Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de Naciones Unidas (ONU) buscan establecer metas para minimizar las consecuencias del cambio climático, reducir las desigualdades socioeconómicas, ampliar la producción y el consumo de fuentes de energía limpias y renovables y buscar la igualdad, la justicia, el bienestar y la salud de las poblaciones¹. En este sentido, los ODS ponen sobre la mesa el entendimiento de que el desarrollo humano está intrínsecamente asociado al reconocimiento tácito de que la salud es un derecho de todos y también está relacionada con una convivencia sostenible con el planeta².

Actualmente, los cambios en los ecosistemas terrestres configuran una realidad global, que puede ser menos notoria, debido a la complejidad del sistema climático, la velocidad y magnitud de los cambios iniciados y la tendencia humana en encontrar comodidad en el status quo que se inserta momentáneamente®. Sin embargo, se sabe que tales cambios están provocando la inestabilidad del clima terrestre y afectando la salud humana a un ritmo sin precedentes. Por lo tanto, como consecuencia de los efectos ecosistémicos inducidos por la acción humana, tales como la contaminación, la eutrofización de los sistemas hídricos, la extinción de especies, la destrucción de hábitats y el cambio climático, la civilización humana se enfrentará a nuevas y graves amenazas respecto a las formas actuales de acceso a los recursos esenciales para la supervivencia individual y colectiva⁴. ¡Dichos cambios requieren una acción urgente!

Si bien la población humana mundial disfruta de los mejores indicadores históricos de salud, especialmente en términos de esperanza y calidad de vida, el costo ecológico de lograr este estándar ha requerido una exploración del planeta sin precedentes e insostenible. En particular, si continúa la trayectoria actual de explotación desenfrenada, la humanidad podría experimentar un retroceso en el progreso de la salud, ya que la mala calidad del aire y el agua, la inseguridad alimentaria y la propagación de enfermedades pandémicas -que desestabilizan a las familias y a las comunidades- crecerán exponencialmente. Además, las consecuencias nocivas desencadenarán crisis en los gobiernos e incluso conflictos por escasez de recursos y desigualdades®. Como resultado, las discusiones sobre la salud planetaria están en boga, con un enfoque organizador de la salud que considera tanto los beneficios como las consecuencias dañinas del desarrollo económico®.

Considerando que la "salud global" y la "salud planetaria" son conceptos interconectados que no se desentrañan fácilmente®, es necesario diferenciarlos. La salud global es un concepto más antiguo y más complejo que abarca varios temas con un enfoque centrado en mejorar la salud humana en todo el mundo®. Una definición concisa propuesta por Chen et al.⁸ es que la salud global se ocupa solo de problemas médicos y de salud con impacto global, cuya tarea principal es buscar soluciones globales a problemas con impacto en la salud. En cambio, la salud planetaria se enfoca en caracterizar los vínculos entre las perturbaciones provocadas por el hombre en los sistemas naturales de la Tierra y los impactos resultantes en la salud humana®.

Por lo tanto, este último concepto proporciona una mejor comprensión acerca de cómo los impactos humanos sobre los sistemas naturales están afectando negativamente la salud humana y así permitir la adopción de un enfoque transdisciplinario para desarrollar estrategias que reduzcan y prevengan los riesgos a la humanidad y a los sistemas naturales del planeta⁴. En este sentido, con la salud planetaria existe la oportunidad de optimizar y sostener la salud humana, mejorando la gestión de los sistemas naturales y reduciendo el uso explotador de los recursos vinculados a patrones de producción y consumo no sostenibles. De esta forma, se configura como un nuevo concepto en la salud global y en la práctica clínica®.

En este punto, es relevante destacar dos constataciones: a) un ambiente saludable es necesario para mantener familias y comunidades saludables; y b) no es posible resolver problemas complejos desde la misma perspectiva del mundo que los creó, porque, de esa forma, se perpetuará una desconexión entre el ser humano y el planeta¹⁰. Por lo tanto, la fuerza de trabajo de los profesionales de la salud, especialmente de la enfermería, es fundamental para esa reestructuración de la forma de pensar, actuar y producir salud desde un espectro sistémico y relacional de la salud planetaria, creando sistemas sanitarios más resilientes y fortalecidos®.

Los/as profesionales de enfermería, como líderes en sus comunidades y espacios de trabajo, deben considerar sus propias configuraciones de la sociedad y del sistema sanitario para identificar y comprender los principales impactos de la acción humana en el planeta y desarrollar planes anticipatorios para las crisis desencadenadas por las alteraciones ecosistémicas. Así, enfermería puede liderar, junto con los políticos, los esfuerzos de adaptación locales y regionales para la identificación y seguimiento de las poblaciones en riesgo, así como para la creación de planes de emergencia®. Por ejemplo, para anticipar picos de demanda en unidades de urgencias y ambulatorios, resultantes de épocas de grandes incendios, olas de calor intenso, deslizamientos de tierra provocados por fuertes lluvias u otras catástrofes naturales asociadas al clima.

Dado lo anterior, no cabe duda que las enfermeras son esenciales en la formulación e implementación de soluciones que mejoren la salud del planeta, con implicaciones para la docencia, la investigación y la práctica, desarrollando y capacitando los recursos humanos del trabajo en salud. Aunque la salud planetaria como área de investigación multidisciplinaria es relativamente nueva, la enfermería ha estado pensando y liderando esta área de forma pionera. Y es a través de los resultados de su investigación que las enfermeras han ayudado a planificar y construir sistemas sanitarios resilientes. Sin embargo, para promover la salud planetaria, las enfermeras deben asumir roles más amplios, trabajando con otros sectores e individuos, para apoyar el desarrollo de familias y comunidades resilientes y también para actuar en salud y educación de enfermería en el contexto de la salud planetaria, asumiendo un papel destacado y de protagonismo¹¹.

Finalmente, se reitera que la promoción de la salud planetaria y el logro de los ODS requerirá que todas las enfermeras aprovechen sus roles y responsabilidades como promotoras, líderes, clínicas, investigadoras, docentes y articuladoras con actores y sectores multidisciplinarios en todos los niveles de los sistemas de salud y gobernanza. Eventualmente, las enfermeras, de forma individual y en su labor diaria, pueden sentirse desconectadas de la salud planetaria y de los ODS, presentando dificultad para relacionarlos con su rol clínico-asistencial². Esto requiere un aumento de la sensibilización y la educación sobre el tema para las enfermeras, así como la investigación y la acción política en relación con la salud planetaria y los ODS, marcando la posición de liderazgo de la enfermería en este contexto y contribuyendo al logro de las metas de un planeta más sostenible y saludable.