La siniestralidad vial es considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un tema de salud pública. En varios países se han venido desarrollando programas tendientes a reducir el número de lesionados y fallecidos por esta causa1. A nivel internacional, los siniestros viales causan casi 1,3 millones de muertes y se estima que ocasiona 50 millones de lesionados anualmente, convirtiéndolos en la principal causa de mortalidad de niños y jóvenes en todo el mundo2.
Se estima que durante el próximo decenio los siniestros viales causarán otros 13 millones de muertes y 500 millones de traumatismos, impactando particularmente a los países de ingresos bajos y medios. Estas cifras inaceptables se han mantenido en gran medida sin cambios durante los últimos 20 años, a pesar de la rigurosa labor en materia de seguridad vial realizada por las Naciones Unidas y otros organismos3. Según el informe sobre la situación mundial de la seguridad vial, los traumatismos por siniestros viales pasaran del noveno lugar al cuarto lugar para el año 2030 por causas de mortalidad, implicando un alto gasto para todas las entidades involucradas, alcanzando $USD 518.000 millones4.
Con el objetivo de evidenciar la importancia del problema y la necesidad de actuar, los gobiernos de todo el mundo proclamaron unánimemente, por medio de la resolución 74/299 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la celebración de un Segundo Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2021- 2030, con el objetivo explícito de reducir los fallecidos y lesionados graves viales, en al menos un 50% durante ese período3, declarados bajo los pilares de acción. Chile se comprometió a disminuir en un 30% la morbimortalidad vial, y para ello desarrolló la Estrategia nacional de Seguridad Vial a cumplir en este periodo con 152 medidas de acción5.
En la perspectiva convencional de la seguridad vial, se ha tendido a cargar históricamente al usuario con la mayor responsabilidad en la ocurrencia de los siniestros viales6, sin embargo, al abordar el concepto de un sistema seguro7, se reconoce que la responsabilidad del factor humano es solo una parte limitada de la ecuación. De hecho, se considera que tanto las causas como las consecuencias de los siniestros deben atribuirse en parte al vehículo y a la infraestructura vial. Este enfoque busca la creación de un sistema integral que opere de manera segura en su conjunto7. Esto respalda la importancia de centrarse en el diseño de carreteras, infraestructura y vehículos más seguros en lugar de simplemente responsabilizar a los conductores por sus errores8. Las actitudes y creencias de las personas también influyen en su percepción de la seguridad vial9. Es crucial abordar la seguridad de los peatones, el grupo más vulnerable en la movilidad, como parte de los esfuerzos para mejorar la seguridad vial10.
Después de varias décadas a nivel global, el aumento del parque automotriz ha tenido un impacto significativo en la estructura de las ciudades y en la forma en que ocupamos el espacio urbano11. La crisis ambiental, la salud y la equidad social demandan un cambio en el enfoque de la movilidad urbana actual con urgencia12. Para abordar este desafío de manera integral, se propone un enfoque transdisciplinario y conceptual que integre como pilar estratégico a la salud pública. Esto implica considerar todas las dimensiones asociadas a la seguridad vial, conciliando las necesidades de la sociedad actual y futura11.
En este nuevo concepto paragua denominado "Salud Vial", se debe priorizar el fomento y acceso a los modos de transporte más sostenibles y saludables, considerando los aspectos medioambientales, sociales, económicos y territoriales asociados, evidenciando que la planificación urbana, la movilidad y la salud están estrechamente interconectados transdisciplinarmente12.
En definitiva, más allá de facilitar y resguardar la movilidad entre puntos, es esencial adoptar una visión más amplia de la seguridad vial que considera la salud, el bienestar y la equidad en la planificación de la movilidad. Esta perspectiva debe tener en cuenta a todos los modos de transporte, las necesidades de las personas, comunidades y sus determinantes asociados13, relevando que la movilidad, las relaciones sociales y el entorno físico ejercen una influencia en distintos niveles respecto al bienestar de las personas.
El desafío propuesto plantea construir este enfoque y concepto paragua de manera colaborativa y multidimensional a corto plazo, con el fin último de lograr disminuir la morbimortalidad vial en las sociedades de hoy