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Acta literaria

versión On-line ISSN 0717-6848

Acta lit.  n.29 Concepción  2004

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-68482004002900006 

  Acta Literaria Nº 29 (93-104), 2004

Artículos

Peregrinación de Luz del Día: La desilusión de Juan Bautista Alberdi
 
 

Patrick L. O’Connell

University of Central Arkansas, USA. E-mail: PatrickO@uca.edu


Resumen

En Peregrinación de Luz del Día (1871), Juan Bautista Alberdi (1810-1884) cuestiona la dicotomía civilización-barbarie planteada por Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) e ironiza, por medio del viaje alegórico de su personaje hermafrodita Luz del Día, el concepto civilizador que propone James Fenimore Cooper (1789-1851) en Notions of the Americans (1848). La "mitología de exclusión" en la Argentina manejada por el crítico literario Nicolás Shumway en The Invention of Argentina (1991) para exponer las ficciones fundacionales de la nación, la importancia de las contribuciones literarias de Alberdi y la contrastante estética política de Cooper y Sarmiento se señalarán en este ensayo por desarrollar el juego dialéctico de Alberdi entre realidad política e imaginación utópica.

Palabras claves: Civilización-barbarie, Nicolás Shumway, viaje alegórico, viaje utópico, alegoría política.

Abstract

In Peregrinación de Luz del Día (1871), Juan Bautista Alberdi (1810-1884) debaes Domingo Faustino Sarmiento’s (1811-1888) dichotomy "civilización-barbarie" and employs irony, through the allegorical voyage of the hermaphroditic "Luz del Día", to critize the civilizing concept similar to Sarmiento’s found in James Fenimore Cooper’s (1789-1851) Notions of the Americans (1848). In this essay, the "mitología de exclusión" used by literary critic Nicolás Shumway in The Invention of Argentina (1991) to expose Argentina’s foundational fictions, the importance of Alberdi’s literary contributions, and Cooper and Sarmiento’s contrasting political esthetic to that of Alberdi, will be investigated in order to study Alberdi’s dialectical vacillation between political reality and utopian imagination.

Keywords: Civilization and barbarity, Nicolas Shumway, allegorical trip, utopic trip, allegorical politics.


Juan Bautista Alberdi (1810-1884), uno de los contribuyentes a la nacionalidad literaria argentina del siglo XIX, imparte un discurso civilizador en Peregrinación de Luz del Día (1874) que lo aleja de sus colegas del Salón Literario de la Generación del ’37. De igual manera, mientras cuestiona la dicotomía civilización-barbarie planteada por Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Alberdi posee una estética literaria semejante a la del novelista norteamericano James Fenimore Cooper (1789-1851). Alberdi ironiza, por medio del viaje alegórico de su protagonista hermafrodita Luz del Día, el concepto civilizador que propone Cooper en Notions of the Americans (1848) y la dicotomía de Sarmiento1.

La argentinidad del siglo XIX, según el crítico literario Nicolás Shumway, había sido un fracaso nacional. En The Invention of Argentina (1991), Shumway investiga este fracaso prescindiendo de las consideraciones tradicionales tales como la desigualdad social, la iglesia, la milicia y la dictadura, enfocándose más bien en la mentalidad argentina. Shumway estudia el proceso formativo de los intelectuales argentinos del siglo XIX con el fin de destacar la herencia ideológica del país, mientras se desarrolla una "mitología de exclusión" incapaz de producir un ideal nacional unificador. El resultado de este proceso, según el citado crítico, es una sociedad de opositores cuyas ideologías, siempre incompatibles, impiden la formación de una identidad nacional unificada y coherente.

En Peregrinación de Luz del Día, Alberdi desafía a sus colegas a través de la ambigüedad de un personaje hermafrodita cuyas observaciones oscilan entre dos espacios textuales en un juego dialéctico entre realidad política e imaginación utópica. Su versión literaria es menos utópica y más conciliadora que la de sus colegas y, por ende, fue menos aceptada por Sarmiento y Bartolomé Mitre (1821-1906), entre otros, por su aparente falta de amor por la patria. La "mitología de exclusión" en la Argentina manejada por Shumway para exponer las ficciones fundacionales de la nación, la importancia de la obra de Alberdi y la contrastante estética política de Cooper y Sarmiento se señalarán en este ensayo por desarrollar la retórica de Alberdi como una contestación de lo que según Alberdi es "la historia forjada por la vanidad, una especie de mitología política con base histórica" (Katra 360).

En 1874, años después de la muerte de Cooper, Alberdi escribe desde Londres su Peregrinación, obra de plena madurez literaria. El relato constituye su esfuerzo intelectual por modernizar al país y mejorar la condición de sus habitantes, que anhelan un ambiente libre de opresión. La obra comienza cuando el protagonista, "La Verdad", aburrido de vivir en Europa, decide disfrazarse de mujer y emigrar al Nuevo Mundo con el seudónimo de "Luz del Día":

Dice el cuento que aburrida la Verdad de vivir en Europa en medio de un mundo y de generaciones formadas en moldes de Tartufo, de Gil Blas, de Basilio, etc., y mortificada por la exhibición de los triunfos insolentes y cínicos, pero siempre afortunados de su indigna rival la Mentira, personificada en casi todos los papeles de la sociedad europea, no queriendo suicidarse tan joven (¡y es más antigua que Aristóteles y Platón!), la Verdad se determinó un día de mal humor a emigrar al Nuevo Mundo (32).

En los Estados Unidos, Cooper empieza a escribir medio siglo después de la guerra de independencia norteamericana (1776-1783). La mayor parte de su obra, como la de Sarmiento y Esteban Echeverría (1805-1851), impulsa las condiciones necesarias para la formación nacional. Sin embargo, en Notions of the Americans, al contrario de Sarmiento y Echeverría, Cooper intenta aplicar creaciones mitológicas y fantasías europeas a una tierra salvaje encantada. En el proyecto de Cooper se observa un propósito de reafirmar la independencia cultural de la nueva nación estadounidense. Notions es una novela epistolar en que un viajero europeo envía cartas a sus amigos en Europa desde los Estados Unidos. Los recipientes de las cartas reflejan alegóricamente la cultura de militares, condes, profesores y príncipes del Viejo Continente -las clases a las que Cooper quiere influir con su versión de la verdad personificada por su protagonista. El viajero es acompañado por John Cadwallader, un estadounidense cuyas iniciales (J.C.) coinciden con las del autor. El protagonista dialoga con su compañero sobre el paisaje, la geografía y la demografía norteamericanos, intercalando constantemente discursos sociales y políticos en sus cartas.

La descripción de la naturaleza y la evocación de las costumbres de la época son elementos costumbristas típicos, a través de los cuales Cooper logra la fusión de dos géneros: la novela epistolar y el ensayo. La obra es una defensa del proceso político democrático de los Estados Unidos y un modelo para los países que se preocupan por su futuro:

Cooper desea convencer a sus lectores de que la nueva nación no sólo promete redimir el pasado europeo, sino que también le espera un glorioso futuro, ya que las políticas que sigue están derivadas de lo mejor del pensamiento europeo en materia política y social y al mismo tiempo se encuentran libres de la hegemonía europea en el ámbito político, cultural y económico (Wasserman 160).

Más tarde, en la Argentina, el deseo político de crear una nueva civilización, a través de una inmigración europea para propagar la ideología del orden y el progreso, es rechazado por los que consideran que el proyecto argentino es más una imitación europea que una creación original. Según ellos, tal inmigración sería el preámbulo de otra dependencia económica de Europa.

Echeverría propone un sistema basado en su manera de concebir la realidad argentina, que se asemeja a la preocupación nacional señalada por Shumway. El matadero (escrito en 1839-40 pero no publicado hasta 1874) es uno de los relatos más conocidos por su documentación retrospectiva del Buenos Aires de la época rosista2. El realismo de la obra coincide con la tarea de fortalecer la patria frente al control dictatorial de Rosas combinando símbolos e imágenes que se refieren a una Argentina joven en transición hacia su formación republicana. La escena es una representación metonímica de la violencia e injusticia imperantes durante la dictadura de Rosas. El texto formula el discurso unitario desde la perspectiva del joven protagonista, quien se opone a la figura de Matasiete, secuaz de Rosas y su mazorca. La historia del joven unitario es una alegoría de la Argentina del siglo XIX, una nación que busca un destino ilustrado y centralizado según la perspectiva unitaria, basado en un modelo democrático3. Motivado por el desarrollo y progreso de su patria, El matadero refleja la esperanza de Echeverría de formar una nación progresista hacia una afirmación autóctona influida por la amenaza de un futuro controlado por intereses extranjeros.

Después de la caída de Rosas, y a pesar de continuos conflictos, la Argentina sigue un derrotero liberal hacia una visión utópica. Sarmiento, adversario político y literario de Alberdi, desarrolla su tesis sobre la formación de la nueva nación en Civilización y barbarie: Vida de Juan Facundo Quiroga (1857), planteando su famosa dicotomía entre civilización y barbarie. Sarmiento sostiene que el gaucho (es decir, el ideario político de Rosas) no tiene cabida en el plan que conducirá a una Argentina moderna. En su lugar, la pampa debe poblarse de nuevas razas para alejarse de la influencia gauchesca. La meta principal sería la desaparición total de las culturas gauchescas, indígenas y (supuestamente) caudillistas.

Frente al fracaso por parte del gobierno en su esfuerzo por unir las provincias, Sarmiento emprende una investigación del concepto argentino de la patria, la tradición española y la cuestión indígena. El plan de Sarmiento incluye la inmigración desde el norte de Europa (nótese que España se excluye) para modernizar la agricultura de la pampa. La República Argentina tiene que ser dominada y domada por la civilización, y aquí Sarmiento establece una relación entre el carácter nacional y la naturaleza. Pero su concepto de la civilización sobre la barbarie esconde una sutil ambivalencia literaria: por ejemplo, a la vez que quiere eliminar todos los vestigios de la barbarie, Sarmiento también idealiza al gaucho, sus canciones, su poesía y sus costumbres.

En Peregrinación, Alberdi parodia la técnica de Cooper en Notions y satiriza el relato de Sarmiento en Viajes por Europa, Africa y Estados Unidos (1849-51), creando un círculo de personajes que metafóricamente comparten el mismo "viaje". También, su uso de un personaje hermafrodita desilusionado es un juego doble junto con los discursos literarios y la ambigüedad política de Alberdi. Alberdi sigue su inversión dialéctica por medio de una perspectiva binaria, mujer/hombre en su búsqueda de "la verdad":

Para viajar con más comodidad y tal vez con más seguridad, determinó viajar de incógnito, como hacen las reinas y princesas, a quienes se creyó con derecho a imitar, en este punto solamente, en su calidad que cree tener de ser más legítimamente que ellas una reina del mundo, aunque destronada y abatida; pero sin perder la esperanza vaga de una restauración posible o una reivindicación victoriosa. Y sin apercibirse del desmentido que esta ficción daba a su nombre prestado de Luz del Día. Se vistió de mujer, pues podía elegir su traje por no tener sexo, y se dirigió al puerto de Burdeos en busca de un buque y de pasaje para la América en general (32).

La caracterización de una persona como hermafrodita, que aparentemente reúne los órganos reproductores de ambos sexos, es un contrapunto a la visión patriarcal de la perspectiva que utiliza Cooper, en la cual las relaciones entre las razas se ordenan según jerarquías patriarcales, donde los descendientes derivan la verdad de su existencia de una historia metaforizada en patrimonio patriarcal. El punto de vista de un personaje con identidad sexual ambigua también sugiere la duda que siente Alberdi referente a la capacidad de los argentinos de poblar el país o reproducirse según el plan unitario, y sirve para criticar la larga tradición, dentro del pensamiento occidental, de convertir en símbolo de la patria y la tierra al cuerpo de la mujer.

Shumway opina que la ambivalencia literaria de la Generación del ’37, en términos del conflicto entre el carácter nacional y la naturaleza, desemboca en el pensamiento nacionalista de los años 1852-1880, cuando el dogma socialista se establece como elemento principal del nacionalismo argentino. El pensamiento de Alberdi, en cambio, sugiere una reestructuración de la historia para definir al país en términos de realidades económicas en vez de ideologías políticas. Shumway considera el ensayo de Alberdi Fragmento preliminar al estudio del derecho (1835) la obra más importante de este género sobre la identidad argentina desde Mariano Moreno (1779-1811), otro gran pensador argentino. Alberdi evalúa el fenómeno del caudillismo, simpatizando con los esfuerzos de Rosas, y concluye que el error principal de los unitarios se debe a su amor por unas teorías exóticas irrelevantes para la realidad argentina. Según Alberdi, el poder que ejerce Rosas es una expresión del espíritu nacional, un caudillo que encarna la necesidad del desarrollo nacionalista. Así, de manera conciliadora Alberdi intenta entender el caudillismo más como parte de la trayectoria del proceso democrático que como un barbarismo que tiene que eliminarse a toda costa.

En Peregrinación, el primer encuentro de Luz en América es con Tartufo (Sarmiento). Alberdi crea su propia oposición binaria entre verdad y mentira, y, al haberse dado cuenta del hecho de que su huésped representa a la verdad, Tartufo

lanzó un grito de horror y se quedó como desmayado; pero no lo estaba porque descansaba en la confianza de que su poder era más grande que el de la Verdad. Sin embargo, aparentando reasumir su presencia de espíritu, preguntó a Luz del Día:

-¿Es con el objeto de perseguirme que usted ha cruzado el océano?

-Es con el objeto de huir de usted y de las generaciones formadas a su imagen, que he venido al mundo que yo creía ser el de la verdad misma. Pero ya que he tenido la buena o mala estrella de descubrirle, haré al menos a la América el servicio de revelarle o delatarle la presencia en su seno del monstruo más terrible y más capaz de perderla.

Yo sería criminal ante mi propia conciencia, si por evadir este deber dejase envenenar la educación de esta nueva sociedad en manos de la mentira personificada (37).

Alberdi no acepta la oposición binaria de Sarmiento y critica la obsesión sarmentina de la tierra como factor principal del espíritu argentino. El argumento principal de Alberdi es que la única división verdadera que existe en la sociedad argentina está entre el hombre del litoral y el hombre del interior. Esta teoría enfatiza su preocupación por las relaciones entre la oligarquía de Buenos Aires y los pueblos marginados de las provincias interiores. Las confesiones de Tartufo que siguen son elocuentes, y, durante una discusión sobre los tratados anteriores a la Revolución de Independencia, sus ideas sobre la diplomacia revelan la caótica política argentina de la época:

-Pero en fin -dice Luz del Día-, son tratados que han dejado de existir, como los poderes que los hicieron. ¿A quién obligarán hoy día los tratados celebrados por la antigua Grecia y la antigua Roma? ¿Se llamarían tratados franceses y españoles, porque España y Francia fueron colonias romanas cuando se celebraron por su metrópoli?

-Es con otra luz -dijo Tartufo- que se debe apreciar la negociación de tales tratados, es decir, de la diplomacia histórica: porque usted sabe que la diplomacia se define, el arte de negociar tratados, y yo creo que un tratado obtenido por nada y vendido a un alto precio, no se puede llamar mal negociado, sino por los envidiosos (45).

La historiografía argentina, al igual que su política, se divide entre los liberales porteños y los nacionalistas de las provincias. La visión liberal porteña, según Shumway, es la historia oficial de la mayoría de los argentinos. Mitre, el defensor del privilegio bonaerense, utiliza la historia como una guerra, a la que Alberdi se refiere como "el periodismo de combate". La literatura de la época describe la polémica como una enfermedad. La curación, en términos metafóricos, exige la eliminación de los indios y los gauchos y la introducción de sangre europea en su lugar.

La serie de oposiciones binarias establecidas por este salón literario -España versus Europa, la ciudad versus el campo y la raza indígena versus la raza blanca- se manifiesta como resultado en las acciones políticas de Sarmiento y Mitre en su lucha por una civilización a la que Shumway, como Alberdi, se refiere en términos de un combate:

Para combatir la barbarie de las grandes extensiones abiertas, usaban a los gauchos para combatir contra los indios, liberando así vastos terrenos que posteriormente eran divididos en parcelas, cercadas con alambre de púas y repartidos, algunos entre colonos pero la mayoría a la mayor postor porteño. Para acabar con la barbarie de las distancias trajeron inversionistas e ingenieros, en su mayoría británicos, para construir líneas de telégrafo a todo lo largo y ancho del país y la red de ferrocarriles más extensa en toda Latinoamérica. Para combatir la barbarie de los caudillos populistas implantaron una política electoral que permitía el debate y los comicios libres entre las élites, al mismo tiempo que "intervenían" siempre que las "arbitrariedades populistas" amenazaban con estropear sus planes (165).

Entre algunos unitarios existe una especie de racismo político sobre ciertos grupos étnicos. En Amalia (1851-1855), por ejemplo, José Mármol expresa un sentimiento antirrosista, mostrando también el temor a los federales y a quienes les sirven (negros, mulatos, etc.) y colaboran con Rosas. El consenso del Salón Literario caracteriza a los que apoyan a Rosas como ignorantes e impulsivos, capaces de recurrir a la violencia dado su origen étnico. El propósito de proponer la inferioridad inherente de la gente de color viene (irónicamente) del racismo europeo (una perversión del concepto del "salvaje noble") en un esfuerzo por construir un marco ideológico que excluye a los "inferiores"4. Este racismo es una manera de justificar lo que va a pasar durante la presidencia (1868-1874) de Sarmiento, cuando la Argentina, motivada por el lema "educar es poblar", conquista el desierto matando a los indios (a la manera norteamericana) y desalojando a los gauchos. En un pasaje Luz comenta el aforismo alberdiano "gobernar es poblar" y presenta los casos en que gobernar es asolar:

-Aquí he oído -dice Luz del Día- que gobernar es poblar. El axioma puede ser verdadero en el sentido que poblar es fortificar, enriquecer un país naciente; poblar es educar y civilizar un país nuevo, cuando se le puebla con inmigrantes laboriosos, honestos, inteligentes y civilizados; es decir, educados... El arte de poblar no es poblar lo que está poblado, sino lo que está desierto. Hacer que el desierto prometa al poblador lo que no le dará la ciudad, es el arte del gobierno que sabe poblar (57-8).

De hecho, el antiespañolismo del Salón Literario se debe en gran parte a Rosas, pues sus opositores creen que la misión rosista es la restauración de las instituciones de la Colonia y el fin de la modernización liberal ya lograda después de la Independencia. En la misma conversación con Tartufo, Luz opina (quizás para establecer un vínculo irónico entre los porteños y los españoles) que "los reyes de España obligaron a los pobladores de América a concentrarse en las ciudades para tenerlos mejor bajo su obediencia despótica" (58). Alberdi, al contrario de Sarmiento, suaviza su posición política ante la necesidad percibida por él de construir una nueva nación sobre las antiguas bases sociales -los vestigios de la colonia española:

¿No es a la España a quien debemos nuestra emancipación social? ¿No nos la ha dado espontáneamente? ¿Qué sacrificios nos ha costado? Es verdad que esto se refiere a la vieja España, y no a la España joven y liberal, de la cual no hablamos jamás una palabra. Pero, ¿no van dirigidos a la vieja España todos nuestros agradecimientos? (Oría 134).

Para Alberdi, el representante alegórico más complicado, el maestro de la ciencia del crédito, es Basilio de Sevilla (Mitre)5. Durante una cena en la casa de Tartufo, Luz comprende que el quehacer de Basilio en América, por su propia revelación, es la calumnia: "Yo no hablo de la calumnia mala, de que sirve el vulgo; yo hablo de mi calumnia especial, que es la calumnia buena, calumnia de civilización y progreso" (83). Al terminar la cena, Basilio le pide a Luz que lo deje besarla en tres lugares eróticos. Luz se desviste y Basilio, al reconocer en la invitada la estatua viva de la verdad, sucumbe a una crisis nerviosa:

La revelación del Convidado de piedra, en el festín de Don Juan, no produjo tanto efecto como en Basilio la del busto desnudo de la verdad en aquella persona misma a quien había descubierto con tanta intemperancia todos los horrores de su alma de bandido durante toda la comida. Cayó en las ansias y convulsiones de una crisis nerviosa en que pasó toda la noche, delirando y repitiendo estas palabras: ¡Ella es! ¡ella es! ¡horror! ¡horror! (117).

A continuación, Luz conoce a Gil Blas de Santillana (Mármol) en una biblioteca, donde es detenida debido a una acusación falsa por parte de Basilio6. En la cárcel conoce a dos damas: la Justicia y la Libertad, ambas condenadas en América. Cuando es liberada de la prisión por Basilio y Gil Blas, Luz sigue aprendiendo de ellos algunos recursos para obtener resultados electorales (consonantes con sus designios) y cuál es la moral que debe prevalecer en la prensa.

Cansada de los pícaros, Luz busca a los viejos caballeros españoles ya radicados en América. Se entera de que don Quijote ha perdido el "don" porque se ha hecho republicano, y Sancho Panza, con su peluca colorada, se ha entregado a la política. El Cid y don Pelayo (caudillos argentinos) son flojos, perezosos y sedentarios. También conoce a Fígaro (seudónimo de Alberdi en algunas de sus obras) en un encuentro que califica el narrador como: "la ocasión del primer gusto que tuvo Luz del Día desde su llegada al Nuevo Mundo" (162). Fígaro le aconseja no ausentarse de América sin ofrecer una conferencia pública sobre el gobierno y la vida social en Sudamérica, tomando como tema central la libertad.

Después de escuchar el complicado plan de Quijotanía (alegoría del gobierno actual de la Argentina), en el cual don Quijote resulta condenado por la demencia de su colonización social, Fígaro sigue exponiéndole a Luz los principios y las teorías del gobierno libre en la América del Sur. La disertación pública posterior de Luz fracasa y ella decide irse a los Estados Unidos, donde cree que vive la verdad. Alberdi se aprovecha de esta falsa ilusión de Luz (su alter ego) para ofrecerle al lector su discurso sobre la condición humana por medio de otra conversación entre Luz y Fígaro:

-¿Cómo! -exclamó Luz del Día-, ¿la mentira, la hipocresía, la calumnia, la intriga, tendrán también carta de ciudadanía en la Gran República de Estados Unidos?

-Es la condición dolorosa, pero inevitable de la libertad y de la civilización -le observó Fígaro-. Cuanto más culto y rico es un país, más abunda en él esa mala familia (293).

El ámbito europeo y la relativa marginalidad de Luz proyectan otro binarismo alberdiano: la nobleza de espíritu y la bajeza del ser humano. Desilusionada, Luz decide regresar a Europa en vez de seguir buscando la verdad en el continente americano. El final refleja la desilusión de Alberdi, la cual, junto con sus actividades políticas, precipita su exilio europeo.

La quintaesencia del debate ideológico entre Alberdi y Sarmiento se encuentra en dos obras: Campaña (1852) de Sarmiento y Cartas quillotanas (1853) de Alberdi. Shumway observa que Campaña inicia la lucha entre los dos autores y que Alberdi se refiere a los escritos de Sarmiento como una historia sin documentación en la cual el lector se ve obligado a confiar únicamente en el testimonio del escritor:

Ud. Pone en los campos la edad media y el antiguo régimen español, y en las ciudades el siglo XIX y el moderno régimen.

La vista nos enseña que no es así. La colonia, es decir, la edad media de la Europa, estaba en los campos y estaba en las ciudades, lo mismo que había existido en Europa. La revolución a su vez, es decir, el siglo XIX de la Europa, invadió todo nuestro suelo, abrazó los campos y las ciudades. De ambas partes salieron los ejércitos que conquistaron la independencia. Las ciudades dieron infantes, los campos caballerías. Los gauchos nunca han sido realistas después de 1810.

La localización de la civilización en las ciudades y la barbarie en las campañas, es un error de historia y de observación, y manantial de antipatías artificiales entre localidades que se necesitan y complementan naturalmente (Historia de la literatura argentina I: 308; citada por Sommer, Plagerized 360).

Alberdi también identifica a otro enemigo en las Cartas: el liberalismo argentino representado por los esfuerzos de los antiguos unitarios y el grupo porteño de Mitre. Alberdi censura la retórica de Sarmiento y Mitre mientras evoluciona desde su anterior posición racista hacia una postura que reivindica a los gauchos y más tarde al caudillo como la materia prima de una democracia superior a la "democracia" elitista e intelectualista visualizada por sus contemporáneos. Argumenta a favor del caudillo José Justo de Urquiza (1801-1870) y condena la "alta pureza" de los unitarios que estorba el proceso de la organización política de la Argentina. Alberdi propone un sistema pluralista que reconozca los elementos indígenas de la Argentina y su herencia española.

En conclusión, es probable que la distancia política entre Sarmiento y Alberdi sea más bien una especie de enajenación perpetrada por Alberdi, debido a su ideología conciliadora hacia España, su relación con Inglaterra después de la caída de Rosas y una reunión que sostuvo con éste en Inglaterra, errores nunca perdonados por sus colegas. La literatura conciliadora alberdiana, cuyos valores intentan modificar la filosofía unitaria hacia su concepto de las necesidades políticas de la Argentina, termina en el fracaso7. El uso del personaje hermafrodita por Alberdi, burlándose de la feminidad unitaria y alejándose de los estudios patriarcales semejantes a los de Cooper y del binarismo de Sarmiento, no logra que Alberdi incorpore a la nueva política argentina los valores europeos de Inglaterra y España para recuperar algunos aspectos de la tradición política de la colonia. Además, Alberdi opina que los unitarios predicaban un desdén de los problemas populares (y una atracción a lo europeo) y creía que la masa estaba muy lejos del utopismo de los unitarios, cuyos ideales afrancesados no eran compartidos en las zonas rurales. El pensamiento de Alberdi, una trayectoria de oscilaciones ideológicas, refleja las incertidumbres sociopolíticas de su país ya señaladas por Shumway.

Cuando la batalla de Caseros (1852) pone fin al régimen de Rosas, y Buenos Aires se separa del resto del país, Alberdi se levanta a favor de las trece provincias confederadas, encabezadas por Justo de Urquiza8. En cambio, Sarmiento y Mitre optan por el gobierno de Buenos Aires. A pesar de su vínculo anterior con estos dos antirrosistas, Alberdi los combate después de Caseros. Triunfa Buenos Aires en la batalla de Pavón (1861) contra la Confederación y el destino de Alberdi queda determinado. Este, desilusionado como el protagonista en Peregrinación de Luz del Día, se exilia voluntariamente y sale hacia Europa, donde muere enfermo y empobrecido.

 

NOTAS

1 En su artículo "Plagerized Authenticity: Sarmiento’s Cooper and Others", Doris Sommer examina la amplia atención dada por muchos escritores latinoamericanos a las obras de Cooper. Según esta autora, "Sarmiento les demostró a otros escritores nacionales que Cooper podía serles útil, despertando en éstos un interés en el autor norteamericano rayano en la manía" (133). Sommer señala que Sarmiento, a quien ella tiene por el más distinguido autor de la nación argentina, tenía razones bastante poderosas para referirse a las novelas de Cooper en gran detalle hacia el principio de su Facundo: Civilización y barbarie (1845).

2 Juan Manuel de Rosas (1793-1877) es elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires en 1829. En 1831 establece un pacto federal en que la provincia bonaerense se responsabiliza por los asuntos extranjeros de las provincias, pero los caudillos todavía tienen control económico sobre sus propios territorios. Lo irónico es que la victoria de Rosas no significa el éxito del federalismo, porque Rosas resulta ser más centralista que sus enemigos. La dictadura de Rosas, su mazorca y la oposición de los unitarios contribuyen a la formación de una coalición antirrosista en 1852 y a su derrota en la batalla de Monte Caseros.

3 El modelo es también bastante aristocrático y elitista e incorpora el elemento extranjero que lo aleja de un proyecto totalmente autóctono. Rosas, siendo "el gaucho", cambia el elemento autóctono y el elemento democrático mejor que los unitarios. José Mármol (1818-1871), que pertenece a la segunda generación de unitarios, usa el adjetivo "democrático" como sinónimo de "vulgar", en contraste con el programa elitista y monárquico que él propone más tarde.

4 Sommer indica que, como sabía que Cooper era un hombre moderno dedicado al progreso, Sarmiento "nos asegura que el genocidio es la condición necesaria para el progreso, y afirma que éste es el mensaje más profundo y significativo que contienen las novelas de Cooper" (Plagerized 144).

5 Bartolomé Mitre es elegido Presidente en 1862, después de tres años de conflicto. La guerra contra Paraguay (1865-70) y la lucha continua entre los caudillos y el gobierno central estorban el proceso a que aspira Mitre: el progreso económico y la unidad nacional. La construcción ferroviaria, el establecimiento de vías de comunicación y la inmigración europea son los logros más notables de su gobierno.

6 Gil Blas es un personaje del Decamerón de Boccaccio (1313-1375) y de una novela, Las aventuras de Gil Blas de Santillana, de Alain René Le Sage (1668-1747), perteneciente al género picaresco.

7 La crítica literaria Marta Morello Frosch se refiere a Alberdi como el modelo obvio de las historias leídas por los desautorizados: "Utópico sentador de bases, promotor de síntesis, excéntrico de la historia del siglo XIX. Lección productiva de la historia que se apropia de los valores salvables de cada propuesta" (250).

8 La Constitución de 1853, escrita con la influencia de Alberdi, está basada en la magna carta estadounidense. El general José Justo de Urquiza es elegido primer Presidente de la República de Argentina. Manifestaciones en todos los sectores y la falta de apoyo por parte tanto de los liberales en Buenos Aires como de los estancieros conservadores desencadenan una guerra civil.

OBRAS CONSULTADAS

Alberdi, Juan Bautista. 1895-1901. Escritos póstumos. Buenos Aires: Imprenta Europea.

-----------------. 1912. Grandes y pequeños hombres del Plata. París: Editorial Garnier Hermanos.

-----------------. 1969. Las "bases" de Alberdi. Ed. Jorge M. Mayer. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

-----------------. 1916. Luz del Día en América. Buenos Aires: Librería la Facultad.

-----------------. 1886. Obras completas. Buenos Aires: La Tribuna Nacional.

Blanc, Mario A. 1991. Martín Fierro y el romanticismo. Medellín: Colección de Ensayo y Crítica.

Cooper, James Fenimore. 1852. Notions of the Americans. Nueva York: Stringer and Townsend.

Echeverría, Esteban. 1972. Obras completas. Buenos Aires: Ediciones Antonio Zamorra.

Historia de la literatura argentina / I. 1967. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

Katra, William H. 1986. "Reading Facundo as Historical Novel". The Historical Novel in Latin America. Ed. Daniel Balderston. Gaithersburg: Ediciones Hispamérica, 31-46.

Mármol, José. Amalia. 1991. México: Editorial Porrúa.

Morello Frosch, Marta. 1984. "Ficción e historia en Respiración artificial de Ricardo Piglia". Discurso Literario 1:2: 243-255.

Oría, José. 1986. Escritos satíricos y de crítica literaria. Buenos Aires: Academia Argentina de Letras.

Sarmiento, Domingo Faustino. 1977. Civilización y barbarie: vida de Juan Facundo Quiroga. México: Editorial Porrúa.

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Shumway, Nicolás. 1991.The Invention of Argentina. Berkeley: University of California Press.

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Wasserman, Renata. 1994. Exotic Nations. Ithaca: Cornell University Press.
 
 

Recibido: 10-12-2002. Aceptado: 28-10-2003.

 

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