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Ciencia y enfermería

versión On-line ISSN 0717-9553

Cienc. enferm. v.16 n.3 Concepción dic. 2010

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532010000300003 

CIENCIA Y ENFERMERÍA XVI (3): 15-25, 2010

 

ARTÍCULOS

 

EL USO DE UN PARADIGMA EMANCIPADOR PARA LA TEORÍA FEMINISTA POSESTRUCTURALISTA EN LA INVESTIGACIÓN DE ENFERMERÍA. SUS IMPLICANCIAS Y DESAFÍOS

USING AN EMANCIPATORY PARADIGM FOR FEMINIST POSTRUCTURALIST THEORY IN NURSING RESEARCH. IMPLICATIONS AND CHALLENGES

Eugenia Urra*
Alejandra Jana**

* Enfermera. Docente Departamento Enfermería, Universidad de La Serena. La Serena, Chile. E-mail: eurra@userena.cl
** Enfermera-matrona. Docente Departamento Enfermería, Universidad de La Serena. La Serena, Chile. E-mail: ajana@userena.cl


RESUMEN

Las teorías feministas y el posestructuralismo se han unido en una propuesta paradigmática que puede ser usada en la investigación en enfermería. La teoría feminista posestructuralista ha desarrollado una metodología participativa en la cual las experiencias de las mujeres son visibilizadas con énfasis en su emancipación para un cambio social. La enfermería sudamericana puede beneficiarse de esta propuesta, sin embargo debe considerar sus limitaciones y desafíos de su uso en la investigación de enfermería.

Palabras clave: Paradigma emancipador, metodología posestructuralista, investigación en enfermería.


ABSTRACT

By merging poststructuralist and feminist theories a new paradigmatic methodology for using in nursing researcher is proposed. From this merger, poststructuralist feminist theory has developed participatory methodologies in which women’s experiences are visible, encouraging emancipation for social change. South American Nursing can beneft from this proposition, however, some limitations and challenges must be considered in its use in nursing research.

Key words: Emancipatory paradigm, feminist poststructuralist methodology, nursing research.


 

INTRODUCCIÓN 

La enfermería en el mundo occidental ha evolucionado desde una visión centrada en aspectos biomédicos hacia uno que combina tanto estos aspectos como los sociales. Es por ello que las corrientes filosóficas actuales incluyen al pospositivismo, la teoría crítica, el feminismo, el constructivismo y el posmodernismo (1). De esta manera, el desarrollo de teorías de enfermería se ha abierto a la multiplicidad de paradigmas de conocimientos, como es el de las ciencias humanas y sociales (2). En este proceso, sin embargo, la ciencia de enfermería está aún inmersa en la visión paradigmática de actividades empíricas, que conllevan principalmente a generar y verificar las teorías de enfermería (3). Es decir, el paradigma lógico-positivista es el dominante en el mundo clínico y académico de enfermería, seguido de un incipiente paradigma interpretativo en estudios fenome-nológicos o etnográficos, entre otros. Por estas razones existe una crítica al respecto, que expone que la ciencia de enfermería necesita re-conceptualizarse, como una transformación hacia una ciencia de enfermería con una mayor fuerza política, tecnológica, científica, artística y espiritual, y que debe formar parte activa en la diversidad paradigmática actual (4).

Desde este razonamiento, el entrecruce de la teoría crítica y teorías feministas con el posmodernismo y el posestructuralismo (5, 6) como nuevos campos de indagación han influido con sus ideas y pensamientos hacia una enfermería comprometida con diversas temáticas (7, 8), ya sea en los temas sociales y políticos de equidad y justicia social, de la pobreza, la marginalización, los asuntos de género, y el poder o la violencia. La Teoría Feminista Posestructuralista (TFP) se centraliza en el concepto de poder, el uso de lenguaje y sus implicancias sociales, e incorpora las experiencias de las mujeres en opresión (9). Las Investigadoras Feministas Posestructuralistas (IFP) asumen los aspectos epistemológicos de la de-construcción del lenguaje y el entendimiento de las relaciones de saber/poder en los cuales la producción de conocimiento se relaciona con el ejercicio del poder en las experiencias de las mujeres. El propósito de este artículo será exponer los alcances de un cambio paradigmático, los aspectos epistemológicos relacionados con la TFP, su coherencia metodológica, y cuáles son sus problemáticas y desafíos en su uso dentro de la investigación de enfermería.

POSMODERNISMO Y POSESTRUCTURALISMO

Por posmodernismo se entiende aquella corriente de pensamiento ecléctico (dado por una diversidad de corrientes y prácticas culturales, artísticas, e intelectuales) que apoyan y valoran las experiencias contextuales sociales; las diferencia de los individuos como únicos, y rechaza la generalización de esas experiencias (10). Es así como la postura de Lyotard (11) rechaza las perspectivas totalitarias en la historia y sociedad, lo que denominó las “grandes narrativas”. Dicho de otro modo, en el posmodernismo se asume la incredibilidad hacia las grandes narrativas (por ej., la verdad universal), de manera que no hay una única visión de mundo, y propone el deber de hacerse cargo de nuestro pluralismo axiológico y diversidad sociocultural. Tampoco hay una “teoría universal”, y cualquier intento de ello como verdad es opresivo. La verdad existe dentro de los diferentes discursos, y marcos epistemológicos contextuales. Esta visión permite aceptar que el sí mismo se construye y de-construye dentro de múltiples modos y formas de identidades, existiendo sólo la intersección de discursos (12). Es decir, el posmodernismo representa un cambio radical en cuanto rechaza la posibilidad de un grupo de hechos objetivos y afirma que el conocimiento tiene raíces en los valores e interés de los grupos específicos. Una teoría social posmoderna debería, entonces, examinar el mundo social desde múltiples perspectivas de clase, género, raza, etnias y otras filiaciones en que se identifican los grupos.

En el posestructuralismo, como parte de esta corriente posmoderna, Derrida (13) acuñó el concepto de “deconstrucción” como una metodología de lectura de los textos y de criticismo literario. La deconstrucción es una actitud teorética y social que conlleva el uso de la ironía para re-pensar, re-escribir, y re-construir las características de la modernidad y del modernismo (14). Él argumenta que está en la naturaleza del lenguaje producir significado solamente con referencia a otro significado, el cual adquiere también su propia significancia. Derrida reconoce que en el seno de las diferencias es donde se esconde y se ignora el decidir quién habla y quién escribe como un privilegio dentro de las culturas modernas.

Otras propuestas derivadas de la visión posestructuralista son las feministas, representadas por la corriente de habla francesa: Kristeva (1980), Irigaray (1985) y Cixous (1986) (5), quienes valoran los supuestos fundamentales sobre el lenguaje, el significado y la subjetividad, y que entienden la unión entre el lenguaje y el ser humano racional. Weedon (9) asume que, ya que no somos las autoras de las formas en las cuales entendemos nuestras vidas ni tampoco por ser seres humanos unitarios racionales…, es el lenguaje en la forma de discursos conflictivos (o contradictorios) lo que nos constituye como sujetos pensantes, conscientes y capaces de dar significado al mundo y actuar con el fin de transformarlo. y es ahí, en la relación de la posición del sujeto (subjetividad), en la que se ofrecen los discursos específicos –situados históricamente– y que son inherentes a alguna institución social y sus prácticas, es el lugar de análisis y de elaboración de conocimiento. Una feminista posmoderna posestructuralista, entonces, tratará de ver cómo las mujeres son representadas y construidas en y por el lenguaje, lo que, en sí mismo, es un acto político.

Otro posestructuralista, Foucault (1901-1980) (15), elaboró un extenso análisis acerca del poder y de la forma cómo operan los discursos verdaderos dentro de la sociedad. Su propósito era explicar cómo las relaciones de poder se localizaban y estructuraban dentro de un campo discursivo específico, dado que las estructuras sociales y sus procesos estaban (y están) organizados dentro de las instituciones y sus prácticas. Para Foucault esto se ejemplificaba claramente en instituciones como la iglesia, la escuela, la familia, el hospital, la cárcel. En síntesis, un posestructuralista se referirá a la teoría de conocimiento y lenguaje, y a la relación del saber-poder a través del análisis de los discursos (5).

De esta forma, parte del mundo académico y/o científico afín al pensamiento posmoderno y el feminismo se han unido en una corriente de convergencia. Esta integración ha producido diversas reacciones en los círculos de la academia científica (16). Por un lado, porque el posmodernismo rechaza la objetividad científica, reconoce los límites del lenguaje, y expone que las conclusiones científicas no son verdades objetivas (17). Por otro, porque el criticismo feminista aparece como una fuerte detracción hacia las ciencias sociales, ya que las sitúa como ciencias practicadas erróneamente o distorsionadas por el sesgo de género, el sesgo patriarcal (18) [Lo masculino como poseedor del poder y detentor de lo universal]. Este sesgo se observa en las teorías, conceptos, métodos de indagación e interpretación de sus resultados dados en la investigación tradicional.

En otra perspectiva, la investigación feminista reconoce una unión integral entre marco de investigación y la posibilidad de una experiencia liberadora de las mujeres que tendrían la oportunidad de expresarse dentro de una indagación emancipadora (19, 20). Esta nueva perspectiva puede ayudar en la producción de conocimiento de enfermería determinado por una mirada contextual socio-histórica y política desde el mundo de mujeres/enfermeras en Sudamérica que pueden develar sus experiencias de opresión y visiones de poder (21).

En especial, puede contemplarse en investigaciones de enfermería de posgrado que generen conocimiento relacionado con la misma profesión, como aquellos de autonomía, de liderazgo, o del poder relacionados con otros ámbitos de la salud (por ejemplo, con la medicina, la matronería, o salud alternativa) y del mundo social (la inequidad, la pobreza, el machismo). Al desarrollarse estas temáticas en la producción de conocimiento, por un lado, se desafaría o estimularía a las investigadoras a centrarse no sólo en el tipo de indagación, sino que buscaría avanzar en una misión más evolucionada, de tipo social (7, 8). Por otro, ayudaría en los supuestos políticos y metafísicos, específicamente en aquellos temas del lenguaje y poder, y cómo éstos estructuran y limitan el contenido de enfermería en la salud y sociedad. En otras palabras, implicaría utilidad de la investigación para las mismas enfermeras en su propia liberación de las estructuras dominantes, de-construyendo y re-construyendo discursos que, al ser polares, limitan la praxis y el pensamiento, tales son los discursos –que llamamos binarios–: salud/enfermedad, curar/cuidar, holístico/tecnicismo, entre otros (22).

UN CAMBIO PARADIGMÁTICO EN ENFERMERÍA

En el siglo pasado, los movimientos sociales en pro de enfrentar la salud bajo una mirada socializante y aquellos que abogaron para el reconocimiento de los derechos de la mujer –esto es, aquellos movimientos que pregonaron el acabar con la inequidad– convergieron en lograr cambios en la forma de pensar y describir el mundo. Esta forma diferente incluyó teorías feministas, que han contribuido en las formas de desarrollar conocimiento y en las metodologías de investigación (23). Un paradigma significa la matriz disciplinaria del conocimiento compartido, como también el compromiso y los valores que existen entre los grupos de investigación y, de ese modo, los paradigmas representan el conocimiento de lo que es y debería ser y que sus adherentes no pueden imaginar de otra forma (24). Si hay un cambio paradigmático emancipador feminista, éste se puede evidenciar mediante el diseño mismo de investigación; el tipo de preguntas de investigación; la metodología utilizada y la perspectiva ética. Al contrario, un paradigma positivista ofrece una visión patriarcal y sesgada de la realidad, no acorde con una metodología fenomenológica de las TFP que intenta develar el ser de las cosas sin realizar la comprensión, sino más bien la interpretación de la realidad.

El paradigma positivista tradicional sustenta como objetivo conocer la realidad manipulando las variables externas, con el objeto de universalizar la verdad, o criterios de verdad; en el paradigma emancipador feminista posestructuralista se trata de liberarlas de ellas, porque el objetivo del interés emancipador final es el cambio social. Por ello, para llevar a cabo este cambio, no es el objetivo, ni las predicciones, ni el entendimiento lo que importa, sino la emancipación y el desprendimiento, tanto en el proceso de investigación como en el de la transformación de la sociedad misma.

En un paradigma emancipador aplicado a la investigación feminista hay tres características de las investigadoras a considerar: incluir las experiencias de las mujeres en las preguntas de indagación, sus objetivos de interés y las estrategias para cambiar su condición; las redes y fuerzas sociales que pueden reforzar [esas fuerzas que interfieren ya sea en la emancipación, el crecimiento o desarrollo], y mantener esta condición, o las que contribuirían al cambio; y por último –y, a nuestro juicio, fundamental– localizar al sujeto que investiga en el mismo plano crítico sobre materia-sujeto (25). Es decir, situar sus supuestos, creencias, y conductas y su marco referencial: clase social, raza, género y cultura. Todos estos aspectos deben evidenciarse para construir un discurso coherente.

Un paradigma emancipador de una investigación de mujeres que utilice el marco propuesto por las TFP requiere información sobre la distribución de poder y la situación de inequidad de las mujeres, dirigiéndose a la situación vivencial de éstas –subjetividad y conciencia de sí–; a aquellos aspectos que evidencien la situación de inequidad –relaciones intersubjetivas con su entorno y las instituciones que conforman este entorno–; discursos verdaderos que mandaten roles o actitudes en el orden social (por ejemplo, encomendarles el rol de sacrificarse en pos de los otros); y bajo un marco fenomenológico e interpretativo, es decir, bajo un paradigma cualitativo (26). Este proceso conceptual de interés emancipador lo podemos relacionar con la enfermería a través de sus mismas teorías; por ejemplo, en la teoría de conciencia expandida de Newman, que involucra la negociación, reciprocidad y empoderamiento (27). Estos aspectos guían hacia una metodología de investigación más propicia para explorar y desarrollar teorías de enfermería más creativas e innovadoras, desde la misma toma de conciencia expansiva. En esta inte-rrelación entre teoría y la investigación, no sólo se trata de hacer a la mujer visible, sino también lograr la coherencia entre el marco conceptual, la filosofía fundante, los procesos sociales emergentes y la realidad situada de los investigadores (28). De este modo, la coherencia entre teoría y paradigma traspasa todas las partes del proceso de investigación.

Aspectos epistemológicos de las Teorías Feministas Posestructuralistas (TFP)

Ya que las TFP tienen sus orígenes en el feminismo, ellas comparten tres principios básicos: la valoración de las mujeres, es decir, la validación de las experiencias, ideas y necesidades de mujeres; el reconocimiento de la existencia de condiciones ideológicas, estructurales e interpersonales que oprimen a las mujeres, y un interés de realizar un cambio social (29). Estas teorías incluyen un cambio paradigmático en el desarrollo de marcos conceptuales más emancipadores y reconocen que el conocimiento está socialmente construido, históricamente situado, y se basa en una posición valórica. La sospecha frente al conocimiento existente deriva que éste se ha fundamentado en las epistemes de tipo patriarcal [lo que Foucault (30) llamó discursos verdaderos], ya que el conocimiento genera poder, y este poder actúa sobre el discurso reconociéndolo como válido en un sistema de retroalimentación patriarcal.

Este conocimiento así entendido no supone lo que funda el pensamiento TFP a saber, ya que los sistemas epistemológicos son meras construcciones intelectuales que sustentan el valor que en un determinado contexto se le otorgan. Por ello, la investigación científica, como creación humana, para avanzar en el conocimiento está infuida por los contextos socioculturales e históricos, y así no se debe considerar a la investigación como neutral, libre de valor u objetiva. Sin embargo, el albedrío de tener conocimiento no es sinónimo con el albedrío de tener la verdad. La verdad existe dentro de los diferentes discursos, es decir, el conocimiento se construye a través de los discursos y son éstos los que le confieren criterios de verdad. No hay nada afuera de los discursos, ni realidad objetiva o sí mismo, y el sí mismo se de-construye dentro de múltiples modos y formas de identidades, existiendo sólo la intersección de discursos (31). En ese sentido, la búsqueda de la teoría se traduce dentro de la búsqueda de la ciencia como verdad en la cual se vuelve a conferir la autoridad y legitimización. Por ello, en este esfuerzo de búsqueda se debe tener cuidado de desarrollar teorías que pretendan proporcionar verdad, como son algunas tendencias de movimientos feministas, ya que el feminismo, como todo fenómeno social, arriesga replicar en la teoría y en las políticas públicas la misma tendencia de las teorías patriarcales: por legislar sobre el pensamiento, asumiendo que la visión de algunas mujeres sobre los problemas y las soluciones que afectan al colectivo son las únicas valederas (25).

En síntesis, las TFP que usan la indagación emancipadora intentarán movilizar el conocimiento feminista desde el estado actual hacia una posición crítica del conocimiento. La teoría es relacional porque está conectada a otras prácticas, y la relación de situación contextual desde el sujeto y el objeto de conocimiento están en un continuo. El lenguaje de la teoría no es neutral porque es parte de la política ideológica del poder y las reglas, y el uso de la metodología emancipatoria ha permitido que las investigadoras experimenten “un profundo despertar de conciencia desde los límites de las teorías monolíticas generalizantes hasta las que exploran una explicación más adecuada de las posiciones de las enfermeras/mujeres dentro de la sociedad”(32). De este modo, la integración y utilidad de las TFP en los paradigmas de investigación permitiría a los participantes tener voz para ser escuchadas y/o alzarse en forma libre de los discursos dominantes (32, 33).

Aspectos metodológicos de la Investigación Feminista Posestructuralista (IFP)

La metodología tradicional consiste en aplicar principios de acuerdo al pensamiento o procedimiento derivado de una rama particular de aprendizaje, lo que resulta en un análisis sistemático y en la aplicación de las técnicas de la lógica (34). Sin embargo, para una IFP, la indagación metodológica no puede ser visualizada como independiente de las teorías generales, hipótesis específicas y otros supuestos que guían la investigación. La metodología, entonces, debe ser una que exponga cómo investigar y cómo proceder, desde la teoría y el análisis (25). Es decir, el cómo una perspectiva teorética esté refiejada en el marco conceptual, cómo la metodología guiará el proceso de investigación, y cuál es la base de esos supuestos epistemológicos.

Por esto, una investigación con metodología IFP se refiejará en que sus preguntas de investigación son pertinentes para mujeres, son de interés para ellas y son desarrolladas para que exista un debate político. Así, la metodología feminista ve a las mujeres a través de los lentes focalizados en ellas, y las voces de las participantes son escuchadas. Requiere una congruencia metodológica, ya que se propicia un enfoque participativo, donde la producción de conocimiento es creado en el proceso de investigación, y su método de práctica son las actividades de “toma de conciencia”, como un puente entre la metodología y el método (28). Esto involucra que la investigación feminista asume que el conocimiento se crea (no se descubre) a través del diálogo entre la investigadora y el investigado/a, diálogo en el que negocian y deciden en conjunto un significado (32).

La metodología de investigación participativa garantiza de algún modo que ésta no sea jerárquica ni expuesta a desbalances de poder, por los argumentos expuestos anteriormente. En esta perspectiva es más afín a la metodología cualitativa que a la cuantitativa. En la selección de las muestras su foco será el género como variable y categoría analítica, estableciéndose un análisis crítico desde y a través de la perspectiva de género, y se generarán los resultados desde una perspectiva de las experiencias de las mujeres-sujetos; por otra parte, el/la investigador/a se sitúa en el mismo lugar crítico como el manifestado por el sujeto de estudio (32). Los métodos de recolección de datos serán simples o combinados, como la observación participante con pequeñas muestras y entrevistas en profundidad. Finalmente, los sujetos participantes, incluida la investigadora, tendrían un apertura de conciencia en los espacios intra e intersubjetivos (conciencia liberadora).

Otras IFP manifestan interés por indagar la metodología del análisis de discurso, que ofrece un análisis de cómo éstos influyen en la vida de las personas, ya que busca exponer los procesos sociales que constituyen las estructuras de opresión y su relevancia es el de-construir a través de los discursos verdaderos, incluidos los emancipadores (35). Fairclough señala al discurso como aquel lenguaje que constituye una práctica social; y al análisis de discurso, como el análisis de los textos dentro de la práctica sociocultural (36). Los principales aspectos involucrados en el análisis de discurso son los siguientes: se dirige a los problemas sociales; las relaciones de poder son discursivas, el discurso constituye la sociedad y la cultura; el discurso realiza trabajo ideológico; el discurso es histórico; el análisis de discurso es interpretativo y explicativo; el discurso es una forma de acción social; y la unión entre texto y sociedad está consensuada (37).

Como metodología, el análisis de discurso se relaciona con el lenguaje del sujeto, y como método considera la imagen de sí mismo unida a las prácticas lingüísticas usadas en el día a día; por ejemplo, en el análisis de las entrevistas de los participantes se debe poner énfasis en cómo el individuo construye o habla sobre sí mismo, y si la conceptualización de sí mismo tiene importancia vital en las posiciones que toman las personas en la sociedad. El análisis de discurso como método de análisis lo evidencia y lo hace visible, ya que pone de manifiesto el papel clave desempeñado por el discurso en los procesos de los cuales se ejercen la exclusión y la dominación, así como la resistencia que los sujetos oponen contra ambas (38). Por ejemplo, el Análisis Crítico de Discurso (ACD) involucra leer y analizar textos y prácticas para entender el significado social y político, y de este modo develar cómo el discurso se usa y abusa para establecer, legitimar, ejercer o resistir el poder y la dominación (39).

En enfermería existe interés en usar los textos, a modo de ejemplos: en una investigación cualitativa FP sobre el impacto de síndrome menopáusico, la investigadora reporta que después de haber completado 2/3 de todas las entrevistas, valora el rol jugado por los discursos en la construcción de los sujetos, y al estudiar los textos sociales desde el punto de vista cómo éstos (de la entrevista de los participantes) fueron construidos y cómo ellos reflejaron el sentido de sí mismos (40). En una revisión del sistema de salud británico, las enfermeras respondían a dos discursos: enfermería como vocación y enfermería como explotación (41). En discursos de textos sobre el conocimiento de las enfermeras de UCI se describieron dos, el de conocedora y el de ignorante (categoría dominante) (42). Otro estudio reconoció que las enfermeras usan dos tipos de discursos que perpetúan la profesión, uno es del holismo, y el otro de cuidado holístico; y que ambos persiguen aumentar posiciones de poder como respuesta al discurso médico (43). En Sudamérica hay ya interés de su uso como herramienta en la literatura y en la investigación psicosocial (44). Estas autoras creen que hay una incipiente apertura dentro del conocimiento generado en la enfermería local, donde el discurso predominante es el positivista de tipo biomédico con poco énfasis en paradigma interpretativo holístico, sin embargo se considera un desafío atrayente realizar una investigación plenamente participativa y discursiva con los temas de la dominación social y médica.

Problemática al usar la Metodología Feminista Posestructuralista (MFP)

Considerando el beneficio del paradigma emancipador con metodología participativa, también hay ciertas limitaciones cuando los investigadores eligen incorporar las orientaciones de TFP. Epistemológicamente, las MFP han producido un debate que pone en jaque la cuestión de la opresión como parte del objetivo de la teoría feminista. Por un lado, el posmodernismo impone no sólo un severo cuestionamiento al pensamiento de la ilustración científica, pero también deja dudas porque es usado por aquellos/as que quieren limitar el impulso emancipador (45-47). Pero por otro lado, las nociones de poder y subjetividad dentro del posmodernismo son útiles en identificar –por ejemplo en el caso de enfermería– las estrategias de dominación médica (tendencia a desestabilizar organizaciones y estructuras) y la resistencia para la asistencia emancipatoria (48).

En algunos sectores científicos es controversial el uso de paradigmas feministas y lo es también la posición posestructuralista, tendiendo a asimilarlos como un todo idéntico; sin embargo existe una diferencia relevante entre ambos: en el posestructuralismo el centro es la deconstrucción, mientras que en el feminismo es la explicación de la realidad socioeconómica de la sociedad en relación al género. Desde el punto de vista de la MFP, dada la problemática con las dicotomías binarias de género, la de-construcción es cierto que sirve para reconocer este hecho ya que la mujer esta comúnmente dentro de una posición visualizada desde el dominador, en un orden binario simbólico y, por ende, esa posición es arbitraria (49). Por este motivo, todas las posiciones que toma la categoría mujer son inadecuadas, ya que a ésta se la define, se la representa dentro del discurso y del sistema simbólico binario, haciéndolo parecer como natural (50). La de-construcción permite, entonces, develar cómo se produce la verdad de ese algo, cómo se comunica un sujeto para producir significado, y cómo ese significado otorgado en un discurso que antecede y determina es tomado como punto de referencia. La MFP propone la deconstrucción incorporada a estrategias dentro de un proyecto político; es decir, los discursos como combate al poder, y que, además, esos discursos sean aceptados por quienes tomarán parte de esos discursos (50). La MFP enfatiza que se precisa una re-conceptualización de los discursos como un proceso de interacción o de proceso más que uno de estructura, aspecto que sería propio de la deconstrucción posestructuralista, centrado en el método, no en procesos sociales participantes. Otros autores apuntan a que la de-construcción no constituye una oposición a los discursos verdaderos, sino que es solamente una crítica (51).

Desde un punto de vista de paradigma y de la convergencia metodológica respectiva que sustenta una investigación participativa, específicamente en el cómo la investigadora y el participante se localizan en el proceso de investigación, surgen también dos temas epistemológicos: hay una producción de conocimientos generados por la investigación como praxis, y la percepción de la realidad como dependiente de la conciencia, esto implica que el conocimiento no puede ser generalizado (52). Desde esta perspectiva, por lo tanto, algunas preguntas metodológicas en la investigación feminista responderán a un avance en el conocimiento de Enfermería, mientras que otras no podrán.

En relación al método reconocido como apropiado, es aquel del despertar conciencia, lo que involucra el diálogo entre opresores y oprimidos. Al unirse a estos diálogos modelos de análisis deliberantes y críticos, los individuos descubren las distorsiones ocultas dentro de ellos mismos, que los mantenían en una sociedad opresiva (35). Pero también este método de despertar conciencia de los grupos puede subyugar el concepto de grupos jerárquicos tradicionales relacionados con autoridad, al proponer que estos grupos de mujeres son los que tienen la autoridad para hablar con sus propias experiencias, esto es la creación de discursos que pretenden ostentar verdades que involucran al universo mujeres. Si bien el crear conciencia es un método reconocido por los paradigmas feministas (28), esta declaración, intuitiva del pensamiento feminista, complica a las investigadoras sobre la jerarquía y la autoridad, y sobre el cómo proceder en los diferentes laboratorios, oficinas o campos de trabajo en esas nuevas posiciones.

El rigor de la credibilidad de las MFP tiene implicancias que se deben tener en cuenta cuando hay datos obtenidos próximos a lo nominado como validez (53), pero ésta es cuestionada ya que representa las condiciones de la legitimación del conocimiento en el posmodernismo contemporáneo. No obstante, en el distinguir cuáles son los límites subyacentes al tema de la legitimidad del conocimiento producido (crisis de la representación), se aconseja que el usar MFP requiere ciertas precauciones, ya que se necesita más discusión sobre si la TFP en los proyectos emancipatorios  puede  permanecer  en  la conformación teórica y metodológica de las investigadoras (54). En conclusión, pese a la inherente crítica que trae esta unión entre estas dos visiones, el desarrollo de planteamientos epistemológico-metodológicos con perspectiva FP está creando reflexión sobre la conciencia de la diversidad de mujeres-subjetividades, y del orden simbólico de poder.

CONSIDERACIONES FINALES

En estos tiempos que vivenciamos un mundo globalizado, el debate pluralista desde donde la enfermería va creciendo como disciplina, debe abordar dos aspectos: por una parte, el mundo complejo en que se encuentra inmersa la profesión de enfermería y, por otro, el reconocimiento de las condiciones de inequidad que afectan a una parte importante de las mujeres. La enfermería es aún una profesión en la que sus integrantes son mayoritariamente mujeres, que habitan en un sistema de inequidad y cuyas experiencias vivenciales las sitúan en un contexto particular cuando se enfrentan a problemáticas sociales y sanitarias, ya que el sistema patriarcal les encomienda el aspecto de cuidado, que en nuestro mundo está reconocidamente feminizado. Por tanto, la TFP puede aportar una mirada generadora de conocimiento y una instancia emancipadora para las enfermeras dentro de sus realidades experienciales, como trabajadoras, como mujeres, y como investigadoras, ya que este paradigma representa una mirada crítica tanto al microsistema de enfermería como al sistema social en la que ésta está inserta (55).

El uso de las experiencias feministas y de las metodologías de investigaciones con visión FP de las experiencias de las mujeres/ enfermeras puede iluminar aquel conocimiento de enfermería que no es posible de develar mediante un paradigma como es el positivista, ni tampoco mediante uno interpretativo. Este paradigma es el emancipatorio, en cuanto constituye un paradigma que permite al fenómeno humano emerger y ser investigado (56). En consecuencia, la MFP puede influir en las investigadoras de enfermería, ya que este tipo de estudios descubre las estrategias y tácticas de poder, sumisión y resistencia (57).

En síntesis, la unión del marco conceptual de TFP produjo un cambio paradigmático-epistemológico y un aumento de las investigaciones cualitativas; por ende, ha motivado interés en la investigación de enfermería de tipo participativa. Así mismo, la ciencia de enfermería debe proporcionar espacios para recrear teorías nuevas, abiertos a una dimensión social y política de la enfermería y de la salud, utilizando el análisis del lenguaje y representación de discursos en la investigación, develando nuestro mundo simbólico para producir conocimiento que implique cambios sociales, políticos y sanitarios.

 

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Fecha recepción: 30/06/2009   Fecha aceptación: 08/11/2010