La pandemia instalada en el año 2020 por COVID-19, nos ha puesto de manifiesto que a pesar de los enormes avances tecnológicos, coexistimos, como seres humanos frágiles, con microorganismos de alta transmisibilidad. Sin duda, durante este tiempo, la muerte de miles de personas en el mundo a tensionado fuertemente los servicios sanitarios y la forma de vida de las personas, dado que el distanciamiento físico y social ha impedido la realización de tareas cotidianas humanas, tales como comercio, educación y manufactura, entre otras. A nivel global, la pandemia nos ha permitido reflexionar sobre cómo enfrentaremos esta nueva realidad, ya sea como personal sanitario y/o como educadoras/es. Teniendo en cuenta estos cambios y mirando nuestro propio entorno de enseñanza estatal, el siguiente escrito es una breve reflexión acerca de cómo el distanciamiento social y físico ha afectado la enseñanza de la enfermería en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Santiago de Chile.

La pandemia de Covid-19 impactó el proceso de enseñanza-aprendizaje de la enfermería, tensionándola como disciplina, porque de inmediato surgió la siguiente interrogante: ¿cómo vamos a enseñar la disciplina de enfermería? Como enfermeras y enfermeros siempre hemos comprendido que la enseñanza de la enfermería tiene un proceso teórico seguido, inmediatamente, de un proceso práctico y ¿qué significa este proceso práctico?, significa que la enseñanza debe esencialmente, estar al lado de las personas. No se entiende la enfermería si no se está en contacto con el otro, si no estás al lado de la persona cuidada, pero esta pandemia nos ha limitado ese contacto, nos ha venido a decir que por el aislamiento físico, todas aquellas formas de enseñar, que implican ese vínculo humano tradicional, persona a persona, ya no existe.

Por otra parte, podemos señalar que los planes de estudio, de manera general a lo largo del país, tienen una fuerte impronta práctica, desde etapas iniciales, en escenarios de la atención primaria, secundaria y terciaria, es decir, desde sus primeros años de estudio el estudiante se inserta al interior de los escenarios hospitalarios y comunitarios.

Ahora bien, ya en el año 2000 se genera un espacio de discusión en la enfermería chilena, dado que confluyen dos modalidades de enseñanza: la simulación clínica y la docencia online. En algunas casas de estudios se da inicio a la simulación clínica, como parte de la formación, lo que da comienzo al debate en torno a si la simulación clínica puede ser una solución para enfrentar la escasez de campos clínicos. Posteriormente, otra casa de estudios presenta la docencia online, dando paso a una nueva forma de transmitir conocimientos dentro del espacio virtual no presencial, originando un nuevo debate sobre si enseñar enfermería online era realmente posible, porque se dejaba atrás la cercanía y el contacto físico presencial con el estudiante y con la persona cuidada.

Actualmente, dos décadas más tarde, nos encontramos frente a una pandemia que nos impide la cercanía social, y nos muestra la paradoja que lo negado en el pasado es hoy una solución en el presente. Asimismo, comenzamos a divagar en las siguientes preguntas: ¿Estamos en mitad del primer semestre y aún no podemos ingresar a los escenarios clínicos? ¿Tendremos más semestres online? ¿Cuándo podremos ingresar a nuestros espacios de experiencia? ¿La reapertura incluirá a todos nuestros estudiantes?, es decir, ¿desde primero a quinto año? ¿Cómo será la presión de todas las instituciones de educación para ingresar? ¿Cómo estarán los equipos de salud para recibirnos? ¿Tendrán las energías? ¿Existirá la capacidad para realizar una supervisión directa a nuestros estudiantes de quinto año por parte de nuestras enfermeras clínicas? ¿Existirán los mismos escenarios clínicos y comunitarios que teníamos planificados?

Interrogantes que aún, en el segundo semestre 2020, no podemos dilucidar y que día a día acongojan más a nuestros estudiantes, porque ven cómo todo lo planificado y toda la estructura de los diversos planes de estudio quedan expectantes frente a esta pandemia. Cada unidad académica tenía una planificación previa, por ejemplo: el estudiante de cuarto año realizaría control del paciente crónico en comunidad, pero ¿existirá esa posibilidad ahora?; en otro ejemplo: en el ambiente hospitalario tenemos organizado que el estudiante asista al servicio de traumatología para que complete sus competencias de manejar los cuidados de una paciente adulta mayor con fractura de cadera, pero ¿existirá ese escenario pospandemia? Evidentemente, en este nuevo contexto, podemos resumir todas las interrogantes anteriores en una sola: ¿Cómo enseñaremos el conocimiento práctico de la enfermería?

Primariamente podemos afirmar que nuestro principal elemento guiador del proceso de enseñanza-aprendizaje de la enfermería se quebró, es decir, estar al lado del usuario, estar al lado del paciente, que es nuestro principal paradigma, está quebrado. No podemos estar al lado del paciente, y esa situación genera incertidumbre frente a lo que viene. Desde marzo de 2020, mientras la incertidumbre aumenta con el paso de los meses de confinamiento, en junio, el Ministerio de Salud chileno señala las siguientes directrices: Los directores de servicios y los directores de campo clínico van a permitir el reingreso de los estudiantes siempre y cuando estén vacunados contra la influenza; que los estudiantes de tercero, cuarto y quinto de las carreras profesionales van a poder ingresar siempre y cuando exista un personal en cantidad suficiente; cuántos pacientes Covid-19 puedan existir en esos lugares, en torno al cual es la reconversión de camas; la calidad y la seguridad de la atención brindada y otros criterios que las autoridades pudieran estimar pertinentes¹. Complementario a esto, se debía cautelar el número de estudiante por docente guía, es decir, una profesora por 5 estudiantes, y que, claramente, estaba suspendido el ingreso de estudiantes de primero y segundo año con prácticas observacionales y que siempre y cuando estos parámetros estuvieran cautelados, se podía ingresar con estudiantes de quinto año¹. Es decir, el parámetro que se presente, aun en un escenario pospandemia, evidencia la dificultad que tendremos para que nuestros estudiantes ingresen nuevamente a espacios de formación clínico-asistenciales.

Bajo este contexto y con una mirada a futuro, comenzamos a observar lo realizado fuera de nuestro continente y encontramos la experiencia del Nursing and Midwifery Council^2,3, quienes convocaron a profesionales del ámbito de la educación de enfermería y del ámbito clínico, y formularon estándares de emergencia para enfrentar la educación de la enfermería y partería en pandemia. Dichos estándares, que impactan en la supervisión de los estudiantes en práctica, están sustentados en cinco pilares^2,3: 1) Normas de emergencia que solamente se van a cumplir durante el proceso de pandemia y pospandemia; 2) Estándares para la supervisión y evaluación de los estudiantes; 3) Dar a los estudiantes tiempo de aprendizaje protegido y una supervisión adecuada; 4) Supervisión diferenciada para las distintas cohortes, es decir, tener distintos procesos de logros de acuerdo a la cohorte de estudio y 5) Otorgar ejemplos de los escenarios en los cuales se fijan los estándares.

Por otra parte, en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Pennsylvania se comenzó a desarrollar la experiencia del video de realidad virtual de 360°, en una reanimación Covid-19, que se encuentra disponible en una plataforma de videos masivos⁴. Esto lo realiza en alianza con otras disciplinas de la propia universidad, generando sinergia de saberes. Por otra parte, la Asociación Canadiense de Escuelas de Enfermería, también nuestro símil de la Asociación Chilena de Escuelas y Facultades de Enfermería, instala en su página web diferentes guías para las escuelas respondiendo a las temáticas del Covid⁵, que tiene como propósito apoyar a la docencia con material de virtualización.

Finalmente podemos señalar que frente a este quiebre de paradigma y a esta nueva forma de enseñar, como docentes lo estamos viviendo en conjunto con nuestros estudiantes, es decir, toda la comunidad educativa se encuentra concentrada en buscar nuevas metodologías educativas que aseguren la calidad de la formación de nuestros futuros egresados, futuros profesionales de la salud, que por circunstancias externas se ven enfrentados a una nueva forma de educación, antes impensada. Entonces, nosotros como docentes: ¿Cómo aseguramos la calidad de la formación? ¿Cómo comunicamos esta información? Resulta interesante ver cómo la Escuela de Enfermería de la Universidad de Yale⁶ remarca de manera transparente y pragmática lo que son capaces de hacer en esta incertidumbre, señalando que realizarán enseñanza dual de educación, es decir, en persona o vía remota. Considerando la simulación clínica y la flexibilidad educativa de las plataformas remotas para el logro de aprendizajes de las nuevas generaciones de enfermeras y enfermeros, los cuales son vitales para la transformación del nuevo mundo.

Sin lugar a duda la crisis social, económica y sanitaria que se vive a nivel mundial, ocasionada por la pandemia COVID-19, afecta de manera importante los procesos formativos de las enfermeras y enfermeros, especialmente los vinculados a la enseñanza clínica, generando espacios de incertidumbre y también de oportunidades, donde la creatividad y los avances tecnológicos juegan un rol crucial a la hora de establecer nuevas formas de enseñanza.

Es menester entonces que como unidades academicas de enfermería y en el concierto de cada institución universitaria, aunemos voluntades, energías y trabajo en equipo, para mantener estándares de calidad en la formación, en base a sustentos teóricos y a su retroalimentación de los contextos presentes. La nueva enseñanza de la enfermería pospandemia enfrentará el desafío de evitar el riesgo de los errores, sin embargo, también está la certeza de que siempre velaremos por entregar lo mejor de nosotros: cuidar a un otro, de manera significativa y ajustada a sus necesidades como ser holístico.