fortalecimiento de la gestión comunitaria del agua para la producción y la gobernabilidad territorial. Sistematización de caso en los municipios de Pasto e Ipiales.

BP_4: Educación emprendedora: Promoviendo competencias y habilidades para el desarrollo integral. Sistematización de caso del municipio de Pasto.

Resultado No 2

BP_5: Fortalecimiento de la gestión comunitaria del agua desde la transversalización del enfoque de género en el municipio de Tumaco – Nariño.

Resultado No 3

BP_6: Fortalecimiento de las capacidades de gobernanza territorial con enfoque étnico en el Resguardo Piguambí Palangana-Pueblo Indígena Awá.

Resultado No 5

BP_7: Prevención de las violencias basadas en género en el Pueblo Indígena Awá: experiencia de juntanza, protección colectiva y ruta de atención propia.

Tabla N° 1. Relación de Buenas prácticas priorizadas por el Equipo técnico del PDT-Nariño

Fuente: Elaboración propia

Tabla N° 2. Ficha de documentación y reconstrucción de Buenas prácticas

Nombre preliminar a la Buena Práctica

Análisis de la Información requerida para documentar la BP (memoria histórica)

[¿Qué información está disponible para documentar la buena práctica? (Tengo encuestas, entrevistas, videos, fotos, audios, documentos técnicos, memorias, etc.)].

Metodología utilizada en la BP.

[¿Qué metodología utilizó? realizar acercamiento con los actores, revisar el tema inicial, trabajar por buenos resultado y, finalmente, confirmar la buena práctica?] / [Describa el proceso y las etapas que ayudaron a cumplir con el proceso] / [De qué forma fue un proceso participativo?] [Describa los factores de éxito de la práctica].

Resultados logrados con la BP:

[¿Cuáles han sido los principales resultados, cambios o transformaciones territoriales, percibidos producto de la intervención?, Descríbalos a nivel cualitativo y cuantitativo].

Población Beneficiaria de la BP.

[Describa las personas, organizaciones o instituciones que se beneficiaron de la intervención]/ [Describa las personas, organizaciones o instituciones, a quienes les puede ser de utilidad la buena práctica].

Lecciones aprendidas de la BP

[¿Cuáles son los mensajes clave y las lecciones aprendidas de esta buena práctica?].

Desafíos en el desarrollo de la BP.

[¿Cuáles son las principales barreras que se percibieron en el desarrollo de la BP?, Descríbalas] [¿Cómo superó esas barreras que afectaban la implementación de las BP?].

Situación en las que se podría replicar y/o escalar la BP.

[Describa en qué otro contexto cree usted se podría aplicar la buena práctica.].

Figura N°2: Causas, dinámicas, actores

Fuente: Elaboración propia

Fuente: Elaboración propia

Figura N°3: PDT Nariño-Marco de actuación.

Fuente: Elaboración propia

Tabla N° 3: Mapeo de Actores y su Posición Estratégica

Posición estratégica

PDT General

Resultado 1

Resultado 2

Resultado 3

Resultado 4

Resultado 5

Total

Aliado

1

37

5

5

5

4

57

Aliado/beneficiario

1

2

0

12

6

9

30

Beneficiario

0

91

6

13

11

6

127

Socio

2

5

0

0

0

0

7

Socio (Ejecutor)

1

0

0

0

0

0

1

Total

5

135

11

30

22

19

222

Tipo de organización

General PDT

Resultado 1

Resultado 2

Resultado 3

Resultado 4

Resultado 5

Total

Ente territorial

1

15

1

10

6

4

37

Organización gubernamental

3

11

3

5

4

3

29

Institución Universitaria

0

4

0

0

0

2

6

Organización productiva

0

68

1

1

1

0

71

Organización comunitaria

0

0

5

12

9

7

33

Organización No Gubernamental

1

0

1

1

0

3

6

Instituciones educativas

0

32

0

1

2

0

35

Fundaciones

0

5

0

0

0

0

5

Total

5

135

11

30

22

19

222

Tabla N° 4: Tipo de Organización

Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos PDT.

Fuente: Elaboración propia a partir de base de datos PDT.

Gobierno y Administración Pública, N° 9

(Enero- Junio) (17-30) - 2025

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ISSn 2375-7074 on-line
DOI https://doi.org/10.29393/GP8-000