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Acta literaria

versión On-line ISSN 0717-6848

Acta lit.  no.64 Concepción  2022

http://dx.doi.org/10.29393/al64-3aewg20003 

ARTÍCULO

LA ARITMÉTICA QUE ENCARNA EL CUERPO EN QUE NACÍ DE GUADALUPE NETTEL

THE EMBODIED ARITHMETIC OF GUADALUPE NETTEL'S EL CUERPO EN QUE NACÍ

Isabelle Wentworth1 

Martín García Calle2 

1The University of New South Wales. Australia. i.wentworth@unsw.edu.au

2Universidad Nacional de Piura. Perú. garciacallemartin@gmail.com

RESUMEN

Resumen: El cuerpo en que nací (2011) de Guadalupe Nettel es un Bildungsroman autoficcional que provoca una serie de cuestionamientos relacionados con el cuerpo y con la mente. La propuesta del título implica un Dualismo Cartesiano: un cuerpo que es un recipiente donde la mente está ubicada de forma circunstancial. Los procesos sensoriales y motores; la percepción y la acción son fundamentalmente inseparables en la cognición vivida. La novela empieza con el defecto físico de la protagonista: ella tiene una mancha de nacimiento sobre su ojo derecho, por lo que tiene que llevar un parche durante la mitad del día. La limitación en sus facultades perceptuales divide su mundo por la mitad. Este aspecto de su cuerpo moldea su forma de ser, y su manera de conceptualizar y experimentar el mundo. Para compensar el sentido de ser dividida: es decir, de ser una media-persona, la protagonista conforma su subjetividad a través de la duplicación. Ella limita a los seres con los cuales puede identificarse: insectos, y otras criaturas que viven marginadas. Por tanto, imitar o simular a estos bichos le da a nuestra protagonista un sentido sólido en un mundo fragmentado, puesto que, dos mitades forman un cuerpo entero. Este equilibrio no es matemático, sino afectivo y encarnado, lo cual revela la filosofía verdadera de la novela sobre el cuerpo y la mente.

Palabras clave: la crítica cognitiva; el cuerpo; la autoficción; Guadalupe Nettel

ABSTRACT

Abstract: The Body Where I was Born (2011) by Guadalupe Nettel is an autofictional Bildungsroman which provokes questions about body, mind, and selfhood. The preposition of the title, and criticism of the work, seems to imply a Cartesian Dualism, in which the body is merely a vessel or space in which one's mind is contingently housed. Yet the narrative itself dissolves this implicit mind/body separation, locating the self not simply in the body, but as the body. The protagonist of the novel is born with a defective eye. This limitation on her perceptual faculties means only able to use half of her sight, creating a motif which splices the novel. The world that she sees, and the lens of focalization through which the narrative is revealed, is divided into halves: this is how the character experiences and conceptualizes the world, and indeed her self. To compensate for this sense being half-formed, incomplete (not quite an individual), she forms her subjectivity through doublings, fashioning her identity on those beings with whom she can connect, imitating those creatures which she feels are more truly 'like her': insects, outcasts, creatures living on the margin. Mirroring these creatures gives her a sense of solidity in a fragmented world: two halves make a whole. This balance is not, of course, a mathematical one, but an affective and embodied experience. Reading the novel through this lens helps us to re-think its insights on mind, body, and the connections between them.

Keywords: cognitive criticism; the body; autofiction; Guadalupe Nettel

El cuerpo en que nací (2011) de Guadalupe Nettel podría considerarse como una novela en dos partes: la primera parte estaría dentro del Bildungsroman (novela de formación) y la otra parte se podría clasificar como una novela de trauma que mezcla fantasía con realidad. El libro trata de la niñez y adolescencia de nuestro personaje principal, quien se llama Guadalupe, como la propia autora. Ella crece en México con sus padres 'hippies', hasta que ellos se divorcian. Tanto, Guadalupe como su hermano, se quedan con su abuela materna. Pocos años después, su madre regresa con ellos, y los lleva hasta Francia: allí crecen hasta su adolescencia. Finalmente, la familia regresa a México.

La narrativa es formulada como un monólogo de Guadalupe, la protagonista adulta, a su psicólogo, a quien le cuenta la historia de su vida para encontrar algún significado y cerrar un capítulo de su vida. Lo que encuentra, o al menos lo que cree encontrar el lector de la novela, es que El cuerpo en que nací traza una negociación de vida a través del cuerpo en que se nace, y en el cual se crece. Los críticos llaman a este libro 'una historia de una chica que aprende habitar su propio cuerpo'.

La novela empieza con un defecto físico de la protagonista. Guadalupe tiene una mancha de nacimiento sobre su ojo derecho: un defecto que también tiene la autora. Los especialistas en torno a este libro, en su mayoría, hacen hincapié en la biografía de la autora. Valeria Luiselli definió El cuerpo en que nací como "una novela transparentemente autobiográfica. O tal vez, más precisamente, un largo ensayo autobiográfico." (Luiselli, 2011: 5) Este defecto (la ceguera) o el miedo a quedarse ciega invade su otra novela, El huésped (2006): la protagonista convive con un fantasma (o al menos así lo cree la autora): "Si alguna vez ganaba la batalla, apoderándose de mi persona, mi destino sería la ceguera" (Nettel, 2006: 51). Para Carolyn Wolfenzon, estos detalles 'son como lunares en el ojo del lector que pueden desviar la atención de otros aspectos de su obra.' (Wolfenzon, 2017: 41) Uno de estos aspectos es la función narrativa de esta ceguera en la novela: debido a esta mancha innata, el personaje de Guadalupe tiene que soportar muchos años un tratamiento para restaurar su visión. El tratamiento consiste en llevar un parche sobre el ojo bueno para entrenar al ojo malo durante una parte del día. Por tanto, el tratamiento consiste en que ella, solamente, tiene la mitad de su visión durante una parte del día. Por eso, el mundo de Guadalupe está dividido en dos partes: "Mi vida se dividía así entre dos clases de universo" (13). Este aspecto de su cuerpo moldea su forma de ser, y su manera de conceptualizar y experimentar el mundo. Incluso, los ojos de la protagonista también son los del lector: ella es una narradora en primera persona, tal como actúa su personaje principal que focaliza su propia historia. Por eso, su limitación física genera un motivo recurrente en toda su narrativa.

Este defecto hace que Guadalupe se sienta incompleta: su vida y su sentido de identidad se encuentran divididas. Ella no se siente un ser individual; ni en el sentido literal de la palabra (de un ser que no puede ser dividido en partes), ni tampoco en el metafórico (de un ser único y especial). Para compensar, ella desarrolla la tendencia de duplicar las identidades de otros para llenar sus propias lagunas. Ella simula y refleja el comportamiento de otros seres, creando una imagen de espejo: un doble. Con la duplicación, ella, subconscientemente, intenta balancear su sentido de identidad fracturada. Esta búsqueda del equilibrio no es, por supuesto, debido a un impulso matemático, sino por un impulso afectivo y encarnado. Por tanto, ella se identifica con los seres no humanos: especialmente, las cucarachas. Guadalupe reconoce algunas similitudes: las dos son seres insignificantes que viven al margen. En otras palabras, la protagonista siente que los insectos son una parte de su grupo social, incluso más que los otros estudiantes de su escuela. Por eso, ella recrea el comportamiento y actitudes que percibe en los insectos hasta el punto de sentirse mitad humana, mitad insecto: "me asemejaba efectivamente a las cucarachas que generalmente caminaban por los márgenes" (30). De hecho, ella explícitamente se relaciona con Gregorio Samsa, el protagonista de la Metamorfosis de Franz Kafka, quien se transforma, literalmente, en un insecto gigante. Para Guadalupe, simular o copiar a las cucarachas le da un sentido completo en su vida fragmentada: dos mitades hacen una persona entera.

Por otro lado, la cognición sostiene que "los procesos cognitivos tienen sus raíces en las interacciones del cuerpo con el mundo" (Wilson, 2002).1 Muchos neuropsicólogos como Vittorio Gallese afirman que: "nuestra experiencia subjetiva e incluso nuestra noción del 'yo' se desarrolla a partir de las potencialidades motoras y perceptuales" (Gallese y Cuccio, 2014).2 La cognición encarnada es muy importante para entender El cuerpo en que nací: la identidad de Guadalupe y su experiencia del mundo son inseparables de su cuerpo. Primero: su escasa visión divide su vida en dos universos. Segundo: su modo de compensar su ceguera hace que ella quiera imitar a los insectos con los que tanto se identifica. Esta imitación es un fenómeno que tiene lugar en el mundo real, llamado 'la resonancia motora' o 'la simulación encarnada'. Esto es una imitación inconsciente que ocurre cuando alguien mira a otro, recreando sus acciones, movimientos o expresiones. (Gazzola et al., 2007; Iacoboni, 2009a; Landmann et al., 2011; Uithol et al., 2011).

Esta imitación puede ser perceptible, por ejemplo, en el contagio que hemos experimentado cuando vemos a alguien bostezar (Avram, 2018: 190). El repetir lo mismo es causado por los 'mecanismos espejos', especialmente por los tipos especiales de neuronas en el cortico-motoneuronal (Gallese y Cuccio, 2015). Aunque la simulación encarnada es una parte de la interacción social de los humanos no está limitada a los humanos. De hecho, las neuronas espejas que crean esta imitación, inicialmente, se habían encontrado en interacciones entre distintas especies: es el caso de los monos. Desde este punto de vista, similares investigaciones han confirmado que la simulación encarnada puede ocurrir entre humanos y animales (Ferrari et al., 2003, 2009). En otras palabras, la simulación encarnada provee una explicación por la conexión física que Guadalupe sostiene con los insectos que opera más allá de un recurso literario: esto significa que no es otra cosa que una referencia a nuestra realidad neurológica y fisiológica. Este argumento se encuentra en la crítica cognitiva de la literatura, un campo de la crítica literaria que ha aumentado rápidamente. Su expansión la confirman algunas obras recientes (Palmer, 2010; Richardson, 2010; Ver-meule, 2011; Zunshine, 2006), colecciones editadas (Isabel Jaen y Julien Jacques Simon, 2013; Zunshine, 2015) y ediciones especiales de revistas literarias (por ejemplo Modern Fiction Studies [2015, vol. 61] titulada 'Neu-roscience and Modern Fiction' e Interdisciplinary Literary Studies [2014, vol. 16] titulado 'Cognition in the Classroom').

La crítica cognitiva involucra una multiplicidad de áreas y métodos de investigación.3 A pesar de la expansión impresionante del campo, generalmente a los críticos cognitivos les interesan los textos canónicos, especialmente de la época isabelina, época victoriana, y del periodo moderno.4 Sin embargo, las investigaciones cognitivas también tienen implicaciones en los textos no canónicos, inclusive fuera de las culturas anglófonas, por lo que creemos que esta novela escrita en español es un claro ejemplo de la literatura cognitiva.

El lente cognitivo que este artículo trae a El cuerpo en que nací tiene algunas intersecciones con otras opiniones críticas de la novela. Aunque no a través de la cognición encarnada, otros críticos han discutido la importancia del cuerpo, y particularmente de los ojos, en la novela. Por ejemplo, María de Alva dice que en El cuerpo en que nací, 'la voz narrativa del yo queda anclada entre la autora y la narradora-personaje que relata a partir de un ojo marcado.' En su artículo, Ríos de la Luz también enfatiza el rol de la 'anormalidad' en los ojos de Guadalupe (Luz, 2016). Según Emily Hind, El cuerpo en que nací revela cosas sobre la experiencia de envejecer en un cuerpo material (Hind, 2019). Roldán dice que en las novelas de Nettel, 'los individuos existen a través de una parte de sus cuerpos que dominan todo. Ellos son cuerpos fragmentados, y por lo tanto, tan abyecto y grotesco, en el sentido Kafkiano, que existe en la sociedad en una manera liminal' (Roldán, 2016: 10). Este comentario sobre los cuerpos fragmentados, y la relación de los protagonistas con las identidades fracturadas de Kafka, complementa muy bien nuestro análisis de El cuerpo en que nací. Pero creemos que una investigación cognitiva es necesaria para entender la manera específica y tangible en que los individuos de la novela 'existen a través de' sus cuerpos, como dice Roldán. Más precisamente, el hilo conductor de la novela es el concepto de cognición encarnada, explorando las maneras en que nuestros cuerpos, y los cuerpos de otros, moldean nuestras mentes. La novela representa cómo funciona la cognición en el mundo actual: en las palabras de Esther Thelen, una teórica de la filosofía de la mente, la cognición: "surge de nuestras interacciones corpóreas con el mundo" (2001: 1). Nosotros creemos que la novela usa este concepto de mente y de cuerpo como su proyecto estético. En el análisis que sigue vamos a exponer la aritmética encarnada de esta novela: la parte ciega que crea una división en la vida de Guadalupe y la parte en la que imita a los otros: en este caso, a los insectos.

Parte 1. Una visión dividida, una vida dividida

La división del mundo de Guadalupe es el rol que tiene su media-visión en su manera de entender su ámbito físico y social. La protagonista (al igual que la autora) nació con un defecto en la córnea de su ojo. Durante la mitad del día, ella lleva un parche correctivo sobre el ojo bueno y por eso tiene que ver el mundo por un lente oscuro y opaco. El libro comienza y finaliza con un párrafo sobre este defecto que marca los límites de la narrativa con los límites de su visión. En el primer párrafo de la novela, Guadalupe nos cuenta, "Nací con un lunar blanco, o lo que otros llaman una mancha de nacimiento, sobre la córnea de mi ojo derecho." (11) Este 'ojo deficiente' (11) simboliza la división de la novela en dos partes fragmentadas o divididas. El tratamiento que lleva a cabo sobre su ojo bueno cambia su manera de experimentar el tiempo y el espacio: "por medio de un parche que me tapaba el ojo izquierdo durante la mitad del día... Mi vida se dividía así entre dos clases de universo: el matinal, constituido sobre todo por sonidos y estímulos olfativos, pero también por colores nebulosos; y el vespertino, siempre liberador y a la vez de una precisión apabullante." (12-13). Luego, "alrededor de las cinco, alguien se acercaba a mí para avisarme que era hora de desprenderlo y, con esas palabras, me devolvía al mundo de la claridad y las formas nítidas. Los objetos y la gente con los que me había relacionado hasta ese momento aparecían de una manera distinta". (12) Esta división entre dos tipos de universos -un mundo nebuloso, y un mundo nítido- invade su niñez, en maneras literales y simbólicas.

Debido a su manera de ver, Guadalupe siente un universo diferente con los otros estudiantes de su edad: 'Ellos y yo sabíamos que entre nosotros había varias diferencias y nos segregábamos mutuamente.' (13) Ella explica como navega, con dificultad, los espacios sociales: 'Veía poco, pero lo suficiente para saber cómo manejarme dentro de aquel laberinto' de la escuela (13). Sus compañeras de clase "se preguntaban con suspicacia qué ocultaba detrás del parche -debía ser algo aterrador para tener que cubrirlo. El ojo derecho, el que sí estaba a la vista, les causaba curiosidad y desconcierto" (13). Por tanto, también su mundo social se divide entre dos espacios metafóricos: el centro y el margen. Ella confiesa que "No había dejado de ser marginal" (20); "Vivir bajo esas condiciones también nos situaba al margen de la mayoría" (22). El lugar en su mundo dividido se relaciona explícitamente con su visión:

... el ojo se fue acostumbrando a las delicias de la pereza y, cada vez más anquilosado, se acercaba a la nariz con una languidez exasperante. Obligarlo al movimiento habría requerido que me tapara el ojo trabajador y, por lo tanto, que me infligiera a mí misma aquello que tanto detesté y sufrí durante la primera infancia. Ni los nerds se me acercaban. Otra vez había vuelto a ser una outsider - si es que alguna vez había dejado de serlo. (118)

A través de su visión dividida, Guadalupe ve el divorcio de sus padres también como un problema de dos universos: "Una vez desmembrada la familia, la tierra se dividió en dos continentes... Nosotros pasábamos semana y media en el hemisferio de mi madre, en el cual el estoicismo y la austeridad eran valores de primera". (39) Esta referencia a dos 'hemisferios' sugiere a ambos las implicaciones espaciales (como los hemisferios del globo) y cognitivos (los hemisferios del cerebro) de este desarrollo en su vida. Guadalupe repite este término, "los dos hemisferios de mis padres" (56) sugiriendo la importancia de esta polisemia. Guadalupe y su hermano tienen que navegar no solamente en dos nuevos hogares; también en dos maneras de vivir: "Creo que ni mi hermano ni yo juzgábamos esas dos realidades en las que transitábamos alternativamente. Al contrario, nos adaptábamos a ambos sistemas de creencias" (45). Cuando sus padres se van de su vida y ella tiene que vivir con su abuela materna, otra vez el mundo de Guadalupe está fragmentado en otro universo: "Si los dos hemisferios de mis padres jamás nos causaron, a mi hermano o a mí, problemas de navegación, el universo decimonónico al que nos transportó la abuela representaba el territorio menos hospitalario que había conocido hasta ese momento." (56) Este mundo nuevo es, para Guadalupe, más como el mundo nebuloso que vivía con su ojo marcado, con fronteras y líneas borrosas: "En ese universo se imponían algunas leyes totalmente arbitrarias, al menos a mi entender" (56). Le cuesta mucho a ella navegar el universo de su abuela, con reglas y expectaciones inescrutables.

Durante este tiempo, la tendencia de conceptualizar el mundo en términos de partes separadas está expresada en su propia identidad. Guadalupe tiene dos personas dentro de una sola: la niña que vivió junto a sus padres que es muy diferente a la niña que vivió después del divorcio de sus padres: "En lo que a mí respecta, la ausencia de mis padres y el conflicto continuo con la abuela me habían transformado en una persona distinta. No sólo cambié de ropa y de peinado, también se modificó la expresión de mi cara." (94). Por tanto, consideramos que su identidad inestable deja dos yoes distintos.

Si se considera el papel central que la literatura va a tener en su vida futura, posiblemente el cambio más drástico en Guadalupe durante este periodo es que, "cuando mi madre se fue, escribir dejó de interesarme." (93) Por supuesto, la escritura y la literatura no desaparecen de su vida para siempre: eventualmente los mundos ficcionales vienen a ofrecer otra clase de universo, otro camino en la vida dividida de Guadalupe. Ella descubre la magia de la literatura cuando encuentra una colección de libros escondido en una sala de su casa: "ahora tenía un acceso continuo al universo nítido al que pertenecen las letras." (19) Expresar el descubrimiento así, como un punto de acceso a otro universo, comenta en el estado ambiguo de los mundos ficcionales. Para Guadalupe, estas historias ficcionales tienen una relación muy especial con el mundo actual: no le cuentan la verdad, pero pueden transmitir verdades importantes sobre el mundo. En estos libros, Guadalupe encuentra su 'doble': para ella, es como mirarse en un espejo: "Esas páginas contaban la historia de una chica, apenas mayor que yo, que vivía esclavizada por su abuela proxeneta y que habría dado cualquier cosa por deshacerse de ella" (79). El leitmotiv del doble, de gemelos antinaturales, aparece en los clásicos que Guadalupe lee: The Portrait of Dorian Gray, Dr Jekyll & Mister Hyde. Otro doble que encuentra ella (y quizás el más importante) es del personaje de Gregorio Samsa. El tema de dos personajes parecidos que existen en universos distintos constituye un comentario de una relación ambigua -o, puede ser, dual- que tiene esta novela autoficcional con la propia vida de la escritora. Muchas de las cosas que le suceden a la protagonista le ocurrió también a la propia autora.

La descripción de los libros como 'el universo nítido' también refleja otro aspecto de la visión dividida de Guadalupe. El cuerpo en que nací es una novela explícitamente ligada a la psicología y, especialmente, al psicoanálisis. La narrativa se presenta como un monólogo de la protagonista que hace una terapia con un psicólogo en el que cuenta su niñez y adolescencia, para explorar como ella llegó a ser de esa forma. Tanto la terapia como la escritura son maneras de clarificar y explorar experiencias diferentes de la mente. Pero a través de la terapia y su escritura, Guadalupe no está solo explorando su mente, sino también su cuerpo, y la relación entre los dos. Para ella, el consciente y el subconsciente están conceptualizados en términos de la facultad de la visión. Para Guadalupe, el consciente es "el universo nítido" o explícito que representa las páginas de esta novela, mientras el subconsciente es oscuro, opaco, el "mundo nebuloso" (13) como la descripción de su visión a través de su ojo marcado. Esta división, y la dualidad de inconsciente/oculto y consciente/visible está representada sintácticamente por las muchas preguntas retóricas que Guadalupe dirige a su terapeuta: "¿Cuál era exactamente la naturaleza de la regla?" (24); "¿Por qué a nadie se le ocurrió responder, doctora Sazlavski...?" (25); "¿No es mucho peor el efecto del silencio en niños acostumbrados a saber y a preguntarlo todo?" (35); "¿Acaso su larga ausencia le había quitado legitimidad para criticarme?, ¿Cómo saberlo?" (99). La terapeuta también está oculta en la narrativa, y nunca habla ni contesta. Las preguntas de Guadalupe se quedan como pensamientos medios vacíos con respuestas medias terminadas.

Por consiguiente, la sensación de división en su propia mente hace que Guadalupe se sienta una persona incompleta; partida en dos. Este sentido de faltarle algo la estimula a ella a compensar y buscarse a sí misma en las identidades de otros seres. Por tanto, pensamos que esto no es simplemente un fenómeno psicológico sino también físico, nacido de una manera de percibir y existir en el mundo con dos ojos diferentes, y con la visión dividida.

Parte 2. La simulación encarnada: el 'yo' construido por la imitación

Guadalupe imita el comportamiento de las criaturas con quien ella se identifica: los seres no humanos que comparten con ella una vida marginal, secreta, y aislada. La conexión empieza con su madre en la primera etapa de su vida. Guadalupe tenía la "tendencia a encorvar la espalda como si intentara protegerme de algo" (15), y esta "postura, a la que su madre se refería con frecuencia con metáforas de animales", especialmente, "cucaracha". (15, 16) "-¡Cucaracha! -gritaba cada dos o tres horas" (16). La identificación de Guadalupe con las cucarachas hace que ella copie a los insectos en maneras físicas (de postura y caminar), preferencias (por ejemplo, los lugares donde ella pasa el tiempo), y su identidad como una criatura de adaptación y supervivencia. Esta duplicación intenta resolver las divisiones de su identidad y su concepción del mundo. El 'yo' que ella desarrolla no es unitario, sino intersubjetivo y múltiple.

Sus acciones representan un fenómeno que existe en la vida actual: la simulación encarnada. Esto es una parte muy importante para las interac ciones sociales (Cacioppo y Cacioppo, 2012): "mecanismos neuronales por medio de los cuales la observación del otro desencadena una 'simulación encarnada' automática e inconsciente de esas acciones, intenciones, emociones y sensaciones del otro." (Gallese et al., 2007: 131; ver también Iacoboni, 2009b). Esta definición es muy relevante en el caso de Guadalupe, cuya simulación está modulada por la motivación social. Lakin y Chartrand (2005) demostraron que los individuos que se sienten excluidos o aislados generalmente tienen la tendencia de imitar las actitudes y comportamientos de otras personas. Ellos comparan a las personas aisladas frente a las personas con vidas normales; llegando a la conclusión que las personas aisladas (por ejemplo, aquellas que no tienen muchos amigos ni son muy cercanos a su propia familia) imitan con facilidad a personas desconocidas, porque se sienten motivados a crear conexiones con personas nuevas. El aislamiento es una 'característica fundamental' de los personajes en todos los cuentos de Nettel, especialmente en los personajes femeninos. En El cuerpo en que nací, Guadalupe está aislada, separada, emocionalmente de su familia y de sus compañeros de clase: "En segundo de secundaria seguía siendo una niña retraída, en los límites de lo antisocial" (137). Por esta razón, ella está particularmente motivada a crear una conexión con otros, ya sean humanos o insectos. Por ejemplo, Guadalupe simula el comportamiento furtivo de estos insectos: 'Era como si en algún momento hubiera decidido construir una geografía alternativa, un territorio secreto dentro de la unidad por el cual pasear a mis anchas sin ser vista.' (30) Ella se esconde en los árboles, los huecos de la escalera, y los pasillos, quedándose en las esquinas y en los muros. "En ese sentido -mucho más que en el aspecto físico- me asemejaba efectivamente a las cucarachas que generalmente caminaba por los márgenes de las casas y los conductos subterráneos de los edificios." (30)

Esta imitación de comportamiento y postura crea un paralelo no solo físico sino también psicológico entre Guadalupe y estos insectos: Ella adopta "el cuerpo y la actitud de una cucaracha" (106). Su identidad viene a ser modelada en las cucarachas: criaturas cuya característica más importante es su habilidad para sobrevivir en ámbitos radicales y diferentes, adaptándose a muchos cambios a lo largo de su existencia. Como ellos, Guadalupe ha "tenido que mutar para sobrevivir" (65). De hecho, ella se describe a sí misma como una 'trilobite'. Ella intenta ser como estas criaturas ancianas: "han sobrevivido a los cambios climáticos, a las peores sequías y también a las explosiones nucleares. Su supervivencia no implica que desconozcan el sufrimiento, sino que han sabido superarlo." (95) Igualmente, en su vida Guadalupe tiene que superar el sufrimiento y el cambio por medio de la adaptación. Esto es vital en su formación de identidad y en su desarrollo como mujer: "para sobrevivir en un entorno como aquel, me tuve que adaptar" (120). Muchas veces ella demuestra que en este aspecto también se 'asemejaba afectivamente a las cucarachas', por ejemplo durante el divorcio de sus padres; la cohabitación con su abuela; el cambio de las escuelas; o la mudanza a Francia.

La afinidad con las cucarachas es evidente en otro libro de Guadalupe Nettel: Historias Naturales (2014). Esta obra es una antología de historias que exploran las conexiones sutiles que formamos con los animales con quien vivimos. Un capítulo titulado 'La guerra en los basureros', nos cuenta la relación entre una niña y las cucarachas que se escabullen alrededor de su casa. Cuando ella encuentra una cucaracha por primera vez, la mirada es reflexiva, y es el resultado de una identificación antropomórfica y zoomórfica: "Me pareció que aquel insecto me miraba y en sus ojos reconocí la misma sorpresa y desconfianza que yo sentía por él" (109). La niña siente una "familiaridad" (110) entre sí misma y la cucaracha. La limpiadora de la casa explica a nuestra protagonista la relación que existe entre las cucarachas y los humanos: "estos animales fueron los primeros pobladores de la tierra y, aunque el mundo se acabe mañana, sobrevivirían porque son la memoria de nuestros ancestros. Son nuestros abuelos y nuestros descendientes." (134) Estos sentimientos expresan una concepción de post-antropocentrismo que desplaza a los humanos del centro del universo, y desestabiliza el eje entre lo humano y lo no humano. Del mismo modo, para las protagonistas de ambas historias, la identificación y simulación de las cucarachas sugiere una identidad posthumana, con una subjetividad extendida tras las barreras de lo humano y lo no humano. En palabras de Pepperell, Historia Natural y El cuerpo en que nací sugieren que es un "movimiento lejos de la noción del humano único y aislado; hacia una concepción de existencia en cual está integrado totalmente con el mundo en todas sus manifestaciones, incluso la natura, la tecnología y otros seres" (Pepperell, 2003: 100). Al fin, la protagonista de 'La guerra en los basureros' reconoce que comparte su identidad con las cucarachas que han impregnado su casa y su narrativa: ella se describe a sí misma como "una cucaracha huérfana, probablemente asustada, que no sabía hacia dónde moverse" (140).

Del mismo modo, la protagonista en El cuerpo en que nací se describe a sí misma como 'un insecto', y emocionalmente se identifica con la vida de un insecto. Cuando su abuela la castiga, Guadalupe siente "exactamente cómo se saca a un insecto indeseable de la casa para no tener que aplastarlo frente a los invitados." (68) Los insectos empiezan a invadir todos los aspectos de su vida: "los insectos siguieron apareciendo con cierta frecuencia dentro de mi habitación. Ya no era sólo la oruga sino distintas estezuelas, muchas veces venenosas, las que venían a visitarme" (69); "Podía ser una araña roja, una mantis religiosa, un cara de niño." (77). Estas apariencias continúan hasta el punto de ser fantástico, como una alucinación:

En vez de azotadores o tarántulas, veía ahora lombrices de tierra, escarabajos y cucarachas. Estas últimas en particular mostraban en mis visiones una actitud amable, incluso benevolente hacia mi persona. A diferencia de los demás insectos, las cucarachas no me miraban con ojos agresivos y desafiantes, al contrario, parecían estar ahí para impedir que otros animales vinieran a molestarme. Por eso, cada vez que encontraba una en mi cuarto, en vez del nerviosismo de siempre me invadía una misteriosa calma. (77)

Pero estos bichos no solo aparecen en su cuarto sino también en su espejo, infiltrando su propia identidad: "lo que yo veía en el espejo en aquel entonces era algo parecido a la oruga que había encontrado la muerte en mi zapato." (81) Los insectos con quien ella se identifica están mapeados en su esquema corporal: un palimpsesto encarnado. En un comentario meta-ficcional del poder de la literatura para resonar con el lector, Guadalupe descubre otro doble en los personajes literarios:

Me identificaba por completo con el personaje de La metamorfosis, a quien le ocurrió algo semejante a mi historia. Yo también me había levantado una mañana con una vida distinta, un cuerpo distinto y sin saber bien en qué me había convertido. En ningún lugar del relato [de Kafka] se dice exactamente qué insecto era Gregorio Samsa, pero yo asumí muy rápido que se trataba de una cucaracha. Él se había convertido en una de ellas mientras que yo lo era por decreto materno, si no es que desde mi nacimiento. (94)

Esta identificación impregna su concepto del 'yo': "yo era Gregorio Samsa." (106) La conexión corpórea y emocional a los insectos, interpretado por el personaje ficcional Samsa, tiene un efecto complicado en su vida social. Mientras ella entra a la adolescencia, empieza a establecer vínculos sociales, pero solamente con los otros individuos 'trilobites' como ella. La protagonista describe a sus amigos como 'bichos', 'cucarachas', que también tenían que adaptarse a circunstancias difíciles: "Si por separado cada uno parecía un bicho en peligro de extinción, juntos formábamos un conjunto bastante poderoso." (155) Pero, aunque su identidad de 'cucaracha' le ayuda a sentirse cerca de algunos pocos amigos, se le hace difícil poder conectar con muchos otros que no son de la misma 'especie': "Como él [Gregorio], yo también causaba cierta repulsión entre mis compañeros." (95) Sus tendencias artrópodas afecta también como la miran su propia familia: "Quizás, en el fondo, a mi madre le constaba asumir una posible competencia y prefería asegurarse de que siguiera levantando los hombros como un pequeño insecto a la defensiva." (154).

Pero año tras año, Guadalupe se vuelve menos dependiente de esta estrategia de imitación, duplica el comportamiento y la actitud de supervivencia y de defensa de las cucarachas. Este cambio está vinculado, otra vez, a su visión resultante de conceptualizar el mundo. Ella aprende a manejar mejor su ojo deficiente, y por eso los 'dos universos' se unen más y más. Del mismo modo, ella empieza a considerarse a sí misma como una persona (casi) completa: ya no está divida en dos, o al menos no ve ese equilibrio como un fracaso, y no necesita compensar tanto su identidad con su cuerpo fragmentado: "Recuerdo en particular una gran exposición de retratos de Picasso y de Braque. Me fijé en aquellas mujeres asimétricas que ambas representaban; cuya belleza radicaba precisamente en ese desequilibrio. Pensé mucho en la ceguera como [una] posibilidad." (194); "Mis ojos y mi visión siguieron siendo los mismos, pero ahora miraban diferente. Por fin, después de un largo periplo, me decidí a habitar el cuerpo en el que había nacido, con todas sus particularidades." (195) Así pues en vez de resolver el aritmético encarnado de la novela, sugiere, por el contrario, la aceptación del desequilibrio e irresolución en la formación de una identidad.

A pesar de su ojo defectuoso, esta realización disminuye su necesidad de compensar su identidad dividida. Guadalupe desarrolla la confianza en su yo como fuente de subjetividad legítima, no como un espejo para reflexionar a otros seres: "me había decidido a subrayar mi excentricidad que de otra manera podría pasar por una cuestión involuntaria y, por lo tanto, incontrolable. Asumirla era, en cambio, una demostración de fuerza" (185). Significantemente, Guadalupe describe este cambio como "una metamorfosis inversa" (185). Es la transformación de Gregorio Samsa de la novela Metamorfosis, pero a la inversa: no de humano a insecto, pero sí de insecto a humano. Finalmente, ella hace conexiones sociales con personas afuera de su grupo de 'trilobites': "ese año implicó para mí la salida del solipsismo". (140). Guadalupe empieza a frecuentar las fiestas, besar a hombres, y sentirse atractiva. Ahora es una mujer joven, no solo una 'cucaracha'.

Es importante remarcar que el fin de la historia no es completamente simple, ni feliz. Formar una identidad completa, ser una 'individua' en el sentido literal, como un ser que no puede ser dividido, es un proceso que Guadalupe ha tenido que continuar por toda su vida. La narradora cuenta su historia a través de la terapia que hace con su psicólogo para entender su mundo. Guadalupe todavía está trabajando para entenderse a sí misma. De hecho, al final del libro, Guadalupe usa una metáfora que implica su tendencia continua a verse a ella misma como una individua fracturada: la suma de 'las partes de mi cuerpo'. Ella cuenta las historias de su niñez, reentra en la intersubjetividad inestable que tenía cuando era niña: "En ciertos momentos del todo impredecibles, las partes de mi cuerpo me producen una sensación de inquietante extrañeza, como si pertenecieran a una persona que ni siquiera conozco." (189). En fin, la estructura de la novela hace otro comentario reflexivo sobre la naturaleza de los mundos ficcionales, en particular los mundos autoficcionales, y los estados de sus personajes.

Para concluir creemos que, en las páginas de esta novela, Guadalupe Nettel crea otra versión de sí misma: otro doble del 'yo'. Como Gregorio Samsa, este doble 'yo' está encerrado en el universo de la literatura, y también encerrado en el exosqueleto de la cucaracha. Como bien dice la autora al terminar su libro: "Estos son, sin duda alguna, los recuerdos de mi infancia y adolescencia, mezclados en una intrincada madeja con una infinidad de interpretaciones de las que ni siquiera soy consciente." (183) Una de estas 'infinidad(es)' de interpretaciones de El cuerpo en que nací es lo que esta investigación propone: el entrelazamiento del cuerpo y de la formación de la identidad; así como el de la búsqueda de un sentido completo del 'yo' a través de ojos distintos.

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1"cognitive processes are deeply rooted in the body's interactions with the world".

2"Our subjective experience and even our 'notion of the self emerges from our motor and perceptual potentialities.' 'This idea is supported by an ever increasing collection of empirical studies that fall into two broad classes: one consisting of experiments that implicate action, emotion, and perception systems in seemingly abstract cognitive tasks and the other consisting of experiments that demonstrate the contribution of bodily interaction with the external environment to the performance of such tasks." (Dove, 2015)

3Por ejemplo, hay investigaciones de las estructuras cognitivas y culturales que forman la habilidad de leer y evaluar la literatura (ver, por ejemplo, a Easterlin 2012; Richardson 2010; Vermeule 2011; Starr 2013). También, (Keen, 2007) investiga el efecto de leer en el desarrollo de empatía, (Hogan, 2013) investiga la facultad cognitiva de crear/escribir la literatura, y Crane (2010) investiga el cerebro de algunos autores, por ejemplo Shakespeare, en el contexto de sus culturas y épocas.

4Ver, por ejemplo, Carrera, 2014; Connor-Swietlicki, 2016; Crane, 2010; Reed, 2016.

Recibido: 18 de Octubre de 2021; Aprobado: 16 de Junio de 2022

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