Han pasado meses desde el inicio de la pandemia por coronavirus (COVID-19), notificada por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 20191, un reto para la humanidad y vista como una de las grandes tragedias de estas últimas décadas2,3.
En este contexto, aun cuando la profesión de enfermería ha tomado un rol preponderante en el equipo de salud, igualmente se ha visto profundamente afectada por esta crisis y se ha puesto en evidencia inequívoca la falta de inversión para fortalecer su quehacer profesional y especializado4,5.
Los informes de la OMS6,7 sobre la situación de enfermería en el mundo, junto con manifestar la necesidad de inversión en educación, trabajo y liderazgo en enfermería, también revelan la desigual distribución del personal de enfermería en el mundo y al interior de los mismos países, generándose con ello importantes inequidades de cuidado profesional hacia la población.
En medio de esta crisis, que se observa como un antes y un después para las entidades educativas, se hace imperativo mantener una formación universitaria que se ve enfrentada a las consecuencias de una pandemia, poniendo de manifiesto cualquier brecha estructural, económica, política y social a nivel nacional e internacional.
Principalmente, el mayor desafío es cómo mantener la educación superior para las colectividades más desprotegidas. Estudiantes y docentes han visto alterada su estabilidad emocional, personal, familiar, social y económica, en un proceso de cambio sin precedentes, en medio de resistencias y temores por el presente y la incertidumbre del futuro5,8,9.
Entonces, las interrogantes son: ¿Cómo se resguarda la equidad educativa considerandolas brechas sociales? y ¿cómo retornamos a la presencialidad, preservando la calidad de la formación? Este año, las Escuelas de Enfermería, nacional e internacionalmente, han requerido, en tiempo récord, adaptar sus planes de formación, con el apoyo de las TICs, para responder al distanciamiento social en la formación virtual.
Retos como la heterogeneidad de las condiciones socioeconómicas que generan brechas de conectividad, la necesidad de capacitación docente en educación a distancia, o la multiplicidad de roles a los que se ven enfrentados, tanto estudiantes como docentes en el hogar, o enfrentar los estudios lejos de sus familias o personas significativas, o las propias limitantes para retomar las prácticas clínicas, son todos contextos que, junto con ser desafíos, permiten constatar que la educación a distancia en tiempos de emergencia, por completa que sea, conlleva restricciones que requieren de políticas nacionales y locales flexibles, que deben ser acompañadas con los apoyos institucionales necesarios para mitigarlas5.
Si bien son tiempos complejos, también son estas circunstancias las que nos ofrecen un espacio de apertura al cambio, a la innovación, a la creatividad y a mirar este proceso con la perspectiva más humana posible(5, 8, 10). En este momento el componente emocional y humano toma prioridad y la relación pedagógica debe entenderse como un elemento crucial. En estos momentos es importante considerar que los recursos tecnológicos son más un medio coyuntural, que permiten implementar a distancia el plan de formación, que algo que reemplaza aquella presencialidad vivida por estudiantes y profesores; siendo, en algunos casos, el lugar físico y emocional que los acoge cuando esto no existe en sus hogares10,11,12. Esto fundamenta la relevancia que tiene el vínculo pedagógico cercano si consideramos que somos personas únicas en contextos disímiles y complejos.
Quizás podría decirse que el mayor cambio para la mirada formadora es la flexibilidad y el reconocimiento de que la estructura controlada de un plan de formación presencial no es replicable en línea, tampoco es la piedra angular, más bien, es un medio más, que en la medida que promueva un diálogo permanente, inclusivo y reflexivo entre los distintos miembros de la comunidad universitaria, será lo que fundamentalmente dará sustento a este tan gran desafío10,12.
Se necesita del trabajo colaborativo con otras Escuelas de Enfermería, nutrirnos de la creatividad que caracteriza nuestra respuesta en tiempos complejos, con solidaridad interdisciplinar y, por supuesto, con apoyo de políticas públicas que respondan, a corto plazo, a las brechas señaladas y permitan entregar formación de calidad, humana y equitativa.